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"Sin música, la vida sería un error". (Friedrich Nietzsche).

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¿’New Rave’ a la española?

Tengo cierta predilección por Los Conciertos de Radio 3, ese espacio que resiste en La 2 a horas intempestivas (y a menudo variables, como intentando que nadie lo vea). Como buen noctámbulo, resulta agradable encontrarse de vez en cuando con actuaciones de grupos interesantes. Y en ocasiones no tanto.

Hace unos días tuve la oportunidad de ver el concierto de los madrileños Spam, que andan presentando su segundo disco tras la incorporación de dos nuevos miembros. He de ser sincero: sentí vergüenza ajena. No fue esta vez por la actitud del público (que siempre permanece impertérrito, tanto si se trata de un concierto de trash-metal como de uno de flamenco), sino por la forzada pose de la banda.

Cuando todos los grupos británicos de la llamada ‘New Rave’ (una etiqueta inventada y alimentada por la siempre plasta prensa musical británica) reniegan de ella en cada entrevista, estos chicos parecen intentar aglutinar en su directo todos y cada uno de los manidos clichés de la supuesta escena: colores chillones, estética acid-house, megáfonos y bailes epilépticos. Todo ello sobre una base machacona de electrónica con un par de guitarrazos para dar el pego y unas letras tan insustanciales como la propia música. Al despropósito se le añade además el hecho de que los dos nuevos miembros han sido escogidos por un ‘cibercasting’ en myspace. Qué sospechoso que sean tan monos, ella y él. Porque cantar, cantan poco.

No pretendo hacer sangre. Al fin y al cabo tiene su mérito salir de esa guisa por la tele, aunque sepas que sólo van a verte cuatro gatos. Pero creo que dentro de toda esta amalgama de bandas orientadas al baile que fusionan el rock y la electrónica hay un buen número de ellas que lo hacen con mucha más gracia, y sobre todo, que transmiten la sensación de no tomarse a sí mismos demasiado en serio, lo que es más apropiado en este estilo. Humbert Humbert son un buen ejemplo. Más molones, más auténticos y más punk. Y sobre todo, menos cool (en el peor sentido de la palabra) y alejados de cualquier clasificación posible.