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"Sin música, la vida sería un error". (Friedrich Nietzsche).

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Ciegos tras un concierto

Hoy me ha impactado bastante una noticia que cuenta cómo una treintena de jóvenes rusos han perdido de forma irreparable parte de su visión (algunos hasta el 80%) tras un festival de dance celebrado cerca de Moscú. El causante de la ceguera masiva fue un láser empleado por la organización del evento. La mala suerte hizo que el haz de luz, que se enfoca hacia el cielo, se reflejase en las gotas de lluvia, que caía a mares durante la fiesta, quemando las retinas de los asistentes.

Sin ánimo de frivolizar sobre la gran putada que han sufrido estos jóvenes fiesteros moscovitas, la noticia me ha llevado a pensar en algunos esos extras seudopirotécnicos que abundan en muchos conciertos.

La iluminación

Partiendo del respeto al trabajo que realizan los técnicos de iluminación, muchos de los cuales desempeñan una labor realmente encomiable y digna de elogio, hay quien cree que el público asistente a un concierto disfruta más cuanta más contaminación lumínica por segundo dispare sobre sus caras. Y así, hay veces en las que uno se ve obligado a mirar al suelo o cerrar los ojos para no quedarse ciego durante unos segundos a causa de los reiterativos fogonazos de luz sobre tu retina.

El humo

Es posible que, en algún concierto, ese pestilente humo sobre el escenario le dé cierto regusto épico a la cosa (en el último de The Soundtrack of Our Lives, al aire libre y con viento, quedó hasta bonito), pero lo más habitual es que estorbe, tanto a la vista como a las fosas nasales del que intenta ver un concierto.

Los visuales

Algo que en los 80 estuvo muy de moda como parte de las performance tan habituales en los grupos de la new wave vuelve hoy a pegar fuerte, apoyado en el desarrollo de las nuevas tecnologías. A veces uno se puede quedar completamente hipnotizado ante las repetitivas secuencias de imágenes que bombardean al espectador. Desde luego, su potencial reside mucho más en los espectáculos de música electrónica, donde cobran todo su sentido (mirar constantemente a la mayoría de los djs puede ser un poco coñazo), que en lo conciertos clásicos de rock. Y aunque muchos son un poco aburridos, también hay grandes artistas en la materia. Con todo, me da la sensación de que las posibilidades del formato están por explorar.

Los fuegos artificiales

Lo occurrido en 2003 durante un concierto del grupo de heavy metal Great White en un pequeño club de Warwick, Rhode Island, cuando 95 personas murieron por un incendio causado por fuegos artificiales, generó un encendido debate sobre la posible prohibición de su uso en los conciertos de EE UU. La verdad es que hay que tener poco seso para meter pirotecnia en un local cerrado y pequeño. Cuando los he visto en algún concierto (siempre algo masivo en plan Green Day, por ejemplo) no me han terminado de convencer. Casi me parece un recurso vistoso para que los más catetos hagan «oooh». Eso salvo en el caso de Kiss, que llevan 30 años usándolos. Pero claro, Kiss sólo hay unos.

El megatrón

Esto es ya el colmo de los colmos. Sólo lo he visto en una sala, el Macumba de la estación de Chamartín, una de las mejores de España en cuanto a sonido y peores en cuanto a porteros, unos peligrosos maromos de los que hablaré algún día. El invento en cuestión consiste en un cacharro que echa un potente chorro de aire frío, lo cual puede ser de lo más agradecido cuando el calor aprieta…

¿Qué os parece esta dimensión no musical de los conciertos? ¿Prescindible, fundamental o simplemente indiferente?