Ahí está. 49 años, un cuerpo de escándalo y un cerebro lo suficientemente lúcido como para saber qué hacer para seguir vendiendo discos como churros. Madonna. La misma que puso banda sonora a los viajes infantiles en coche con mi familia con aquel Like a virgin. La misma que protagonizó mis fantasías preadolescentes con calendarios subidos de tono. Sí, esa misma diva a la que llevo sin prestar atención desde aquel entonces, saca nuevo disco. ¿Y a mí qué me importa? Pues no demasiado…

Pero el hecho es que cada vez que esta mujer se pee el mundo entero se atufa. Es lo que tiene estar en lo más alto. Con Hard Candy no iba a ser menos. Las tiendas Fnac de Madrid, Barcelona, Bilbao, Sevilla y Valencia abren esta noche de 12 a 2 de la mañana para vender su disco unas horas antes de que lo hagan el resto de establecimientos. Disfraces, un karaoke y diversos sorteos animarán la fiesta. Me pregunto qué tipo de gente acudirá a todo este circo.

Sea como sea, al César lo que es del César. Madonna ha sabido mantenerse ahí a pesar de los años. También ha sido capaz de adaptarse a los estilos de moda y rodearse de los mejores productores (el trabajo de Stuart David Price en Conffessions on a dancefloor es impecable). Ahora vuelve con un disco que, según dicen, es tirando a flojo. Pero da igual. Sus arcas seguirán rebosando dólares para gastar en lo que se le antoje. 10.000 mensuales en agua bendita o 12 millones en un gimnasio, por ejemplo. Y sus fans seguirán al pie del cañón para seguir manteniéndola en su pedestal de icono del pop de nuestro tiempo.