Europa inquieta Europa inquieta

Bienvenidos a lo que Kurt Tucholsky llamaba el manicomio multicolor.

Archivo de noviembre, 2013

«Los europeos hemos vivido con la idea de que otros países querían ser como nosotros»

La bibliografía que genera Europa acaba por apabullarte. La temida hiperespecialización también ha llegado (hace tiempo) a los dominios de la UE. Estar al día de su producción académica, periodística e institucional es un imposible metafísico. Este blog ocupa un apéndice de mi tiempo, un punto medio entre no hacer el ridículo y la obsesión malsana, por lo que ni sueño con alcanzar la totalidad.

Trato de combatir la percepción de vivir a remolque de los sucesos haciendo una selección sensata de lecturas. Algunas, no todas, las desmenuzaré en posts para compartirlas con vosotros. Habrá de todo y para todos los gustos, desde ensayos de contenido más filosófico, pasando por obras de Historia (clásicas, pero también recientes) y terminando en publicaciones de naturaleza más combativa (estos panfletos, en el buen sentido, que tanto abundan últimamente).

Europa tradicion o proyecto

Comienzo, pues, con un volumen colectivo que acaba de publicarse, escrito por investigadores jóvenes que reflexionan sobre el continente desde distintos campos de estudios dentro de las Humanidades. Se titula Europa: tradición o proyecto (Abada, 2013).  No os asustéis, porque trataré de ser digerible.

Como se intuye ya desde el título, se trata de una obra de contenido puramente especulativo. Salvo un par de artículos, centrados en economía y relaciones internacionales (de los mejores de todo el conjunto), el resto de la obra lo conforman trabajos filosóficos de distinto cariz, pero con un denominador común: la preocupación por la identidad y el ser europeo.

Ciertamente, y no es una crítica menor, algunos de los artículos poseen un tono críptico que me resulta un tanto desagradable (estoy acostumbrado a la droga dura teórica, pero cada vez que leo ‘genealogía’ y Foucault me pongo a bostezar) y escasamente motivador. En cambio, otros son muy iluminadores y contienen reflexiones audaces acerca del pasado y el presente.

Desgranar sin más los artículos sería una tortura para vosotros y un trabajo muy poco fructífero para mí. Así que lo que haré será transcribir algunas de las reflexiones que contienen, pero agrupándolas bajo conceptos claves. Así, quien quiera leerse el libro sabrá de antemano a qué atenerse y, quien no quiera, se hará con una idea muy aproximada de por dónde van los jóvenes que piensan Europa.

SOBRE LA IDENTIDAD

«La hora de Europa está por venir (…). Europa consiste en estar justamente por venir: siempre pendiente, permanentemente a punto de… (aus geblieben), como gustaba de decir a Heiddegger respecto al ser».

«Europa será Europa cuando deje de serlo, esto es, será perfecta cuando alcance su télos al modo en que el héroe se hace verdaderamente héroe en el momento de su muerte».

«La idea de Europa, o mejor dicho, Europa en tanto que podemos imaginarla como un mapa, está a medio camino entre la realidad y la abstracción».

«Si Europa es ya una invención europea, Europa es primeramente una reflexión (…). Europa se diferencia por su capacidad de diferir de sí misma».

SOBRE EL PASADO

«Hemos vivido en el pasado con la idea de que otros países querían ser como nosotros».

«Europa es un proyecto en movimiento que tiene pasado judío«.

«La historia de Europa es por ello un ejercicio permanente de juridificación en el que la norma sirve de enmienda a la naturaleza, confiándose así a su rentabilidad futura».

«Todo lo más, a lo que puede aspirar la Europa del presente es a validar la legitimidad de su legado tratando de mantenerse a la altura de un pasado que, ya dijimos, corre el riesgo de ser ficticio».

SOBRE ECONOMÍA Y SOCIEDAD

«Los grandes avances en el proceso de integración siempre se produjeron como reacción ante etapas de crisis».

«La mayoría de los retos han tenido una dimensión fundamentalemente interna«.

«El modelo solidario de sociedad que hereda la Europa del siglo XX, en conclusión, lejos de ser un logro heroico del movimiento obrero, naturalizado en derechos sociales, es una solución relativa a la coyuntura del conflicto generado por el primer capitalismo industrial».

SOBRE LA CRISIS

«La debilidad actual de Europa podría atribuirse al final de la <<energía acumulada>> tras ese conflicto [bélico, Segunda Guerra Mundial] , o, si nos situamos en el plano subjetivo, por el olvido de los horrores de la guerra en generaciones que no la conocieron directamente».

«El proyecto de la UE ha surgido precisamente para ofrecer un contrapeso (sobre todo económico) al poder desmedido de los Estados Unidos, pero no parece por el momento garantizar ese sentimiento de pertenencia que los EE UU en cambio transmiten no solo a cada ciudadano americano, sino también a los individuos miembros de esa confusa entidad llamada <<occidente>>».

«En nuestra opinión, la clave para la superación de la profunda crisis que atraviesa europa para por una transformación del concepto de ciudadanía«.

«En este momento, la libertad de los europeos se pervierte quizás en aras de un progreso que sabemos que no se dará«.

 

Lou Reed, Václav Havel y la caída del comunismo en los países del Este de Europa

Primero murió el político, en 2011; dos años después lo ha hecho el músico. Entre el dramaturgo disidente de los regímenes del Este y el sultán de la vanguardia cultural neoyorkina hubo una anécdota que merece ser salvada del olvido.

En 1990, Václav Havel  viajó a EE UU. Acaba de ser elegido presidente de Checoslovaquia. El mundo entero estaba pendiente de él y de este pequeño país europeo que dejaba atrás el comunismo de forma incruenta tras décadas de cárceles y exilios. Allí, en el corazón del imperio, se reunió con mucha gente importante, entre ellos el idolatrado Lou Reed. Al parecer, y como recoge el libro Enclycopedia of the Cold War, Havel le soltó al músico: «¿Sabes que soy presidente gracias a ti?».

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La feliz conversación tiene una intrahistoria que desconocía (la descubrí gracias a un reciente artículo publicado en Slate). Havel había bajado a mediados de la década de los sesenta del siglo XX a EE UU. De allí se trajo una grabación de la Velvet Underground —hay dudas si fue o no el White Light/White Heat— que pronto se convirtió en una seña de identidad entre el círculo de los jóvenes (y no tan jóvenes, ahí estaba el venerado filósofo Jan Patocka, hasta que lo mataron) disidentes.

El fervor iniciático con el que se escucha la música de la Velvet —impía más por venir del lado occidental que por sus letras, bastante ininteligibles— llegó a oídos de los jerarcas de la dictadura prosoviética, y algunos de los músicos checos que versionaban sus canciones en conciertos clandestinos fueron detenidos y torturados por el siempre eficiente aparato represor del comunismo.

La oposición interna se organizó. Poco después vendría el manifiesto ‘Carta 77’, la (verdadera) primavera y, tras todo eso, los duros años de cárcel para los defensores del poder de los sin poder, entre ellos el propio Havel, un referente ético e intelectual que pasó varios años entre rejas escribiendo cartas a Olga y sin llegar siquiera a imaginarse que algún día sería presidente.

Que la música es un vehículo que canaliza el descontento social es solo una verdad a medias. No siempre se ha cumplido esta premisa. En el siglo XX la música sirvió tanto para movilizar a las minorías como para desmovilizar a las masas. En Checoslovaquia ocurrió lo primero, y el rock gozó de un maridaje fructífero con la política de base (todo lo que os he contado me recuerda el argumento de aquella obra de Tom Stoppard que recrea el efervescente mundillo cultural de los disidentes checos). Una simbiosis que fue menos habitual de lo que se cree a este lado del telón de acero. Porque aquí, como leí en algún sitio que ahora no recuerdo, la música protestaba por nosotros.

 

¿De qué escribíamos antes de la crisis?

Es una conversación recurrente entre periodistas, como si una rara forma de amnesia afectara a su trabajo. ¿De qué escribíamos antes de que hubiera crisis? No hay una respuesta unívoca: cada uno escribiría de aquello que le obligaran a escribir, de lo que mejor supiera o de lo que felizmente siguiera de cerca, como un sabueso.

Yo no lo sé, porque empecé en esto casi con un pan negro bajo el brazo (Lehman Brothers), pero supongo que las historias pecaban de menos vicios circulares (‘x’ baja por que hay crisis; hay crisis porque ‘x’ baja) y por el contrario estarían algo más huérfanas de precisión y estadísticas (bienvenido sea el homo œconomicus, que dice @nicolasmsarries).

diarios

¿Más frivolidad? No necesariamente. Los periódicos, como la Puerta del Sol y otros paisajes neomedievales, son un decamerón donde lo zafio convive con lo desgarrador, donde lo sublime y lo ridículo se rozan continuamente sin margen para la aflicción o el arrepentimiento.

He preguntado a varios compañeros. Nada sistemático. Simplemente les hice la misma pregunta que encabeza el post. Para @pelayogades, antes había más variedad de temas, ahora en cambio prima lo económico. Las historias que afectan a la clase trabajadora, para destacar la crudeza de la crisis, son ahora las más demandadas, me cuenta.

De una opinión similiar es @agrados, para quien todo o casi todo se lee en clave económica. En este punto, @rruiz, otro compañero, es el más incisivo. El 90% de los temas, me dice, actualidad, local, deportes e incluso cultura se enfocan desde la crisis. Además, cree que somos mucho más alarmistas ante cualquier problema; somos más dramáticos y menos literarios.

Así que es posible que los temas, después de todo, sean los mismos y lo que realmente haya cambiado sea la forma de escribirlos. El dichoso cómo, que obesionaba al gran Christopher Hitchens: lo importante no es lo que se piensa, sino cómo se piensa.

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Esta es la gráfica que se obtiene con Google Trends cuando introduces los términos ‘Europa’ y ‘crisis’. Quizá no sea el colmo de la exactitud estadística, pero sirve para hacerse una idea rápida de cuánto han aumentado las búsquedas relacionadas con la UE y su líos. Con elevados picos en 2008 —con el comienzo de los rescates bancarios— y 2010 —uno de los puntos de inflexión de la crisis comunitaria— esta sinuosa línea azul es la cronología de una gran preocupación.

Y en esta otra gráfica, obtenida de la hemeroteca de La Vanguardia, también se observa un fenómeno similar, pero ampliado. Europa es una etapa de montaña del Tour de Francia que llanea hasta los años sesenta y que poco a poco va empinándose hasta llegar a nuestros días convertida en puerto de categoría especial.

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Europa siempre fue crisis, pero desde hace unos años es una crisis sobrerevolucionada. Los lectores demandan más Europa, más historias continentales, y los medios de comunicaciones les devuelven titulares sobre cumbres políticas al borde del abismo, sobre cómo se extiende la inevitable la mancha negra del populismo o sobre las conclusiones de Basilea III.

Ha habido, en los últimos años, una invasión de nuevas siglas al tiempo que el foco dirigido sobre la UE se ha politizado (creo que para bien). Antes, las noticias reflejaban una rutina casi hegeliana:  todo era soberanamente aburrido, pero se progresaba. Hoy, eso ha cambiado. Los periódicos han introducido una variable nueva que hasta ahora no se tenía en cuenta: la duda. Y con ella la emoción. Las noticias sobre Europa se escriben con un fervor que antes no existía. Ahora faltaría por saber si se leen o no con la misma urgencia.