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"Sin música, la vida sería un error". (Friedrich Nietzsche).

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… y Last fm se hizo de pago

Ya lo habéis visto en la noticia que hemos publicado esta mañana: la macro red sociomusical Last fm será de pago a partir del inminente 30 de marzo. Horror, pavor. Usuarios cabreados, insultos y airadas quejas en el blog de la plataforma. Y yo, una vez más, ejerzo de abogado del diablo y, en parte, comprendo la decisión. Me explico.

El pago obligatorio de la cuota no afectará a EE UU, Reino Unido ni Alemania. ¿Conspiración angloteutona contra el resto del mundo? Pues no. Puro pragmatismo. Porque en estos países, amigos, la inversión publicitaria en un negocio de estas características sí es rentable. Aquí (y en muchas otras partes del mundo) no lo es. Nadie debería sorprenderse, sabiendo de antemano lo que cuidamos, valoramos y promovemos la música en este país.

Más allá de eso, conviene dejar claro un punto: no todo va a ser de pago a partir del 30 de marzo. Se trata únicamente de la radio. El sistema de scrobbling, las recomendaciones, los eventos, las biografías de los grupos… Todo ello seguirá siendo gratuito. Por mi parte, lo que más escucho es mi propia música, y si no tengo un disco en concreto lo puedo encontrar en Spotify (siempre que este se mantenga en la actual gratuidad) o, en último término, buceando en el maravilloso mundo de las descargas directas. Así que no se cae el mundo, al menos de momento.

Por otra parte, hagamos un ejercicio de sinceridad. En caso de usar mucho la radio, ¿a alguien le parece mucho dinero 3 euros al mes por poder usarla sin restricciones? Decía alguien en los comentarios de la noticia que «para mí, Internet es sinónimo de gratis». Lo entiendo: nos hemos malacostumbrado. Pero me temo que habrá que hacerse a la idea. Porque es muy posible que tendamos precisamente a eso: al pago de pequeñas cantidades por servicios de calidad.

Tampoco suena tan mal.

Lo mejor de Internet desde Napster

Sí, amigos. Hace unos días comentaba en un artículo las nuevas posibilidades que la Red ofrece a los melómanos. Hoy vuelvo a dar fe, con el conocimiento de causa que me confieren varias semanas de intenso uso y disfrute: Spotify es lo mejor que nos ha pasado desde Napster.

Para los que no todavía no sepan de qué demonios va todo esto, un par de líneas explicativas: Spotify es un reproductor de música online. Tal cual. Como el Windows Media o el Itunes, pero sin necesidad de tener la música almacenada en tu disco duro. Porque ésta ya está ahí. Cien por cien disponible. Para que la escuches, la vuelvas a escuchar, hagas una playlist con tus temas preferidos o cualquier otra cosa que te salga del higo hacer.

¿El precio? Una breve cuña publicitaria de vez en cuando (cada diez o quince canciones). Y aunque ya hay quien se queje de ello, me parece más que razonable. Es un regalo. Un precio ínfimo. Y el que no acierte a verlo es que no ha terminado de comprender la complejidad de una industria, la discográfica, que guste o no tiene mucho que decir en el futuro del negocio del que estamos hablando. Sólo cabe esperar que el número de anuncios no se dispare y la oferta (extensa, aunque aún limitada en muchos estilos), siga en imparable aumento. Estaremos atentos.

Vale, hay otros programas, reproductores y plataformas. Y muchos cuentan con funciones similares a las de Spotify. Para gustos los colores. Pero hasta el momento ninguno me ha parecido tan sencillo, intuitivo y cómodo (menos es más, como casi siempre). Y sólo Spotify ha tenido la visión de llegar a un acuerdo con Lastfm, de manera que todo lo que escuches en Spotify se manda a tu perfil. Una sabia manera de ganarse el favor de diez millones de usuarios que, como yo, llevan una buena temporada enganchados a la red de la música por excelencia, y a la que le faltaba lo que precisamente ofrece Spotify. Una jugada maestra.

Algunos dicen que éste es el futuro: no la posesión de música a base de descargas, sino el libre acceso a ella desde cualquier lugar. Veremos si los tiros van por ahí. Por el momento, disfrutémoslo.

Fabchannel echa el cierre

Hace un par de meses hablaba en este blog de una de las iniciativas musicales más interesantes surgidas en Internet en los últimos tiempos, Fabchannel. Un lugar para ver conciertos gratis en streaming, financiado exclusivamente a través de la publicidad y los sponsors. Una buena idea, tal y como comentaba aquel día.

Hoy recibo la noticia de que Fabchannel echa el cierre.

La nota de prensa es muy clara sobre las causas del fracaso. Los responsables de la web culpan de manera directa a los grandes sellos discográficos, «porque no han permitido que se grabe a sus artistas». Esto, junto a las dificultades que presenta el mercado de la publicidad online, especialmente en tiempos de crisis, han precipitado la desaparición de Fabchannel.

La falta de apoyo por parte de la mayoría de las multinacionales no hace sino confirmar una realidad que todos conocemos: los grandes conglomerados de la música se siguen resisitiendo al cambio, agarrándose al clavo ardiendo de un negocio que ya no es lo que era y oponiéndose a buena parte de los modelos que se escapen a su tradicional control. Fabchannel representaba una oportunidad. Quizá no un negocio redondo ni una máquina de hacer dinero (nunca será comparable ir un concierto que verlo en la pantalla de un ordenador), pero desde luego sí una plataforma completamente legal e interesante para todas las partes. Pero por lo visto no les debió resultar suficientemente rentable y decidieron oponerse rotundamente a cualquier colaboración con la empresa holandesa.

El problema viene a ser el de siempre: cuando todo se mide exclusivamente por el baremo de la rentabilidad económica, la cultura pasa a un plano secundario. Se desvirtúa. Y eso sólo puede terminar mal, ya no sólo para iniciativas como Fabchannel (que evidentemente sufre las consecuencias de no poder contar con artistas superventas en su archivo), sino también para aquellas sellos discográficos que no demuestren visión de futuro y capacidad de adaptación. Si no, al tiempo.


Podéis disfrutar de los más de 1000 conciertos gratuitos que ofrece Fabchannel hasta el próximo viernes 13 de marzo. A partir de entonces, la web pasará definitivamente a engrosar la lista de proyectos frustrados de la Red. Una pena.

Pide un concierto

Tú simplemente pídelo. Luego ya veremos lo que se puede hacer al respecto.

Ese es el sencillo planteamiento de la web pideunconcierto.com, una original propuesta que nació el pasado mes de diciembre. Tras registrarse de manera gratuita, los usuarios pueden votar por el artista que les gustaría que tocase en su pueblo o ciudad. El objetivo es «reflejar en qué lugares hay mayor interés por cada grupo». Como es lógico, el papel de las promotoras, agencias y managers en todo el entramado es fundamental. Gracias a la web, éstas pueden disponer de un baremo para sopesar qué nivel de interés generan sus bandas y, así, garantizar que el concierto sea un éxito. La web cuenta con un ránking en el que se sitúan los artistas que más votos han recibido. En este momento, Loquillo es el líder indiscutible en los dos primeros puestos: 742 personas piden que toque en Barcelona y otras 458 que lo haga en Laviana, Asturias. New Kids on the Block le siguen de cerca…

Así, a bote pronto, se me ocurren un par de pegas que sacarle a la idea.

– Para que se cumplieran los nobles objetivos de sus creadores, sería imprescindible que pideunconcierto.com fuera una web masiva. Sólo así podría convertirse en un instrumento verdaderamente útil. Y es que, a día de hoy, con cientos de nuevas y buenas ideas surgiendo a cada instante en la Red, resulta sencillo pasar desapercibido, a no ser que se haga una campaña muy potente y se tenga el apoyo de todos los artífices, grandes y pequeños, del sector de la música en directo.

– El concepto parte de la ingenua premisa de que todo aquel que afirma que le gustaría ver a tal o cual grupo iría realmente a verlo en caso de producirse, lo cual no siempre es cierto. El ejemplo claro es la red de eventos de Lastfm: yo soy el primero que se apunta a conciertos a los que luego no siempre puedo asistir.

– Toda iniciativa basada en el voto popular vía Internet entraña dos riesgos: por un lado, la trampa, casi siempre posible. Por otro, acabar convertido en un reducto de grupis que compiten entre sí para que su grupo del alma esté más alto que ningún otro. Suele pasar.

Por encima de peros, sugerencias y reflexiones, es evidente que el proyecto es una idea positiva y rebosa buenas intenciones. El mero hecho de intentar fomentar la música en directo ya merece todo apoyo y reconocimiento. Suerte.

Ilustración de María Gil.

El significado de las canciones

Hace tiempo que tengo entre mis páginas de referencia la web Songmeanings.net, una base de datos que contiene las letras de cerca de medio millón de canciones de casi cuarenta mil artistas, y que con el paso de los años se ha convertido en uno de los sitios más consultados del universo musical en la Red. La gracia de la sobria y funcional web va más allá de consultar las letras del grupo en cuestión. Bajo cada una de ellas, los internautas debaten sobre el significado de cada canción, aportando frecuentemente interesantes puntos de vista acerca de lo que quiso decir tal o cual músico al escribir una letra determinada. Songmeanings -cuyo modelo de negocio se apoya en la posibilidad de bajarse las canciones para el móvil-, ofrece además la posibilidad de añadir cualquier letra que no se encuentren en su directorio o modificar las ya existentes tras registrarse de manera gratuita, de cara a seguir enriqueciendo un listado que no para de crecer día a día. Qué tiempos aquellos en los que necesitabas tener el disco original para saber qué decía tu grupo favorito.

El inglés. He ahí el quid de la cuestión. Aunque en Songmeanings se pueden añadir letras en cualquier lengua de la Tierra, la inmensa mayoría de sus canciones, así como los comentarios (más de un millón en total), están en inglés. Tiene su sentido, pues es una web estadounidense. Pero con ánimo de cambiar mínimamente ese panorama, me gustaría animar a todos los fans de grupos castellanoparlantes a subir las letras de sus canciones preferidas y discutir sobre ellas. Que se note que somos 400 millones. Yo, pese a que la gran mayoría de música que escucho está cantada en el idioma de Shakespeare, ya he puesto mi pequeño grano de arena…

El verdadero ganador del Gordo

Escribo este post con el tradicional (e irritante) soniquete de los niños de San Ildefonso de fondo, que reparten euros alegremente. Mil por aquí, mil por allá. Y una vez más, no parece que me haya tocado nada. Qué raro.

Este año no ha habido calvo, pero sí un fenómeno de lo más interesante llamado Lionel Neykov, del que muchos probablemente ya hayáis oído hablar. Lionel es un simpático (y algo nerd) joven neoyorquino que en su día grabó un tema propio, Freeze my senses, ante su webcam y lo colgó en Youtube, muy al hilo de lo que hablábamos hace un mes en el post «Tú, tu guitarra y Youtube». Los responsables de buscar la música para el anuncio de la Lotería encontraron en él la banda sonora perfecta para la campaña. Y cuando llegaron las Navidades, la sorprendente voz de Neykov sonaba a todas horas en todas las televisiones de un país entero. Bravo.

Con Freeze my senses, un tema tan sencillo como cautivador, Lionel ha sido el auténtico ganador del Gordo este año. 20.000 euros por los derechos, así, de entrada, más las puertas que se le abren de cara al futuro. Y de paso ha vuelto a demostrar las infinitas posibilidades de Internet como trampolín para los músicos anónimos que se asoman a la Red, y que atesoran más talento que muchos ya consagrados. Se da además la bonita paradoja de que Lionel estaba pasando enormes apuros para pagar el alquiler de su casa.

Os dejo el vídeo original, junto a su letra, y el del anuncio.

Your eyes have more power than vampires. You bit my mouth and then left me on the floor shivering and aching for more. Your smile is more dangerous than reptiles. You shot your poison in my skin and now I can’t get you out of my mind. Help me babe I got a hole in my heart. My head is spinning I feel so high. Release me darling from this pain In my side and please Freeze my senses with your kiss. Your lips more addictive than sugar sticks. Take me dizzy and so light I could fly I think my brain has melted down. So there now that you know that I care for you Yeah be fair cos I’m a fool in despair And you got your hands round my neck.

Fabchannel. Conciertos por la patilla

Los que estéis un poco puestos en esto de Internet seguramente conozcáis desde tiempo atrás el tema del que voy a hablaros hoy. Yo debo reconocer que hace relativamente poco que lo descubrí. Se trata de una de las últimas grandes ideas de ese país pionero llamado Holanda, la web Fabchannel.com.

La iniciativa es bien sencilla. A través de su sencilla e intuitiva web (traducida al español desde hace apenas un mes), Fabchannel ofrece actuaciones en directo completamente gratuitas, en streaming y a una calidad más que digna. ¿Dónde está entonces el secreto? ¿De dónde obtiene Fabchannel los beneficios? Pues básicamente de la misma fuente de donde los percibe un diario como 20 Minutos: de la publicidad. Fabchannel cuenta además con servicios de sponsorización, así como de acuerdos con discográficas, que le posibilitan tener una economía saneada. El más reciente de estos acuerdos ha tenido lugar con la multinacional Universal, y ha posibilitado que una buena parte de los artistas del sello cuenten con un concierto colgado en la web de Fabchannel, al alcance de un par de clics de cualquier que se deje caer por allí.

Bajo estas premisas, Fabchannel ha conseguido reunir el catálogo de conciertos online más extenso de toda la Red. Casi 1000 actuaciones en directo para todos los gustos, con una especial atención a las bandas noveles, pero sin desdeñar a los grupos masivos. Una idea brillante que surgió en 2000 de la cabeza de Justin Kniest, y que incluso ha conseguido el apoyo de la administración: en noviembre del año pasado, el Ayuntamiento de Amsterdam se involucró en el proyecto y se hizo con el 25% de las acciones del grupo. ¿Imagináis algo similar en nuestro país? Sólo pensarlo da risa. O pena. O ambas.

El formato que quiere sustituir al cd

La firma de memorias Sandisk, responsable de buena parte de las tarjetitas que llevamos en nuestros dispositivos digitales, ha anunciado hoy el lanzamiento de Slotmusic, un nuevo formato con el que no sólo quiere dar una nueva vuelta de tuerca al sistema de almacenamiento de archivos de música, sino que incluso pretende sustituir al cd.

El cacharro en cuestión no es otra cosa que una minúscula tarjeta de memoria microSD, como la que actualmente está disponible para millones de teléfonos móviles y reproductores mp3. Dichas tarjetas podrán contener, además de archivos mp3 de «alta calidad», vídeos, imágenes o textos. La cosa tiene miga, pues Slotmusic ha contado con el apoyo de las cinco grandes multinacionales de la música (EMI, Sony BMG, Universal y Warner), que han anunciado que no pondrán restricciones al nuevo formato por temas de derechos de autor. Apunta fuerte la cosa.

Para la versión inicial, que se pondrá a la venta al competitivo precio de entre 7 y 10 euros, según los primeros datos, habrá disponibles un total de 29 álbumes de artistas como Weezer, Rihanna, New Kids on the Block o Elvis Presley (este último como un «guiño» a los oyentes de mayor edad, tal y como afirma el Wall Street Journal). Slotmusic se lanzará en EE UU antes de fin de año para desembarcar después en Europa.

La irrupción del nuevo formato deja un claro perjudicado: el usuario de los productos de Apple. Y es que ni los Iphone ni los Ipod cuentan con la ranurita de marras. Así que Slotmusic abre definitivamente la batalla de cara al futuro en cuanto a la dimensión legal de la música -dejando de lado las descargas gratuitas- estableciendo dos frentes claramente diferenciados. Por un lado, los usuarios del nuevo formato, por otro, los partidarios de la descarga digital de pago vía Itunes.

De cara a la posibilidad de que efectivamente Slotmusic sustituya al cd, como ya apuntan muchos, es cierto que dicho formato tiene importantes carencias ante la inmediatez y portabilidad de la música en mp3. Por otro lado, no es menos cierto que el nuevo invento no deja de ser un formato físico, por lo que sus ventajas de cara al usuario apenas pasan por la reducción de espacio. Con todo, la noticia nos lleva a una inevitable pregunta: ¿Realmente necesitamos un nuevo formato?

Los blogs de descarga directa

Hace ya tiempo que el fenómeno de la descarga de música por Internet viene evolucionando. Al principio fue Napster, después Kazaa y Audiogalaxy, más tarde Soulseek y Emule… Al final, todo se reducía un poco a lo mismo: Redes P2P en las que la única filosofía era que todos compartieran todo. Algunas de esas redes fueron cerrando por imperativo legal, al mismo tiempo que se estrenaban sitios similares con diferente nombre. Otras, como Napster, intentaron poner en marcha un sistema de pago por canción que, al menos en el caso de España, no llegó a cuajar. Y es que el «para qué pagar algo si se puede tener gratis» es toda una filosofía por estas latitudes.

El hecho es que, desde hace ya un tiempo, florecen como churros por la Red los blogs de descarga directa. Gracias a servidores como mediafire, megaupload o rapidshare, los usuarios pueden colgar discos a mansalva y que otros se los descarguen con sólo pinchar en un enlace. Se acabó depender de ningún tipo de programa. La descarga directa es más rápida, más segura y más cómoda. Y la plataforma blog es idónea para ello. Cada día, el autor sube uno o dos discos comprimidos en zip, incluyendo una breve descripción del álbum en cuestión, lo que en total le lleva apenas unos pocos minutos. El visitante llega, ve lo que quiere y se lo descarga en un tiempo ridículo. Plaf.

Hasta aquí, probablemente todos conozcáis la historia. A poco que manejéis Internet os habréis dado cuenta de que las descargas directas están tan extendidas como las páginas porno. Y no sólo en el ámbito de la música: series y películas también están al alcance de un solo click, haciendo las delicias de todo amante del ocio gratuito.

Un servidor lleva bajando música desde el primer día. Es algo que nunca he ocultado, pues es legal, y algo por lo que tampoco me remuerde la conciencia, ya que soy el primero que compra discos originales y asiste a conciertos regularmente. Sin embargo, con este descubrimiento de los blogs de descarga directa la sensación de despiporre pirata se ha multiplicado. Hay días en los que me he llegado a bajar una cantidad de discos absurda. El colmo fue encontrar un foro en el que un amable internauta con gustos bastante afines a los míos había subido toda su extensísima discografía a mediafire y había colgado todos los enlaces. Babas sobre el teclado.

Me gustaría proponer una reflexión a propósito de este fenómeno. Muchos de los que amamos la música nos damos cuenta de que, al tener acceso ilimitado a toda ella, se valora mucho menos. Hoy en día cualquier hijo de vecino tiene en su casa un disco duro con centenares de gigas de música, discografías completas de grupos que no escuchará en su vida. Puro almacenaje de canciones como rosquillas. Archivos detrás de los cuales hay mucho más que bits de información.

Me gustaría conocer vuestras prácticas virtuales. ¿Bajáis música a través de blogs de descarga directa? ¿Cuáles son vuestros blogs preferidos? ¿Qué fue lo último que descargásteis? ¿Compráis también música original? Soy todo ojos.

Ilustración de María Gil.

Last FM, la penúltima revolución

Últimamente ando enganchado a esta peculiar plataforma que en los últimos años ha revolucionado el concepto de la música online. Con unos 20 millones de usuarios, Last FM se ha convertido en la radio mus¡cal preferida por los internautas y en una auténtica revolución online.

Para quien no sepa de qué estamos hablando, Last FM es, en líneas generales, una red social en forma de radio por Internet que va delimitando nuestros gustos a medida que vamos escuchando canciones. De esta forma, podemos introducir el nombre de uno de nuestro grupos preferidos para descubrir artistas de estilos similares, entrar en contacto con gente que tenga gustos parecidos o recomendar canciones a amigos, entre otras cosas. Es gratuito, aunque existe la opción de pagar tres dólares al mes para obtener una serie de beneficios (como no tener publicidad), y se puede escuchar sin descargarse absolutamente nada, aunque es recomendable bajarse un pequeño player que ocupa pocos megas.

Los grandes conglomerados empresariales vinculados al negocio se dieron cuenta de que sale rentable permitir que la gente tenga acceso a gran cantidad de música. En mayo de 2007, el gigante mediático CBS desembolsó 280 millones de dólares para hacerse con la incipiente plataforma. El pasado mes de enero, Last FM daba un paso de gigante al firmar un acuerdo con las cuatro grandes discográficas (EMI, Sony, Universal y Warner) para ofrecer sus temas en streaming de manera gratuita. Hace pocas semanas, Portishead presentaba en exclusiva su flamante Third en la plataforma… Y lo que queda por llegar.

La cultura musical se hace extensible a cualquiera que disponga de una conexión a Internet y la suficiente inquietud como para descubrir cosas nuevas. De hecho, iniciativas como Last FM contribuyen indudablemente a que la gente escuche más música, y por lógica aplastante, compre más discos y acuda a más conciertos. Martin Stiksel, uno de los directivos de la plataforma, anunció recientemente que las ventas de música en Amazon vinculadas a la red de Last FM han aumentado un 119% desde que ambos portales unieron sus fuerzas. Los datos parecen hablar por sí solos. Pero más allá de los sustanciosos beneficios para algunos, lo que a nosotros nos importa es poder tener la posibilidad de acceder a un universo sonoro casi inabarcable.

¿Tenéis un perfil en Last FM? ¿Esucháis otras radios por Internet?