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"Sin música, la vida sería un error". (Friedrich Nietzsche).

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Joyas de otro tiempo (I): Wynona Carr

Abundan las novedades. A veces, en exceso. Estamos sobresaturados de grabaciones recién salidas del horno. No es algo necesariamente negativo -entre ellas siempre se pueden encontrar grandes discos-, pero en ocasiones conviene echar una mirada al pasado para redescubrir auténticas joyas, muchas veces injustamente olvidadas. No hablo de los 90 ni de los 80. Ni siquiera de los 70 o los 60, las dos décadas doradas de la música, sino de antes.

Con esta serie que hoy comienza me gustaría compartir con vosotros algunos de mis artistas preferidos de los 50 hacia atrás. Y, como siempre, pedir vuestra colaboración para, entre todos, convertir esta serie en un interesante intercambio de propuestas musicales de la vieja escuela.

Hoy, con todos vosotros, Wynona Carr.

Wynona Merceris Carr estaba destinada a dedicarse a la música. Nacida en 1925 en Cleveland (Ohio, EE UU), desde muy pequeña se dedicó a estudiar piano, canto y armonía en el Cleveland Musical College. Sus dotes la llevaron al coro de góspel Wings Over Jordan Choir, de allí a formar su propio grupo, The Carr Singers, y más tarde a unirse al popular conjunto The Pilgrim Travelers.

Cuando Art Rupe, dueño de Speciality Records, la escuchó cantar, quedó sorprendido: aquella no era la clásica voz de góspel. Carr era contralto, la voz femenina más grave, y eso le confería una personalidad especial. Además, Wynona escribía sus propias canciones. Lo tenía todo.

Entre 1949 y 1954, y bajo el nombre de Sister Wynona Carr, nuestra protagonista grabó un puñado de singles de góspel. Pero el público no respondió, y Carr apenas triunfó tímidamente con un curioso sencillo de 1952, «The Ball Game», que relacionaba el góspel y la religiosidad con el baseball.

Pese a los sucesivos reveses, Carr no desesperó. Conocía su potencial, y su abanico musical iba mucho más allá del góspel. Pidió a Rupe que le dejara coquetear con estilos como el R&B y el rock and roll, y entre 1955 y 1959 grabó una colección de poderosos singles como «Jump Jack Jump!» o «Hurt me» que la llevaron a actuar por varias ciudades del país. Aquella fue su etapa más prolífica e interesante.

Cuando todo parecía ir bien, la mala suerte llamó a su puerta. En 1959 fue diagnosticada de tuberculosis, lo que la alejó de los planes promocionales y forzó su salida de Speciality Records en el verano de 1959. Su carrera se vino abajo, no sin antes llevar a cabo un último intento con un álbum pop editado en 1961 por el sello de Frank Sinatra, Reprise Records. Fue un rotundo fracaso comercial.

Wynona volvió a Cleveland y su música cayó en el olvido. Pocos se acordarían de ella hasta que, muchos años después, en 1992, el sello Ace Recordings recuperó sus singles con la edición de dos discos, «Dragnet For Jesus» -que recopilaba todos sus temas góspel-, y «Jump Jack Jump!», que hacía lo propio con su etapa de rock and roll y R&B. Muchos reivindicaron entonces su legado, pero Carr no vivió para verlo: tras mudarse a la ciudad que la vio nacer, cayó en una larga y profunda depresión. Falleció en 1976.