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"... no me despiertes, si duermo, y si es verdad, no me duermas". (Pedro Calderón de la Barca, 'La vida es sueño')

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Opiniones son

2estrellasEl zoo de cristal

Hace años, durante una entrevista, Mario Gas me dijo que el buen director teatral es aquel cuyo trabajo pasa desapercibido, «el que se diluye en una puesta en escena». Lo recordé ayer mientras veía El zoo de cristal, una función que no termina de echar a volar lastrada por algunos errores de planteamiento.

Para empezar, cuesta creerse que Silvia Marsó, que interpreta a Amanda, y Pilar Gil, que da vida a Laura, sean madre e hija. Hago una búsqueda en Internet y compruebo que la diferencia de edad entre ambas actrices es de 13 años. Claro. Y aquí ni la primera aparenta un año más del que tiene ni la segunda uno menos.

'El zoo de cristal'

¿Ustedes creen que esta mujer tiene que explicar que en otra época fue bella?

Digo más. No es solo que Marsó no aparente un año más del que tiene, es que bien podría pasar por una mujer una década menor (si IMDb no miente, ha cumplido los 50). Así que desconcierta ya en la primera escena, cuando su personaje recuerda los tiempos de juventud en que la pretendían los chicos de la zona y dice algo así como “No bastaba que una muchacha tuviera una cara bonita y un buen tipo… Aunque yo no estaba mal dotada en ninguno de los dos aspectos”. ¿Ustedes se imaginan a Angelina Jolie diciéndoles hoy a sus hijos que de joven era guapa y tenía buen cuerpo? ¿Lo ridícula que resultaría la evidencia? Vale, lo he llevado al extremo, pero para que se me entienda.

La Amanda de Marsó, además, derrocha la energía propia de una treintañera. Nada que objetar en este sentido, Tennessee Williams definió el personaje como una mujer “de una gran vivacidad”. Sí al pelo cano que le ‘colocan’. Entiendo que se ha podido buscar el contraste entre el vigor de la madre luchadora y el tiempo que en realidad ha pasado por ella, pero sumado a todo lo anterior le resta credibilidad.

Que conste que la actriz consigue superar todos estos fallos de concepto. Vi a la mejor Silvia Marsó de los últimos años. Vuelvo a citar a Williams cuando define al personaje: “Hay mucho que admirar en Amanda, y tanto para adorar y compadecer como para reírse de ella (…) Y aunque su insensatez a veces la hace inconscientemente cruel, hay ternura en su persona”. Pues todo eso, con las contradicciones y la dificultad que implica, está en la Amanda de Marsó, adorable, odiosa y cómica al mismo tiempo.

'El zoo de cristal'

Arestegui, Marsó, Gil y Carlos García Cortázar, el elenco de ‘El zoo de cristal’. (Foto: Pedro Gato)

Ahora, si me pareció mal dibujado el personaje de la madre, otro tanto me ocurrió con el de Laura. Personalmente, veo a la hija como una joven frágil, tierna, que vive en su propio ensueño, y encontré aquí a una Laura que casi da miedo.

Escenografía y sonido vienen a completar la lista de incongruencias de la producción. La primera, por la modernidad de las pantallas de los laterales, resolutivas en el aspecto funcional pero un ‘pegote’ (que diría mi madre) frente a los muebles y enseres de época; igual que la pared casi blanca del fondo (al menos eso parece con la luz), en este caso más por una cuestión de gusto personal que no logro justificar, pero esa pared lisa de la que solo cuelga el cuadro del padre ausente la imagino mucho más oscura. En cuanto al sonido, en al menos dos o tres ocasiones entran efectos de forma algo artificial, más propios de un audiovisual que del teatro.

'El zoo de cristal'

Arestegui y Marsó en ‘El zoo de cristal’.

En el lado positivo, aparte del trabajo de Silvia Marsó, destacaría que la función tiene buen ritmo. Agradecí la adaptación del texto y confieso que me aburrí más, de hecho, en producciones que he valorado mejor. La escena en que Tom (Alejandro Arestegui) le cuenta a su madre que ha invitado a su compañero a cenar y ella empieza a idear el acontecimiento la encontré ágil y entrañable, muy veraz, con una gran complicidad entre los actores. También me pareció precisa y adecuada la iluminación. Y tras la representación, deben saberlo, se oyeron “bravos”…

… Que las opiniones, opiniones son.

Título original: The glass menagerie.

Autor: Tennessee Williams.

Adaptación: Eduardo Galán.

Dirección: Francisco Vidal.

Reparto: Silvia Marsó, Carlos García Cortázar, Alejandro Arestegui, Pilar Gil.

Escenografía: Andrea D’Odorico.

Iluminación: Nicolás Fischtel.

Vestuario: Cristina Martínez.

Sonido: Tuti Fernández.

Producción: Teatro Español, Secuencia 3, Pedro Hermosilla Management y SOM Produce.

Sala: Teatro Fernán Gómez (sala Guirau), Madrid.