Estoy dramatizando Estoy dramatizando

"... no me despiertes, si duermo, y si es verdad, no me duermas". (Pedro Calderón de la Barca, 'La vida es sueño')

Callar

En los siete años largos que llevo haciendo información de espectáculos, incluidos los cinco años y medio que tiene en su versión impresa esta columnita, solo había dejado de reseñar adrede dos montajes.

El primero, a finales de 2009 (voy a dar una pista, como diría Juan de la Cosa), un musical de gran formato auspiciado por una radiofórmula. La trama incluía todos, absolutamente todos los clichés posibles: un homosexual reprimido, un joven enamorado en secreto de la novia de su —creo recordar— hermano, un guaperas que se queda paralítico como consecuencia de un accidente de tráfico… Y no habían tenido reparos en hacer algunas chapucillas con relación a los arreglos, por ejemplo en bajarle una octava a una canción de pronto en el estribillo porque sus notas eran demasiado agudas para la tesitura de la protagonista.

Las entradas, como suele ocurrir en este tipo de montajes, no eran nada baratas, así que en primera instancia pensé que los lectores tenían derecho a saber que iban a —en mi opinión— malgastar su dinero. Pero decidí callar. Sobre todo, porque me pareció que buena parte del público había disfrutado de aquella función de la que yo salí horrorizada y que, en realidad, esos grandes espectáculos comerciales gustan a no poca gente. Aparte, lo confieso, porque sabía que los salarios de decenas de personas, muchas de las cuales se estaban esforzando grandemente, dependían del éxito de aquella producción y porque todos los miembros del equipo con los que, de un modo u otro, traté fueron amables y facilitaron mi trabajo, algo que, por desgracia, no siempre ocurre (otro día os cuento).

Apenas seis meses más tarde callé por segunda vez. En este caso con respecto a un montaje de la comedia de una conocida escritora española contemporánea. No me desagrada en absoluto la escritora en cuestión, pero viendo aquella obra entendí por qué en la misma época la buena mujer apoyó otra producción de otra comedia suya y obvió esta. ¡Qué texto más evidente y facilón! ¡Y qué puesta en escena más casposa!

Opté por no escribir sobre aquella porque se trataba de una modesta producción privada y porque consideré que no necesitaban más publicidad negativa: la sala tenía capacidad para más de 300 personas y aquel día, contándonos a mi acompañante y a mí, había ocho.

… Así que llevaba más de cuatro años sin autocensurarme, lo cual no está nada mal. Pero hoy va a cumplirse lo de «no hay dos sin tres».

Este fin de semana he visto un intento de comedia, un texto nuevo con aspiraciones (¡ojalá no las tuviera!), ideas inconexas, obviedades, explicaciones innecesarias, actrices tan sobreactuadas que parecen salidas de otra era, un vestuario imperdonable, una iluminación inexistente… Francamente, no sé por dónde cogerlo.

En esta ocasión callo porque se trata de una producción pequeña, de gente novel, y los noveles sin recursos merecen ser tenidos en cuenta para bien, puesto que la información puede auparlos, pero no para mal, por la injusticia que supondría exigirles lo mismo que a producciones con muchos más medios.

Ahora, si no estáis para tirar el dinero y creéis que el espectáculo que he descrito (en cartel en Madrid hasta mediados de julio) podría ser aquel en el que pensáis gastaros los cuartos próximamente, hacédmelo saber a través del apartado de ‘contacto’ e intentaré responderos. Si estáis para tirar el dinero, hacédmelo saber también a través del apartado de ‘contacto’ y os responderé seguro.

2 comentarios

  1. «Yerran quienes afirman que en España no se lee. Ahí tenemos a la rutilante escritora, Belén Esteban. Tres ediciones en una semana y colas de varias horas, a la intemperie, para obtener su firma.

    También se equivocan aquellos que lamentan la escasa tirada de la prensa escrita. Las ventas del Marca, un día normal y no digamos los lunes, desmienten esa afirmación.

    Particularmente, me desalienta hasta la depresión que en el devastado ambiente editorial, sobreviva y triunfe económicamente una sucesión de páginas dedicadas a las pasiones más bajas, al cotilleo, las intimidades… En cualquier sociedad sana, esta clase de “libros” deberían resultar minoritarios, casi clandestinos, pasto de presidiarios pajilleros, reclutas drogotas, amas de casa que restañan su frustración mientras esperan a un marido panzudo y bruto…

    Pero no es así, en un axioma diabólico, triunfa lo cutre, tergiversado, instigador de pasiones y revanchas. Nada induce a la obtención de frutos mediante el esfuerzo diario, sistemático, la superación de uno mismo. Prima el engaño, el requiebro que conduce a los atajos mediante los cuales se puentee a quien decida valerse tan solo de su inteligencia, mérito y capacidad.

    Desde luego, nadie puede proscribir a Belén Esteban su derecho a escribir un libro o pagar para que se lo escriban. Lo desolador es contemplar cómo miles de personas aguantan penalidades para adquirir el vómito editorial de una musa de la telebasura al tiempo que las editoriales quiebran, las librerías echan el cierre y el autor que se precie busca publicar en otro idioma… ¿En qué nivel de degradación mental y moral está abismada gran parte de la sociedad española?

    Así, en la España de hoy se penaliza la superación de uno mismo, la lucha por la justicia social, el amor vibrante hacia la cultura, la pasión por ampliar conocimientos…, muy al contrario, prima lo grotesco, la España del esperpento que glosaba Valle-Inclán, la nación que expulsa a sus científicos e indulta a los ladrones de cuello blanco, la tierra de promisión de los defraudadores y mediocres ambiciosos, el lugar donde pedorras y pedorros y viceversa persiguen mediante bolos televisivos cuadruplicar, centuplicar, las ganancias de un médico, un juez, de cualquier profesional. Todo presidido por el pernicioso axioma de conseguir lo máximo con el mínimo esfuerzo, pasando por encima de quien sea, valiéndose del los medios que sea. A costa de lo que sea.

    Tal vez la última y mejor réplica a esta carcoma la haya brindado Sotomayor, el esforzado atleta cubano, ante preguntas de una reportera de la caverna: “Señor Sotomayor, ¿al régimen de Cuba le parece razonable que usted, un deportista, gane más que un profesor y un médico”? Respuesta de Sotomayor: “¿Y a usted le parece razonable que un futbolista, en España, gane más que todos los médicos de un hospital juntos?”.

    Esta es la “marca España”… Sobran comentarios».

    por Gustavo Vidal Manzanares | Jurista y escritor
    nuevatribuna.es | 28 Noviembre 2013

    08 junio 2014 | 21:29

  2. Dice ser Pedro

    Lo ha clavado

    09 junio 2014 | 00:29

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