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"Sin música, la vida sería un error". (Friedrich Nietzsche).

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Bradford Cox contra Sony

Este tipo tan divertido de la foto (al que Berto Romero debería haber dedicado una entrega de aquella sección magistral llamada «Desproporción»), es Bradford Cox, líder de la banda estadounidense de indie rock Deerhunter. También nuestro protagonista de hoy. Estos días, Cox se ha visto envuelto en una polémica tan absurda como ilustrativa de los tiempos extraños que nos ha tocado vivir. Recientemente, colgó en su blog personal las maquetas de su proyecto Atlas Sound. Bajo el nombre de Bedroom Databank y a través del servidor de descarga directa Mediafire, Cox ponía al alcance de cualquier internauta cuatro volúmenes de grabaciones realizadas en la habitación de su casa. La sorpresa llegó cuando, a los pocos días, se dio cuenta de que la multinacional Sony Music había borrado dichas maquetas «por infracción del copyright». El caso llama aún más la antención si se atiende al factor de que ni Deerhunter ni Atlas Sound tienen relación alguna con la discográfica, ya que sus discos ven la luz a través de los sellos Kranky y 4AD.

«Al parecer, Sony tiene los derechos de lo que hago en mi propia habitación», escribió en su bitácora Cox, a mitad de camino entre la sorna y la indignación. Lo más curioso del delirante asunto es que la multinacional borró los volúmenes 2, 3 y 4 de las maquetas del músico, cuando el único que contaba con una versión de un artista de Sony era el primero (se trataba, en concreto, de This Wheel’s on Fire, de Bob Dylan), justo el único que permaneció online. «Hubiera entendido que me pidiesen que retirase esa versión, pero esa es justo la única que han dejado», contaba atónito el artista, que animaba a sus fans a escribir a la multinacional para mostrar su enfado.

La polémica ha terminado con un email de disculpa remitido a Cox por parte de Sony. A su vez, la multinacional ha enviado un correo a todos los fans que se habían quejado expicándoles que el borrado «había sido un error». El músico, por su parte, ha vuelto a colgar todos los archivos.

La situación vivida por Bradford Cox vuelve a poner de actualidad el debate sobre la legitimidad de determinadas empresas para inmiscuírse en los archivos que los usuarios deciden compartir libremente con el resto de internautas y la delgada frontera que separa términos como la creación, la difusión y el copyright. Pero por encima de todo, el desenlace de la polémica vuelve a poner de relevancia que a veces (y sólo a veces), la unión de muchos pequeños David armados con el poder del sentido común surte efecto, por muy poderoso que sea el Goliat de turno.