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"Sin música, la vida sería un error". (Friedrich Nietzsche).

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Top 10: Lo peor de los conciertos

Los conciertos molan. Eso es así. Si no nos gustasen sería un suplicio escuchar música y luego pasarlo mal en directo. Pero como siempre estamos hablando de lo vibrante que ha sido este o aquel concierto y de lo bien que tocaron tal o cual tema, hoy he decidido hacer un repaso de esas cosas que me sacan de quicio de la música en directo. Porque haberlas, haylas. Y son unas pocas. He aquí mi Top 10 de los elementos más detestables de estas citas.

1. Las aglomeraciones. Vale, es un concierto y a veces hay que apretarse. Pero no me parece razonable que, tras pagar un pastón por ver a un grupo, no puedas moverte ni un milímetro y te sientas como una jodida sardina en cualquier punto de la sala. Si eso ocurre es porque la promotora, la sala o ambas no han controlado el aforo como es debido.

2. La tecnología. Cuando parecía que la gente normal se había olvidado de la mierda de los mecheritos, llegan los móviles y las cámaras digitales. Hoy en día impresiona levantar la vista en cualquier concierto de aforo medio-grande y verse rodeado de centenares de lucecitas. Un elevado porcentaje de gente ve la mitad del concierto a través de la pantalla de su móvil, lo cual es del género idiota. Y otro buen número se dedica a llamar al amigo/a de turno que no ha podido ir para que escuche, a través del móvil, una amalgama de ruido incomprensible. Qué bonito.

3. Afro-Gasol en tu jeta. No soy ni alto ni bajo, más bien normal. Pero por alguna extraña razón, el tipo más enorme de toda la sala siempre está delante de mí.También es habitual que esté tratando de dejarse el pelo largo y lo tenga en ese punto horrible en el que crece a lo afro. No sólo te queda mal, tío, sino que además consigues que nadie vea un carajo. Bravo.

4. La grupi brasas. Vale, es cierto. A veces también hay fanáticos insoportables del sexo masculino, pero generalmente esta categoría está copada por elllas. Y no se limita a los conciertos de estadio, ni a los grupos de quinceañeras. Qué va. En cualquier bolo, por pequeño que sea, siempre hay una estúpida preocupada porque tú y el resto del aforo os enteréis de que ella es la más alocada fan. Puaj.

5. El borracho. A veces puede ser entrañable. Otras no. Hace unos años, durante un concierto de los Hives en el desaparecido Aqualung, un tipo con pintas de bakala, constitución de Robocop y un pedo del quince la estaba liando parda, tirándose por encima de la gente y repartiendo golpes. Se me ocurrió mirarle, con la mala fortuna de que en ese momento él me miró a mí. Sólo eso bastó para despertar su instinto asesino. Al «y tú qué coño miras, gilipollas» y «te vas a cagar», le siguieron los intentos por llegar hasta mí. Afortunadamente, la aglomeración era tal que no prosperó la cosa. A mitad de camino se enciscó con otro.

6. Los precios. En el concierto de Bad Religion en La Riviera, del que hablé en el último post, un mini de cerveza costaba la módica cantidad de 9,50 euros. Evidentemente hay de todo, también salas con precios populares. Pero son una minoría, y lo habitual es que se te escape una risa boba cuando te dicen lo que cuesta la cerveza. Y tú vas y la pagas, claro.

7. Los puertas. De lo peorcito del mundillo de la noche en general. Hay por ahí auténticos nazis sin cerebro, generalmente en las salas multiusos que, tras el concierto, se llenarán de otro tipo de gente bien distinta. Afortunadamente también hay puertas educados y majetes que le dan dignidad al colectivo. El del Gruta 77, por ejemplo.

8. Los bises. Muy bien, una tradición y todo eso. Pero estoy un poco cansado del paripé de «salimos, aplaudís y volvemos». Si no hay bises, casi mejor. Y en caso de haberlos, mejor uno que dos.

9. Los invitados VIP. No deja de ser irritante que esta zona, cuando la hay, esté plagada de gente a la que se la suda el concierto. Ellos están ahí, disfrutando gratis de sus copazos de ron añejo mientras el populacho, al que de verdad le gusta el grupo, sufre las consecuencias de los puntos 1 y 6.

10. El volumen. Ya hablé de ello hace tiempo en un post. Hay técnicos que aún no se han enterado de que más decibelios no significa más potencia y mejor sonido. A veces puedes estar tres días conviviendo con un lindo pitido. Los tapones pueden ser una opción, pero el hecho es con ellos te pierdes gran cantidad de frecuencias y matices. Así que estamos condenados a estar sordos de aquí a unos años…

Os pido ayuda para completar este Top 10 y convertirlo en un Top 20. ¿Qué es lo que más os molesta de los conciertos?