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"... no me despiertes, si duermo, y si es verdad, no me duermas". (Pedro Calderón de la Barca, 'La vida es sueño')

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Nunca es tarde…

4estrellasQfwfq. Una historia del universo

Ah, qué sabia la sabiduría popular cuando asegura que nunca es tarde si la dicha teatrera es buena. Especialmente si el destino (quien dice el destino dice un gabinete de prensa) te la hace llegar cuando a Madrid empiezan a sobrarle grados y asfalto y la falta de frescura empieza a contagiarse a su cartelera escénica.

Pues, bien, la dicha en cuestión lleva por título Qfwfq (léase Cufubufucu) y tiene por creadores a Teatro Meridional, que la representaron por primera vez en 1999. No se asusten: no es más ni menos que una adaptación de Las cosmicómicas de Italo Calvino, a las que Julio Salvatierra ha incorporado una abuela que habla en argentino, la idea de cantar los paratextos que anteceden a cada uno de los cuentos que la componen y otras magníficas aportaciones.

Qfwfq

Chani Martín, Marina Seresesky, Elvira Cuadrupani y Alvaro Lavín en ‘Qfwfq’. (Teatro Meridional)

Afirman sus creadores que no se trata de “teatro del absurdo” ni de “ciencia-teatro-ficción”, sino de humor. Bueno, sin duda tiene mucho de humor, de ese humor elegante que más que carcajadas suscita risas y sonrisas permanentes, y mucho de lírica. Pero como narra las vivencias de una familia que existe desde que se originó el universo, condicionadas por su formación y evolución de acuerdo con distintas teorías científicas, también, claro, mucho de ciencia-teatro-ficción y de genial humor absurdo. Para muestra, un fragmento del cuento inspirado en la teoría de Edwin Hubble según la cual la materia del universo estuvo concentrada en un solo punto:

Había también la mujer de la limpieza —»adscrita a la manutención» la llamaban—, una sola para todo el universo, dado lo reducido del ambiente. A decir verdad, no tenía nada que hacer en todo el día, ni siquiera quitar el polvo —dentro de un punto no puede entrar ni un granito de polvo— y se desahogaba en continuos chismes y lamentos.

El texto sostiene perfectamente una función en la que apenas se emplea utilería y cuenta en esta versión con unas proyecciones estupendas, que apoyan la representación sin interferir en ella.

El texto y cuatro magníficos actores: Álvaro Lavín (también dirige), que, por ejemplo, cuando se refiere con todo el convencimiento y la seriedad del mundo al amor polimorfo (o poliformo o poliforme o polifórmico… tengo memoria de pez) parece un personaje sacado de Amanece, que no es poco (entiéndase como un piropazo); Marina Seresesky, que borda a la abuela terca a la que le ha dado por hablar en argentino; Chani Martín, tan fino como sus compañeros en el que tal vez sea el papel más sereno, el del padre; y Elvira Cuadrupani, de una expresividad maravillosa (aunque un poquito chillona).

Para pequeñas delicias como esta nunca es tarde.

– Guión y adaptación: Julio Salvatierra, basado en Las cosmicómicas de Italo Calvino.

– Dirección: Álvaro Lavín.

– Reparto: Álvaro Lavín, Marina Seresesky, Chani Martín, Elvira Cuadrupani.

– Diseño y realización videográfica: Roi Fernández.

– Diseño y realización de escenografía: Teatro Meridional, Rocío Barreto.

– Producción: Teatro Meridional.

– Sala: Cuarta Pared, Madrid.