Entrada gratuita Entrada gratuita

"Sin música, la vida sería un error". (Friedrich Nietzsche).

Entradas etiquetadas como ‘internet’

Silogismo disyuntivo

Hace años, cuando eso de Internet sonaba a chino mandarín, resultaba comprensible que las listas de ventas las acaparasen los artistas de las grandes multinacionales. Al fin y al cabo para muchos apenas había otra opción. Cuando en el año 2000 conocí Napster, se abrió ante mis ojos un universo inabarcable de cultura musical al alcance de un clic. Entonces lo vi claro: aquello era el fin -o casi- del artista prefabricado, de los grupos convertidos en superventas a golpe de talonario, de la farsa mainstream que había imperado durante años. Cualquiera podría conocer, disfrutar y compartir música de calidad superando los circuitos tradicionales de promoción. Y por ende, hacer disparar su cota de popularidad masiva. Hoy, una década después, miro los artistas que arrasan en las listas de ventas y me pregunto qué falló en mi silogismo disyuntivo.

Los blogs de descarga directa

Hace ya tiempo que el fenómeno de la descarga de música por Internet viene evolucionando. Al principio fue Napster, después Kazaa y Audiogalaxy, más tarde Soulseek y Emule… Al final, todo se reducía un poco a lo mismo: Redes P2P en las que la única filosofía era que todos compartieran todo. Algunas de esas redes fueron cerrando por imperativo legal, al mismo tiempo que se estrenaban sitios similares con diferente nombre. Otras, como Napster, intentaron poner en marcha un sistema de pago por canción que, al menos en el caso de España, no llegó a cuajar. Y es que el «para qué pagar algo si se puede tener gratis» es toda una filosofía por estas latitudes.

El hecho es que, desde hace ya un tiempo, florecen como churros por la Red los blogs de descarga directa. Gracias a servidores como mediafire, megaupload o rapidshare, los usuarios pueden colgar discos a mansalva y que otros se los descarguen con sólo pinchar en un enlace. Se acabó depender de ningún tipo de programa. La descarga directa es más rápida, más segura y más cómoda. Y la plataforma blog es idónea para ello. Cada día, el autor sube uno o dos discos comprimidos en zip, incluyendo una breve descripción del álbum en cuestión, lo que en total le lleva apenas unos pocos minutos. El visitante llega, ve lo que quiere y se lo descarga en un tiempo ridículo. Plaf.

Hasta aquí, probablemente todos conozcáis la historia. A poco que manejéis Internet os habréis dado cuenta de que las descargas directas están tan extendidas como las páginas porno. Y no sólo en el ámbito de la música: series y películas también están al alcance de un solo click, haciendo las delicias de todo amante del ocio gratuito.

Un servidor lleva bajando música desde el primer día. Es algo que nunca he ocultado, pues es legal, y algo por lo que tampoco me remuerde la conciencia, ya que soy el primero que compra discos originales y asiste a conciertos regularmente. Sin embargo, con este descubrimiento de los blogs de descarga directa la sensación de despiporre pirata se ha multiplicado. Hay días en los que me he llegado a bajar una cantidad de discos absurda. El colmo fue encontrar un foro en el que un amable internauta con gustos bastante afines a los míos había subido toda su extensísima discografía a mediafire y había colgado todos los enlaces. Babas sobre el teclado.

Me gustaría proponer una reflexión a propósito de este fenómeno. Muchos de los que amamos la música nos damos cuenta de que, al tener acceso ilimitado a toda ella, se valora mucho menos. Hoy en día cualquier hijo de vecino tiene en su casa un disco duro con centenares de gigas de música, discografías completas de grupos que no escuchará en su vida. Puro almacenaje de canciones como rosquillas. Archivos detrás de los cuales hay mucho más que bits de información.

Me gustaría conocer vuestras prácticas virtuales. ¿Bajáis música a través de blogs de descarga directa? ¿Cuáles son vuestros blogs preferidos? ¿Qué fue lo último que descargásteis? ¿Compráis también música original? Soy todo ojos.

Ilustración de María Gil.