Europa inquieta Europa inquieta

Bienvenidos a lo que Kurt Tucholsky llamaba el manicomio multicolor.

Tres carteles electorales desafortunados

Hasta ahora os había tratado de desmenuzar, de una forma un tanto errática, los vicios y similitudes de los programas electorales. Para no aburrir con tanto texto (ya hay varias personas que me han dicho que debo de ser la única persona que se ha leído todos los programas… por devoción) hoy os traigo unas cuentas imágenes que en mi sesgada opinión están profundamente equivocadas (aunque sois libres de juzgarlas por vosotros mismos, claro).

Siempre que veo carteles electorales de las europeas me acuerdo de aquel que fue retirado en Austria, en la campaña de hace ya diez años, que jugaba con la idea del cuadro de Courbet El origen del mundo. Una imagen que fue estúpida y beatamente prohibida y que ha sido de lo más inteligente (recuerdo una elaborada defensa del mismo en los diarios de Arcadi Espada) que se ha hecho para promocionar Europa en mucho tiempo.

Pero estamos en tiempos más puritanos, o menos cultos, o ambos. Y los carteles electorales que os traigo son tres ejemplos de imágenes que confunden y equivocan lo que debería ser una campaña electoral plenamente europea (ya no digo europeísta, pues no es obligatorio, si no se quiere, faltaría más). Cada uno de estos tres carteles comparte, al menos, varios de los siguientes defectos: o populista o nacionalista o eurófobo.

  • El del UKIP británico es una muestra muy acabada de nacionalismo, populismo y eurofobia

UKIP

  • El de Forza Italia es igual de agresivo, de nacionalista y populista

forza italia

  • Y el de la CDU de Angela Merkel es simplemente personalista, aprovecha la imagen de la primera ministra alemana y principal baularte del partido para obtener de él réditos electorales en Europa

CDU

8 comentarios

  1. Dice ser ¿Populismo es como que el pueblo es tonto?

    ¿El populismo no es también ese viejo cantar de derechas e izquierdas?
    Ahora sellan el progreso blindando la superioridad de su súnicas verdades e ideas. Otro desastre más. Ahora lso llaman populismos, como si el pueblo fuera tonto. Más separación elitista. Ellos sí que saben, ¿verdad?

    29 abril 2014 | 15:57

  2. Dice ser europedo

    Juntos con existo en Europa, trabajo y crecimiento. Juntos será solo los alemanes .Porque a los españoles nos sacan impuestos por todo lo necesario como si fuéramos el número uno en Europa. Lo demás trabajo y pagas, nos dejan las propinas y a trabajar. El éxito está en poder pagar lo necesario para poder comer. Esto es nuestro trabajo que tenemos una paga mínima ni el estado la paga. Vamos a crecer pagando por cosas que no tenemos como el alcantarillado. Pero fabricar trabajo arreglando todo lo que está mal y poniendo las cosas que faltan, que como una cadena daría éxito y trabajo a los españoles no. Prefieren quedarse con todos los políticos que tenemos, también numero uno en Europa. Votar esto es pedir limosna donde no la dan.

    29 abril 2014 | 16:29

  3. Dice ser Sin duda

    Nacionalismo, populismo y eurofobia: con toda la razón del mundo.

    29 abril 2014 | 16:39

  4. Dice ser RMCF

    Las mismas palabras de siempre hacia cualquier opción diferente, vosotros queréis al ciudadano que no salga del centro, es decir da igual si es socialdemocracia o derecha pero que no salga de lo que le da estabilidad al sistema porque incluso lo ven «radical». El centro es lo más extremista que existe, hasta tal punto de hacer estados supranacionales, obedecer a la banca que deshaucia familiar, explotar a las personas por un salario en las multinacionales además de reprimir en las manifestaciones.
    La demagogia sois ustedes, medios de comunicación: todos los días del año salvo alguna vez sólo repartís «divide y vencerás» y os centráis en los problemas secundarios o inexistentes incluso.

    29 abril 2014 | 17:34

  5. Dice ser ANTONIO LARROSA

    Tanto mienten , mienten tanto, los que hablan chino o esperanto, que los vote su tia, yo, nanai del Paraguai.

    Clica sobre mi nombre

    29 abril 2014 | 17:57

  6. «Una de las características definitorias del gran escritor catalán Josep Pla es su agudísima sensibilidad para captar la realidad de las relaciones humanas que suele esconderse tras múltiples velos culturales o ideológicos. Sus cuadernos de notas aparecen así trufados de observaciones acerca de lo que, en principio, podría pensarse que no son sino pequeños detalles, mínimos aspectos del mundo de los hombres, pero que, cuando alguien como Pla nos hace caer en la cuenta, resultan ser de importancia para entenderlo y orientarse en él. Un ejemplo de “pequeña” observación, que aparece en sus Notas dispersas, es la siguiente:

    “Una de las cosas más curiosas de este país es la enorme cantidad de pobres que tiene la misma alma que los ricos —que desprecian a los demás pobres como los desprecian los ricos—”.

    Y antes de seguir hay que advertir que no hay que llamarse a engaño con la referencia a “este país” porque si bien Pla gusta de referirse de modo explícito al microcosmos que conforman los pueblos de la Cataluña rural, sus observaciones aspiran las más de las veces a tener un alcance universal. Que es lo que pasaría, en mi opinión, en este caso. El desprecio de muchos de los pobres por los de su condición no sería una anomalía, algo exclusivo de los payeses del Ampurdán, de los catalanes o de los españoles, sino que, para los que pensamos que Pla anda en lo cierto, estaría siempre presente en mayor o menor grado en el modo de proceder de los pobres entre sí en toda sociedad estructurada posicionalmente siguiendo un criterio económico: el de tanto tienes, tanto vales. Y el asunto no es baladí, pues frente a la supuesta “solidaridad de clase” que tantos políticos y analistas suponen que la mayoría de los pobres se guardan siempre entre sí y que debería regir su comportamiento político en las urnas, lo que se sigue de una apreciación como la de Pla apuntaría a que tal cosa, cuando se da, no sería ni habitual ni mayoritaria, sino en todo caso fruto de un “trabajo” educativo o político que buscase crearla modificando esa propensión al desprecio entre los de abajo.

    La solidaridad entre las clases bajas no es espontánea; exige trabajo educativo.

    Pues bien, puede que sea “normal” o “explicable” que los individuos de estatus económicamente inferior tengan una deferencia con los de clase superior. De igual manera, también puede parecer “normal” que los de estatus superior “minusvaloren” a los de estatus inferior. Son comportamientos que es incluso posible que estén insertos en nuestro código genético, como parecería seguirse de la observación de que son formas de actuar que compartimos con nuestros “primos” biológicos, tal y como aparecen repetidamente en ese ejemplo de ciencia social que es la Política de los chimpancés de Frans de Waal. Pero lo que parecería ser exclusivamente humano, demasiado humano, sería ese desaprecio que muchos de los de abajo se guardan entre sí, y del que no es infrecuente encontrar manifestaciones por doquier.

    Una posible explicación a ese desprecio podría venir de la mano de una reflexión de Rafael Sánchez Ferlosio, quien hace algunos años señalaba cómo el comportamiento en el consumo de bienes conspicuos por parte de los pobres estaba dirigido por la imperiosa necesidad que cada uno de ellos sentía por mantener una distancia posicional con el resto, ya que, en los estratos sociales más bajos el “no ser menos” equivale a “no ser menos que los últimos”, pues por debajo no queda, socialmente, más que el suelo: “no ser nadie”, “ser un muerto de hambre” (La mano visible, EL PAÍS, 26-10-1992). Anhelo este de distinción de los pobres entre sí que, condenado inevitablemente al fracaso para la mayoría y más en una situación de crisis económica, llevaría a muchos de ellos, como modo de compensar psicológicamente ese fracaso, al desprecio de los de que están en igual o parecida situación.

    Uno de los ejemplos que validan la tesis de Pla es el experimento ya clásico de la Psicología Social llevado a cabo por A. N. Doob y A. E. Gross en 1968 en el que analizaban la reacción de unos conductores ante un anodino hecho cotidiano: la tardanza en arrancar del vehículo que se encontraba delante de ellos en un semáforo en rojo. Lo que constataron fue que la habitual respuesta de algunos de los conductores que se encontraban retenidos —tocar el claxon, comportamiento que se usó como indicador de agresividad—, sucedía de modo distinto si el coche que se demoraba en arrancar era de alta o de baja gama. Si era de baja gama, viejo o destartalado, los bocinazos empezaban al poco de cambiar a verde el semáforo, en tanto que si el coche era de alta gama, los demás conductores demostraban su deferencia ante el estatus superior de su propietario no haciendo sonar sus cláxones o dejando pasar mucho más tiempo antes de ponerse a hacerlo. El experimento se ha repetido alterando las condiciones del mismo, estudiando por ejemplo cuán diferente era el comportamiento agresivo de los conductores retenidos en función de su propio estatus socioeconómico. Por lo general, los vehículos de estatus más bajo siempre suelen estimular reacciones más rápidas (y, por tanto, más agresivas) que los vehículos de estatus más alto, si bien suele observarse que los conductores de vehículos de más estatus reaccionan más agresivamente cuando se ven frustrados que los de más baja gama.

    En los estratos sociales más bajos el “no ser menos” equivale a “no ser menos que los últimos»

    En una línea similar puede citarse otro experimento más reciente de Nathan Pettit y Robert Lount en el que se muestra que la gente suele esforzarse más en derrotar a los rivales más débiles que en desbancar a los más fuertes. Se trataba en este caso de un equipo de estudiantes de la universidad de Cornell al que se le dijo —falsamente— que estaban compitiendo haciendo distintas tareas contra otro equipo de otra universidad que ocupaba un ranking más alto (o más bajo) que Cornell. Pues bien, se observó que cuando los estudiantes pensaban que se estaban enfrentando a una universidad de menor rango, lo hicieron mucho mejor que cuando pensaban que se enfrentaban a una universidad de más alto rango.

    No es difícil poner este tipo de comportamientos con otros de relevancia social y política. Los juicios mucho más duros que los de abajo suelen hacer de las modestas triquiñuelas de sobrevivencia que hacen sus semejantes en estos tiempos de crisis en comparación con las evaluaciones más leves de las enormes corruptelas, patrimonio de los de arriba o la infundada creencia de que la actual plutocracia es una meritocracia merecedora de respeto, no serían sino muestras de esa transformación del otrora orgulloso proletariado en el actual y melindroso “precariado” al que solo le alcanzan las fuerzas para menospreciar a los que aún están más abajo, los “poligoneros”, como tan bien ha descrito Owen Jones para el caso británico en su obra Chavs.

    Y si ello es así, si la observación de Pla es ahora quizás más real que nunca, fácil es comprender las dificultades que hoy afrontan en las urnas quienes propugnan políticas económicas de corte igualitario o redistributivo. Porque bien lo tienen los pocos ricos en su sempiterno enfrentamiento con los muchos pobres cuando pueden contar a su favor con que en los cuerpos de muchos de estos anidan reflejos de su propia alma, de alma de rico».

    Fernando Esteve Mora es profesor titular de Teoría Económica de la Universidad Autónoma de Madrid.
    elpais.com 2 ENE 2014

    29 abril 2014 | 19:04

  7. Dice ser survey

    20 minutos debería dejar de ser tan panfletista, ya que va de progre podría empezar a respetar un poco mas las tendencias políticas que no son de su agrado.

    29 abril 2014 | 19:51

  8. Dice ser SpainOle

    No creo que sean desafortunados. La gente está muy harta de las órdenes de Heil Merkel.

    30 abril 2014 | 11:09

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