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"Sin música, la vida sería un error". (Friedrich Nietzsche).

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Solomon Burke: se ha ido un grande

De un tiempo a esta parte tengo la sensación de que se mueren más leyendas de la música que nunca. Cabría pensar que tal percepción sólo obedece a que, desde que nació este blog, me veo en la obligación moral de dedicar un post a cada figura que fallece. Pero lo cierto que los grandes nombres que pusieron banda sonora a los años dorados de la música ya van cumpliendo una edad y pasando a mejor vida (injusticias divinas, pues hay quien debería ser inmortal). Sea como sea, el hecho es que la sección de obituarios no hace más que crecer.

Solomon Burke, maestro del soul , el rock and roll y el gospel, falleció ayer, víctima de un infarto, cuando viajaba en avión de Los Angeles a Amsterdam. Este sábado tenía previsto ofrecer un concierto en la capital holandesa para el que estaban todas las entradas vendidas. Tenía 70 años y 21 hijos.

La oronda figura Burke (pesaba alrededor de 200 kilos) estuvo desde su nacimiento en Filadelfia en 1940 estrechamente ligada a la religión. Cuando era apenas un niño ya predicaba en la Iglesia Unidad Para Toda la Gente, de la que sus padres eran responsables. De su fervorosa pasión por el gospel nació su primer disco, grabado con sólo 16 años, y del que vendió más de un millón de copias. Pero triunfar en la música no le apartó ni un ápice de su devoción: a lo largo de toda su vida, compaginó la música con su labor como obispo de la congregación. Incluso el papa Juan Pablo II se declaró en su día seguidor de su música.

Pese a que temas como Everybody Needs Somebody To Love forman parte de la memoria colectiva, Solomon Burke nunca llegó a alcanzar la fama planetaria de colegas de generación como Otis Redding, Ray Charles o Sam Cooke. Ello no le impidió entrar en el Rock and Roll Hall of Fame, alzarse con un premio Grammy y ganarse el sobrenombre de «rey del rock and soul». Hoy le recordamos por sus canciones, sus 35 álbumes y su indudable magnetismo. Se ha ido un grande.