Europa inquieta Europa inquieta

Bienvenidos a lo que Kurt Tucholsky llamaba el manicomio multicolor.

El Día de Europa, ¿una fiesta nacional?

Lo divertido de las fiestas nacionales es vivirlas divididas, en un ambiente enrarecido de mala leche contenida. Están, por un lado, los refractarios a cualquier celebración patriótica (seguidores tuertos de Brassens, la mayoría). Y están, por otro, aquellos que se bañan en fervor nacionalista, como hordas de hinchas que se desmadran alrededor de las fuentes.

Las fiestas nacionales son así. Ya sea por cainismo, como en España, o por llevar la contraria, como en Francia, celebrar la patria, en abstracto, levanta pasiones encontradas, críticas sutiles y odios furibundos. ¿Y la patria europea? Pues no tanto. Europa tiene su día, como casi toda persona, animal o cosa en el mundo: un día para una idea.

(IMAGEN: Gtres)

(IMAGEN: Gtres)

Una jornada que suele transcurrir modestamente y sin celebraciones institucionales de altura (y lo más importante para el pueblo: ¡sin que sea festivo!). Un día que sí, sirve para difundir los valores europeístas, glosar de pasada a Schuman, hacer memoria, recontar los dramas del presente o escribir un post. No es poco, pero quizá no es suficiente. Para que el Día de Europa sea una fiesta de veras nacional, hace falta evocar un sentimiento paneuropeo.

Y es que el sentimiento europeísta es un sentimiento sospechoso. Demasiado cerebral para unos y demasiado impostado para otros. Es, casi, un ultrasentimiento. Algo así como decir: yo ya superé los bajos instintos nacionalistas del pasado, pero Europa me atrae, y como no tengo herramientas idiomáticas para decirlo mejor, diré que me atrae raciosentimentalmente.

Escribo como una forma de expiación. Porque si realmente lo de hoy fuera una Fiesta Nacional, yo no la celebraría (por lo de llevar la contraria, no por Caín), pero como se trata de una en miniatura, una fiesta que tiene más de happening solidario que de evento marcial (no en vano Europa no tiene ejército, lo que nos ahorra el desfile), me sumo a ella. Y como ya están los políticos y las instituciones para alertar de la abstención, lo haré recomendando un libro: Dark Continent.

¡Feliz día!

8 comentarios

  1. Dice ser ANTONIO LARROSA

    ¿Hoy es la fiesta de un continente sombrio? No lo sabía.. Hay que ver que cosas.

    Clica sobre mi nombre

    09 mayo 2014 | 12:16

  2. Dice ser Antonio Larrosa

    Yo no soy de continentes sino de placas tectónicas. Es por culpa de tanto libro de geología leído.

    09 mayo 2014 | 12:43

  3. Dice ser edefakiel

    Ojalá, en un futuro, así como ahora el himno es de Beethoven, cojan alguna canción mía para representar a la humanidad.

    Podéis escucharme haciendo click sobre mi nombre.

    09 mayo 2014 | 12:47

  4. Dice ser aNToNio LaRRoSa

    La Unión Europea es otro invento de la clase alta para cobrar más impuestos.

    09 mayo 2014 | 13:58

  5. Dice ser survey

    Europa no es una patria, tampoco es simplemente un continente, es una civilización, y un conjunto de patrias cercanas entre sí.
    Si el ppsoe-iu europeo, quiere tratar de construir un sentimiento pan europeo, pero al mismo tiempo internacionalista, apátrida, y anti nacional, es cuestión de tiempo que se de de bruces con la realidad.

    09 mayo 2014 | 15:00

  6. Dice ser Ricardo

    Pues ya podría ser festivo el Día de Europa. Sería la única alegría de parte de Bruselas a la clase trabajadora.

    09 mayo 2014 | 17:06

  7. «Miraba hacia el puerto; las luces del «Melillero» adornaban la noche, mientras engullía mercancías y personas con dirección a África. Absorto y envuelto en la tibia humedad de esta ciudad, soñaba con ser algún día uno de sus viajeros.
    En eso pensaba cuando un sonido de ruedas metálicas y de alambres sueltos, asaltaron mi espalda. Un ejército de niños y niñas, de mujeres y hombres, conducían por las aceras carritos de la compra, de esos de las grandes superficies. Algunos de ellos iban adornados con la bandera del equipo de fútbol de la ciudad, y con muñecas amarradas con cuerdas en el mismo lugar que de pequeñas solía sentar a mis hijas.

    Era una comitiva de más de veinte personas; los niños, con sus juegos infantiles subían y bajaban de los carritos emulando las » pelis de cowboys», (esta ciudad es de cine). Mi curiosidad me llevó a seguirles, a observar sus chanzas, a escuchar sus voces.

    De pronto, al final de la Rambla, se detuvieron. No fueron los primeros en llegar al lugar; otros ya habían tomado posiciones entorno a los contenedores de basura: – ¡Papá, papá…Yaya, ya vienen!, gritó uno de los zagalones.

    Me resistía a creer lo que estaba viendo. Una rabia de siglos me apretaba la boca del estómago…¡Mal nacidos, corruptos, asesinos…maldita España!.

    Varios hombres, con una carretilla cargadora, venían desde un supermercado cercano a tirar los desperdicios del día.

    Durante varias noches acompañé a aquellas personas. Incluso uno de ellos, no sé si por justificase, o por solidaridad, me ofreció un yogur: – ¡toma, está bueno! ,me dijo.

    Lo que ví, no era un programa de televisión; las escenas que contemplé significaban un salto cuantitativo en el reparto de la miseria.

    Pero no se preocupen ustedes, los que aún no tienen que recurrir a los comedores de basura; cualquier viernes de éstos, para acabar con el problema del hambre, el consejo de ministros firmará un decreto ley prohibiendo rebuscar comida en los contenedores.

    Bueno, eso fue lo que vi y así lo he contado, y mientras lo escribía recordaba aquella canción de los primeros años de la Transición que decía:

    Cuando querrá el dios del cielo

    que la tortilla se vuelva,

    que la tortilla se vuelva.

    Que los pobres coman pan,

    y los ricos……»

    un artículo de Marcos G.Sedano
    19-12-2013

    09 mayo 2014 | 20:56

  8. Dice ser ANTONIO LARROSA

    ¿La fiesta de Europa es con puentes o sin puentes?

    Clica sobre mi nombre

    10 mayo 2014 | 12:09

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