Europa inquieta Europa inquieta

Bienvenidos a lo que Kurt Tucholsky llamaba el manicomio multicolor.

Europa, pasiva y callada frente a los drones

Los drones son baratos, asépticos y letales. EE UU lo sabe; la UE parece que no del todo. Desde hace unos años, Obama los viene usando con una ligereza y opacidad inéditas –más de 3.400 muertos, según Micah Zenko, experto del Council on Foreign Relations– en su guerra posmoderna y asimétrica contra el terrorismo. La historia de esta tecnología militar se remonta al siglo XX (en este documentado post del blog de Hernán Zin podréis leer un estupendo resumen), pero no ha sido hasta esta segunda década del XXI cuando los drones han adquirido el estatus de arma de guerra decisiva.

drones

No sé si como nuevo paradigma bélico o simplemente como ingenio mortífero, el desarrollo de la tecnología robótica para fines militares preocupa a todos, desde Estados e instituciones internacionales hasta juristas y ciudadanos. Así, el relator de la ONU Christof Heyns, en su Informe sobre las ejecuciones extrajudiciales, sumarias o arbitrarias, expone los riesgos de su proliferación, que van desde la «normalización de los conflictos armados» (por la distancia física y psicológica del atacante) a la «violación de la soberanía de los Estados».

Para especialistas en derecho como Pilar Pozo Serrano el debate sobre los drones implica tomar partido acerca de si su uso (especialmente por parte de EE UU) contraviene los principios de proporcionalidad y distinción, pilares del Derecho Internacional Humanitario. Conceptos en parte difusos como el de «ataques selectivos», «combatientes ilegítimos» o «legítima defensa» son claves. Urge una regulación transparente y conforme a derecho, recuerda Heyns en su informe, para evitar que el uso de drones de combate «no socave la capacidad del ordenamiento jurídico para preservar un orden mundial mínimo».

La opinión pública, mayoritariamente en contra

Europa está hecha un lío con los drones. Por una parte, está comenzando tímidamente a desarrollar tecnología robótica (tanto para uso militar como civil). En este informe técnico del Instituto Español de Estudios Estratégicos se detalla ampliamente: drones, minidrones, microdones; para control medioambiental y para control de incendios; seguridad pública y seguridad privada. «Las decisiones que se tomen al respecto en los próximos tres años», escribe en él Fernando Ruiz Domínguez, subinspector del Cuerpo Nacional de Policía, «marcarán el resultado para la UE durante al menos la siguiente década».

Por otra parte, la UE no oculta las diferencias importantes –legales y éticas– con EE UU sobre el uso de drones, sobre todo en lo relacionado con las ejecuciones extrajudiciales. Europa quiere una legislación más restrictiva, acorde con lo que desea la ONU, mientras que EE UU, pese a los movimientos anunciados en mayo por Obama en política de defensa, continúa justificando su uso en función de unos requisitos absolutamente unilaterales.

Algunos países de la UE –Reino Unido y Francia, entre ellos– están desarrollando individualmente tecnología militar robótica. Otros, están en vías de hacerlo. Pero más allá, no existe una posición común dentro de la UE, ni respecto a cómo deben usarse –como escribe Anthony Dworkin en un informe para el European Council on Foreign Relations– ni respecto a qué exigirle, en materia de legislación, a la Administración Obama.

Por último, 0tro factor agrava la situación todavía más. Los ciudadanos europeos, salvo los británicos, no quieren ni oír hablar de drones. Según una reciente encuesta de Pew Research, un 74% de españoles, un 63% de franceses y un 59% de alemanes dicen estar totalmente en contra de los ataques con esta clase de armas. Si a esto se añade que buena parte de la información secreta que EE UU maneja para localizar sus objetivos proviene de los servicios de inteligencia europeos, el resultado es un «silencio molesto», como escribe Dworkin, seguido de una «sospechosa y curiosa pasividad» de países e instituciones.

PD: La literatura académica sobre drones es ingente y sobrepasa de largo mi capacidad de asimilación. A los informes oficiales de la ONU se suman los artículos especializados de juristas, ingenieros e investigadores en RR II. Si queréis saber más, además de los hipervínculos de este texto, podéis acudir a la página web del Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado. Allí, el pasado mes de mayo, tuvo lugar una mesa redonda de expertos en la que se debatió sobre las implicaciones tanto militares como filosóficas y tecnológicas de este tipo de armas. Lamentablemente, las actas del encuentro aún no están publicadas, pero espero que lo estén en breve.

9 comentarios

  1. José K. se ve a veces protagonista —que no galán— de estrambóticos filmes. Hoy imagina una mezcla imposible de neorrealismo y Apocalypse now. ¡Ama tanto a De Sica! ¡Tanto a Coppola! La escena arranca con una visión de sí mismo en camiseta de tirantes y pantalón de pijama durante el delicado ejercicio diario de colar el café con su obligada manga. Es entonces, ya ven en qué momento tan poco heroico, cuando llega el fin del mundo: un estruendo lo llena todo mientras un tornado de paredes, marcos de ventana, muebles, ollas, vuela a su alrededor en un batiburrillo que apenas en unas décimas de segundo pierden su consistencia para hacerse añicos indiferenciados. Incluso ve cómo su propio cuerpo desaparece —adiós, amigo— en diminutas partículas.

    Es un dron, atina a decirse en esa millonésima de segundo que aún guarda la capacidad de razonar previa a su total y definitiva desaparición. Alguna vez lo ha pensado al volver a casa: su edificio es una auténtica provocación, una muestra descarada de esos seres que solo sirven para retrasar el advenimiento, por fin, de la Santa Eficiencia Económica, a tus pies te veneramos. Merecedor, pues, de ese dron purificador. Porque hay que ver qué vecinos, todos ellos un lastre insostenible: jubilados y parados de larga duración viviendo de la sopa boba de muníficas pensiones, enfermos —caraduras, seguro— que gastan y gastan en medicinas; padres dependientes, suegros dependientes, hijos dependientes, hermanos dependientes, esposos dependientes, esposas dependientes. ¿Miran ellos acaso por el cumplimiento del déficit acordado con Bruselas? ¿Tienen alguna consideración hacia el equilibrio espiritual de, por ejemplo, Olli Rehn, comisario europeo que es de Asuntos Económicos y Monetarios, y al que unos cuantos desharrapados como los descritos más arriba no hacen otra cosa que dar disgustos?

    Por eso cree José K. que en Berlín, que es donde están las y los que mandan, ya se han cansado de soportarnos y han decidido inclinarse por la política de los drones. Es consciente nuestro hombre de que dicha estrategia no incluye esa destrucción entrevista en sus desvaríos cinematográficos, sino el disimulo de quienes ya superaron la frontera de la deshumanización. Esa es la manera en que han decidido organizar el mundo. A ciegas. Las leyes que se imponen, las disposiciones que se dictan, los recortes con los que se castiga, se hacen en función de cumplir unas magnitudes aleatorias fijadas por algún demente a una población que carece de rostro. No hay nombres, no hay personas, nadie sabe si eres viejo, joven, hombre, mujer, niño o niña. Los rostros de los ciudadanos no tienen cara, carecen de ojos y, por tanto, de mirada implorante. Deciden contra la masa, gobiernan contra la informidad de un conglomerado apenas diferente de un rebaño en la majada.

    Se dictan las normas desde Bruselas, o desde Berlín, y se eligen unos cuantos drones para llevarlas a cabo. ¿Es, pues, un dron Mariano Rajoy enviado por Angela Merkel?, se pregunta José K., un punto alterado por el descubrimiento. Refuerza su impresión el hecho de que el presidente habla lo mismo que cualquier dron que se precie: nada. Silencio. Actúa pero no explica. Golpea, pero no se disculpa. ¿Y pueden los drones tener otros dronitos y algunas dronitas? ¿Montoro, Báñez, Guindos, Wert, Mato?

    Conocemos la táctica de los drones: no ver a quien asesinas. No tener que registrar el gesto de angustia de esa madre a la que arrancas el futuro mientras mira a sus hijos en el momento en el que han de abandonar la casa que hasta hace unas horas era su hogar. O la de la anciana que se queda sin ayuda para la dependencia. ¿Demagogia? ¿Sensiblería? Sí, claro, pero cree José K. que aún es menos de la necesaria para compensar la desvergüenza de quienes adoptan los procedimientos de los drones: destruirlo todo sin que se te manchen las manos. Es la cobardía, dice nuestro hombre, vena hinchada, de quienes se ríen de sus ciudadanos, como este Gobierno dispuesto a aprobar una reforma de las hipotecas a sabiendas de que no resuelve absolutamente nada. O a esos directivos de un banco en ruinas —otros drones— que se embolsaron 68 millones de euros en cuatro años mientras la entidad por ellos saqueada —por iniquidad o inutilidad, tanto da— hacía perder miles de millones a accionistas y ahorradores. Obscenos.

    ¿Hay respuesta frente a tan sofisticados artefactos? ¿Alguna manera de responder a esa despersonalizada masificación del mal? ¿A ese cobarde ataque mortal contra una población carente de armas defensivas igual de sofisticadas y efectivas? Piensa José K. que a lo mejor la solución está, precisamente, en una sabia utilización de las diferencias numéricas. Nosotros somos muchos, muchísimos, y ellos, muy pocos. Los millones de ciudadanos deliberadamente despojados de individualidad, agredidos, violentados, maltratados, saben, o está a su alcance saberlo si reflexionan un momento, que apenas si son un puñado de millares de personas quienes alimentan a la bestia y organizan, dirigen, pagan y se benefician de los ataques de los salvajes drones. Hasta una lista por orden alfabético se podía hacer. Pepito, menganita, zutanito.

    ¿Escrache, dicen? A José K., quizá por su formación pequeñoburguesa —qué gusto recobrar aquel lenguaje: pequeño-burguesa; y hasta plusvalía— no le gustan ciertas prácticas. Sobre todo desde que tuvo que ver con sus propios ojos los actos de repudio cubanos. Nunca, nunca, tales desmanes, tal humillación de seres humanos y sus familiares. Aunque algunos sean culpables de procurarlos a millares. Pero, por favor, no tengan el descaro desde el partido hoy en el poder de dar lecciones de respeto, ellos que durante años se han servido del insulto y el menosprecio, incluso de las tácticas más infames para dañar a quienes entonces gobernaban, alzados y acompañados por una prensa sumisa a sus intereses, pero insultante, vociferante, infame, ignominiosa y mentirosa cuando se trata de atacar al otro. Y eso lo sabe muy bien José K. porque tiene un amigo dedicado —un loco, sin duda— a vigilar a semejantes fenómenos de la naturaleza, tal que los Hans o Koo-Koo de Tod Browning.

    Pero es evidente que la respuesta no puede ser otra que la de poner cara, ojos, pestañas, nariz, cejas, labios, mentón, carrillos y orejas a los responsables. Y nombre. Sobre todo nombre. Esos políticos, esos banqueros, esos corruptos. Sabemos cómo se llaman y qué cara tienen. Con eso es suficiente. Nos sobra saber dónde viven. Así que entre todos tendremos, se dice José K., acalorado ya a estas alturas o, por mejor decir, más cabreado que una mona, que hacerles saber a tales patricios que les conocemos, que sabemos quiénes son y que somos conscientes de sus desmanes, de su procacidad, de su impudicia. Habrá que repensar maneras, decidir nuevas estrategias. Entre otras cosas, se pone un poco pedante José K., recordar lo que señala el artículo 3 de la Ley Orgánica 9/1983: “1. Ninguna reunión estará sometida al régimen de previa autorización. 2. La autoridad gubernativa protegerá las reuniones y manifestaciones frente a quienes trataren de impedir, perturbar o menoscabar el lícito ejercicio de este derecho”. ¿Límites? Sí, pero no nos olvidemos de lo principal: no creamos a quien nos traiga la monserga de un mal entendido respeto al resultado de las urnas, traducido en que nadie puede decir ni mu entre votación y votación cada cuatro años. A depositar la papeleta y a callar. Pues no, en absoluto.

    El marcaje público, que no acoso —¿se entiende la diferencia?— al dron o hacedor de drones puede ser un buen inicio: ¿Dormirán intranquilas estas pobres criaturas? ¿Se les amargará la copa, el sarao, la cena con sus iguales? Pues qué le vamos a hacer: les toca apurar la parte alícuota del acíbar que les corresponde por haber amargado la vida a esos millones de ciudadanos de los que desconocen sus nombres, ni saben dónde viven —o vivían—, ni de qué trabajan —o trabajaban—.

    Tan distinguidas personalidades no querrán, además, que sus víctimas les vitoreen: si oyen un grito resonante, lo más probable es que sea un insulto.

    Natural, razona sentencioso José K.

    José María Izquierdo
    8 ABR 2013
    El Pais.

    11 octubre 2013 | 12:38

  2. Dice ser LA CIVILIZACIÓN NO ACABA CON LAS GUERRAS SINO QUE LAS PERFECCIONA. VOLTAIRE.

    Unos países occidentales cuya economía es hacer la guerra, tener ejército, espionaje, fabricar drones, carros blindados, armas de fuego, vehículos militares, etc ¿Qué clase de civilización es esa? Una puta mierda.

    ¿Cómo pueden mantener su economía los que están basados en la guerra? Haciendo guerras continuamente en las que la mayoría de los que mueren son civiles. Vomitivo.

    11 octubre 2013 | 13:45

  3. Dice ser swin

    en verdad somos los hijos del diablo,

    mejor no tener hijos para no ser complices ni seguir perpetuando este ssitema parasitario basado en al rapiña , el expolio y el asesinato de inocentes para que nuestros hijos puedan vivr en la mentira de la sociedad del bienestar social

    qeu solamente es posible manteniendo oprimidos , controlados por titeres tiranos o enfrentados en guerras comenzadas con merccenarios, a todos esos paises cuya explotacion es la que permite que en nuestro mundo millones de inutieles, vagos y cuentistas puedan vivir sin trabajar ni haciendo nada productivo,

    recibiendo ayudas, pagas o subenciones, y pudiendose dedicar a la poesia, la musica, el cine, y todas las bellas artes y cuentos que todos pagamos dos veces, aunque no nos gusten

    porque ese dinero sale de algun lado, y o bien se le roba al que trabaja de verdad, o se saca de los paises que se mantienen en al pobreza para ser explotados

    asi que no importa que no seamso nosotros los que apretamso el boton del drone,

    nosotros estamso en el mismo bando , por eso no seremso tenidos por inocentes, a no ser que nos independicemso totalemnte del sitema consumista y renunciemos a sus comodidades e innecearias necesidades consumistas,

    y por supuesto renunciando tambien a recibir lo que bien sabemos que ni nos corresponde ni no nos lo merecemos

    a ver cuanttos inocentes quedan de verdad, dispouestos a renunciar a sus comodidades y sus pagas, sabiendo que para ello son necesarios las revuelas, drones o los sanguinariso y sadicos mercennarios en esos paisees

    todos somos igual de culpables

    11 octubre 2013 | 14:00

  4. Dice ser Raybingo

    Ok, nacho. Para la próxima Atocha prepárate un chaleco y el billete para Afganistán.
    Allah Ackba…….. creo que este te paga.

    11 octubre 2013 | 14:53

  5. Dice ser Tener hijos para matar por dinero.

    Que mate por dinero vuestra puta madre que para eso os parió. Capitalistas de mierda de militares, policías, espías, políticos y demás chusma. Si no podeis dar trabajo decente sin tener que matar, avasallar, torturar, espiar o aplastar pues no tengais hijos.

    11 octubre 2013 | 15:03

  6. Dice ser pibelo

    hace rato que perdimos la vergüenza
    nos doblegamos encantados ante le mas fuerte.y no arreglamos en patio nuestro..

    11 octubre 2013 | 15:10

  7. Dice ser NOPE

    Cadronessssssss !!!!!!!!!!!!!

    11 octubre 2013 | 18:08

  8. gracias, buen artículo

    12 octubre 2013 | 00:20

  9. Dice ser Pelus

    Un interesante post, con enlaces a información muy interesante. Es una lástima que Europa, que siempe habla tanto de valores y valores, sea cómplice de estos ataques. Si predicaran con el ejemplo moriría mucho menos gente por los drones, ya que son colaboradores necesarios en estos ataques selectivos. Una verdadera vergüenza, pero dudo mucho que en Bruselas, o cualquier capital europea, ningún dirigente alce la voz ante estas odiosas actividades.

    12 octubre 2013 | 00:55

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