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Europa, Internet y el cambio social: nuevas herramientas, antiguos dilemas

Ciudadanos empoderados. Barreras de liderazgo. Narrativas personales. Francisco Polo, director en España de Change.org, maneja con soltura la jerga asociada a la participación política digital. Él lo resume en una fórmula optimista y con gancho: «Pasar de un momento a un movimiento». Change.org es lo que se conoce como una ‘historia de éxito’ en nuestro país, a pesar de (o quizá debido a) la todavía embrionaria sociedad civil española.

La relación entre Internet y el cambio social ha centrado este miércoles una nueva edición de las conversaciones que organiza el Real Instituto Elcano (en Twitter podéis repasar los momentos estelares buscando a través del hashtag #elcanotalks), que ha contado con Polo como ponente invitado, un nutrido grupo de investigadores y algún que otro periodista, como el que escribe.

Francisco Polo (izq), en un momento de su exposición (foto: @Estrella_Rafa)

Francisco Polo (izq), en un momento de su exposición (foto: @Estrella_Rafa)

Polo –que qué envidia, tiene mi misma edad– nos ha dejado titulares suculentos. Sobre las mujeres, que son las que más peticiones realizan en la plataforma y las que más victorias obtienen; sobre los políticos, a los que insta a participar más a través de este canal; sobre los españoles, que al parecer somos de los más activos en change.org. Y también sobre sí mismo: asegura que no volverá a votar en unas elecciones… hasta que el sistema político cambie (¡pues que firme la petición en su propia herramienta!).

Bromas aparte, las cuestiones que Polo esboza, y las que a su vez se le plantearon en el debate, son capitales para caminar los nuevos senderos de la política, entendida en sentido amplio. A todos nos preocupa el distanciamiento entre la clase política y la ciudadanía, y change.org, como otras plataformas que fomentan la participación en los asuntos públicos, puede contribuir a acercar ambas orillas. Los conflictos de intereses entre ciudadanos y empresas en tales plataformas, uno de los temas relevantes que salieron en la charla, o las fuentes de financiación de estas empresas (que al cabo es lo que son) no tienen que ser óbice para recelar de estos métodos (los anglosajones nos llevan años de ventaja en esto)… ni tampoco para alabarlos acríticamente, ojo.

Diréis que qué tiene esto que ver con Europa. Pues todo. Europa tiene un déficit democrático evidente (que no es nuevo, pero que se ha agravado estos últimos años). La UE debe, cuanto antes, potenciar las herramientas de interacción con sus ciudadanos. El crecimiento de instituciones hacia arriba conlleva el riesgo del alejamiento de los intereses de las personas… y no importa que este riesgo sea, llegado el momento, algo más imaginario que real, porque las percepciones en política también cuentan.

En este sentido, Vicente Rodrigo –de los siempre resueltos compañeros de CC/Europa– hizo la que para mí fue la gran pregunta de la charla: ¿Se debe privatizar la iniciativa legislativa ciudadana? Para los que no la conozcáis, esta es la fórmula desarrollada por las instituciones europeas para que los ciudadanos participen en la política europea (una especie de ILP a nivel comunitario). Se instauró en 2012 y ha sido objeto de alabanzas (ejemplo de democracia directa supranacional) y críticas (insuficiente, mero postureo) casi por igual (en este artículo del profesor Luis Bouza encontraréis un análisis muy ponderado).

Pero lo cierto es que, tres años después de su estreno, la ICE es una institución muy poco conocida entre los ciudadanos, por lo que la pregunta sobre cómo hacer para mejorarla –todos coincidimos en que la iniciativa es loable– parece muy pertinente. ¿Privatización? Francisco Polo es partidario de que «las instituciones colaboren con canales como change para ser eficaces». Entiendo que esta colaboración podría llegar a ser fértil si las instituciones ponen el sello de calidad democrático y las empresas privadas de participación la pegada (y el marketing político), ¿no?

En cualquier caso, es una vía que se puede explorar, y seguramente se explore. ¿Qué opináis vosotros? ¿Qué os parecen las nuevas formas de participación política y las herramientas digitales que promueven el cambio social? ¿Podrían usarse en combinación con las viejas herramientas ya existentes?

Firma para que TVE emita por La 1 el último debate electoral de las elecciones al PE

Mis admirados y esforzados compañeros de CC/ Europa (ya os hablé de ellos en su día), que están en todo, han generado un debate a propósito del debate del día 15 de mayo entre los candidatos a presidir la CE. Piden a Televisión Española que ofrezca en directo, en prime time, y por La 1 este último cara a cara entre los candidatos de los partidos.

Para ello han creado una página en change.org en la que solicitan, con bastante razón, que ya que el debate será transmitido por Eurovisión, y RTVE tiene los derechos, este sea difundido por el canal con más audiencia de todos (el canal 24 horas apenas llega al 1% de cuota de pantalla) y en riguroso directo (como el partido de fútbol de la imagen, vamos)

Espectadores viendo un partido de fútbol (EFE).

Espectadores viendo un partido de fútbol (EFE).

Yo estoy completamente de acuerdo con ellos. Y ya he firmado la petición, a la que a esta hora de este día aún le faltan 224 firmas más para completarse. Las razones, más allá de los que anteriores debates no hayan satisfecho todas las expectativas puestos en ellos (un amigo asistió in situ al último y su crónica privada no fue nada positiva), son de interés público.

Las elecciones europeas, pese al fantasma de la abstención de fondo, son muy importantes, más que nunca. Y la televisión –para bien o para mal– sigue siendo el medio de difusión de masas que logra acercar a los ciudadanos más los acontecimientos y el día a día de la política (con permiso de Sartori).

Retransmitir un debate así, a menos de 10 días para las elecciones al PE, podría ayudar a los votantes indecisos, y potenciales abstencionistas, a acudir a las urnas. Aunque solo sea, al fin y al cabo, para que voten cabreados porque les sustituyeron su serie favorita por unos tipos encorbatados, de nombres difíciles de pronunciar, hablando de cosas ¿extrañas? y ¿ajenas?