Europa inquieta Europa inquieta

Bienvenidos a lo que Kurt Tucholsky llamaba el manicomio multicolor.

Archivo de enero, 2014

El conde Coudenhove-Kalergi, patriota europeo y pionero de un continente unido

Sin duda no fue el primero en forjar la idea de una Europa unida, pero sí el que más cerca estuvo de imaginar el fondo y la forma de lo que ha acabado siendo la Unión Europea. Lamentablemente, Richard Coudenhove-Kalergi –un aristócrata austriaco de madre japonesa– es un nombre exótico que poco o muy poco trasmite hoy a los no iniciados.

El conde Coudenhove-Kalergi (1894 – 1972) fue un pionero audaz. Un hombre de letras exquisito –filósofo, diplomático, editor– preocupado (como muchos entonces) por la evidente decadencia del continente tras la Primera Guerra Mundial. Era, además, un pacifista convencido. Le preocupaba el nacionalismo excluyente y abiertamente etnicida que profesaban la mayoría de los Estados y soñaba con una Europa de los pueblos federal y fraterna.

El conde Kalergi (Autor y fecha: desconocidos).

El conde Kalergi (Autor y fecha: desconocidos).

Su terco empeño europeísta tiene un punto de partida: 1923. En ese año Coudenhove-Kalergi publicó Pan-Europa, algo así como un panfleto geopolítico destinado convencer de que el futuro del continente pasaba por la democracia, la paz y la unión económica y política entre los Estados (principalmente Francia y Alemania, enemigas históricas). Como veis, un visionario.

Con todo, Kalergi fracasó en primera instancia, en el sentido de que su genial idea necesitaría de varias décadas más, y otra mortífera contienda mundial, para que se hiciera realidad en la conocida como Europa de los tratados. Con todo, su empeño fue máximo. Poco después de publicar su libro, fundó la Unión Paneuropea, una asociación creada al albur de la Sociedad de Naciones de la que formaron parte entre otros Adenauer, De Gaulle o Spaak.

En la actualidad, la Unión Paneuropea sigue existiendo. Tal es así que, incluso, existe un Comité español de la misma, presidido actualmente por el periodista Ramón Pérez-Maura (en su página web podéis curiosear más nombres, algunos de ellos os llamarán la atención, seguro). Sus principios, tal y como ellos mismos los enuncian son la defensa «del patriotismo europeo», la «justicia social» y «la identidad europea basada en los valores y convicciones cristianas», en la línea del pensamiento de Kalergi.

Volviendo al conde de Bohemia, algunas de sus ideas y símbolos son hoy perfectamente reconocibles para cualquier europeo, aunque no conozca nada de su origen. La bandera que diseñó para su federación Europea era prácticamente la misma, con ligeras supresiones, que luego se adoptaría como emblema de la UE; y lo mismo sucede con el Himno de la alegría. Después de la Segunda Guerra Mundial, que contempló desde el exilio en EE UU, Kalergi volvió al a carga con nuevos proyectos.

En 1947, apenas dos años después de la derrota de Hitler, fundó la Unión Parlamentaria europea, embrión del  Consejo de Europa del año siguiente, y cimiento de algunas de las instituciones hoy existentes. Pese a todo este currículum, Kalergi fue, al final de su vida, un europeísta desencantado. Como escribe Fernando Álvarez Balbuena, politólogo y sociólogo, en la década de los sesenta el conde europeísta se quejó amargamente de la deriva excesivamente tecnocrática que estaba tomando la unión. Lúcido hasta en eso.

 

 

Regiones ultraperiféricas: vulnerables, pobres… y tan europeas como el resto

Empiezo este 2014 casi como acabé el 2013: hablando de fronteras y territorios europeos anómalos o vulnerables. A consecuencia de la herencia colonial de algunos de los estados que forman la UE, existen diseminados por el mapa mundial enclaves que, aunque disten miles de kilómetros del viejo continente, viven bajo el paraguas comunitario. Son las llamadas regiones ultraperiféricas, que no hay que confundir con los países y territorios de ultramar, pues ambos gozan de estatus jurídicos diferentes.

Las RUP —que desde este pasado uno de enero ya son nueve, con la incorporación de Mayotte, una pequeña isla entre Madagascar y Mozambique— son territorios indivisibles de los estados a los que pertenecen (España, Portugal y Francia) y en ellos se aplican las mismas leyes y tratados que en el resto de la Unión, incluido Schengen (lo que curiosamente no sucede en Melilla: algún día explicaré las razones).

Telescopio en La Palma (Pablo Bonet / IAC)

Telescopio en La Palma (Pablo Bonet / IAC)

En cambio, los territorios de ultramar (PTU) —21 países, que dependen de cuatro estados europeos— mantienen una escala inferior en cuanto al coeficiente de penetración de la UE. Los ciudadanos que viven en ellos son, sí, ciudadanos europeos, pero como los territorios donde viven no son parte de la Unión, no están sujetos al acervo comunitario. Para simplificarlo, son algo así como ciudadanos privilegiados… pero solo a medias.

Yo quería hablaros de las regiones ultraperiféricas, entre las que están Canarias, Azores y la Guayana francesa (aquí el resto). Son de los territorios más pobres de Europa (la renta per cápita lo demuestra), los niveles de paro son altos, están lejos o muy lejos del continente (aunque esto les da cierta ventaja geoestratégica) y presentan unas dificultades específicas sobre las que la UE trata de poner remedios también concretos: bien a través de financiar centros de investigación punteros o bien con la inversión directa en sectores como la agricultura y el comercio.

La noticia de la incorporación de Mayotte como la novena RUP ha pasado inadvertida estos días en la prensa generalista. Algún teletipo de agencia y algún breve. Poco más. Los diarios canarios, en cambio, sí han escrito sobre esta pequeña y exótica isla del sur de África. ¿Afectará al archipiélago la incorporación de Mayotte? ¿Se reducirán las ayudas que llegan a la isla al haber un nuevo miembro en este selecto club?

Según un artículo publicado eldia.es, el Gobierno canario no se muestra especialmente preocupado. Las asignaciones a las RUP ya están pactadas para el periodo 2014 – 2020 y en ellas, además, se contemplaba la incorporación de Mayotte, como finalmente ha tenido lugar. En cambio, el eurodiputado del PP Gabriel Mato sí reconoce, según este diario, que el pequeño territorio francés, muy empobrecido, puede alterar el equilibrio existente dentro de las regiones ultraperiféricas.

Volveré, espero, a hablaros de las regiones ultraperiféricas más pronto que tarde. Es posible que a lo largo de este año se unan a las existentes otra pequeña isla, perteneciente a las Antillas holandesas: Aruba. Esta podría ser una buena excusa para profundizar un poco más en las visicitudes de estos territorios y sus habitantes e, incluso, tratar de obtener su punto de vista (alejado) sobre qué es Europa. Sirva esto de hoy de somera toma de contacto.