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"Sin música, la vida sería un error". (Friedrich Nietzsche).

Archivo de la categoría ‘Curiosidades, reflexiones, pajas mentales’

4 horas, 15 minutos

El dato resulta llamativo: cada español pasa al día, de media, 4 horas y 15 minutos sentado frente al televisor. Ayer, un experto aseguraba en un programa de radio que la caja tonta tiene los días contados por culpa de -o gracias a- Internet. Hoy, a la vista del dato, todo parece indicar lo contrario: la tele goza de buena salud.

Cuatro horas son muchas horas, especialmente si las comparamos con el tiempo que dedicamos a otras actividades culturales. Hace tiempo me hice eco en este blog de una encuesta que reflejaba, entre otras cosas, que sólo tres de cada diez españoles había visitado un museo durante el último año, dos de cada diez habían acudido al teatro, la mitad fue al cine y casi seis de cada diez leyeron un libro. A su vez, el 84% de los españoles dicen escuchar música al menos una vez por semana.

Eché de menos algunos datos complementarios. ¿A qué se refería la encuesta con «escuchar música»? ¿Se considera como tal el hilo musical del ascensor de la oficina? ¿La música de los bares? ¿Los politonos de los móviles? ¿Carlos Baute?

Y es que el término cultura a veces puede resultar confuso. Nadie discute que los libros lo son y, sin embargo, la oferta editorial también cuenta con títulos que aportan al lector un bagaje cultural similar al que obtiene el espectador de La Noria. El cine también forma parte de eso que llamamos industria cultural, pero un elevado número de películas no llegan ni siquiera a cubrir las mínimas dosis de entretenimiento exigible (ya no hablemos de culturizar al espectador).

Quizá habría que empezar por debatir la posibilidad real de que coexistan dos maneras de entender la cultura: una que la concibe como una forma de ofrecer meros minutos diseñados para no pensar más de la cuenta y otra que, en ocasiones, requiere que el receptor ponga un poco de su parte.

Yo, por la mía, ya he cumplido por hoy y me voy a casa. Que nadie me moleste durante las siguientes 4 horas y 15 minutos.

(Ilustración de Eneko).

Músicos que se llevan a matar (2ª parte)

En su día gustó tanto la primera entrega de este post que he pensado que merecía la pena una segunda. Al fin y al cabo se quedaron unos cuantos casos en el tintero. Y para qué lo vamos a negar: nos gusta la carnaza. Por algo cuando hay una pelea en la calle todo el mundo mira, maravillado ante el irresistible espectáculo de contemplar al ser humano en toda su primitiva y garrula animalidad.

No es el caso de los músicos. La gran mayoría no llega a las manos y su cruce de exabruptos se limita a un par de declaraciones altisonantes que hacen correr ríos de tinta. Hasta hace bien poco, los medios jugábamos un papel esencial a la hora de crear enemistades. Ya no hace falta. La aparición de ese invento de Satanás llamado Twitter nos ha ahorrado el trabajo de hacer de caja de resonancia de sus excesos verbales, y ahora (y cada vez más) son ellos solitos los que se dedican a dejarse recados y darse collejas a través de su perfil en la red social. Otros, como Bisbal, van un paso más allá y se las dan a sí mismos. Hay gente para todo.

Vamos allá pues con cuatro nuevos casos de músicos malencarados:

Iván Ferreiro vs. Alejandro Sanz

Empezamos como acabamos la última vez: con producto nacional. El pasado día 13, Ferreiro se explayó a gusto en Twitter a propósito del fichaje de Alejandro Sanz (que hasta ese momento era su compañero de discográfica) por Universal: «No sabéis la alegría que me da que se pire Alejandro Sanz de Warner. Felicidades a Warner y mis condolencias a quienes les toque aguantarlo». Ahí es nada. Hasta el momento, Sanz no ha contestado, como sí hizo cuando Fangoria declararon que «dentro de 20 años, nadie se acordará de Alejandro Sanz». Entonces el madrileño les escribió una carta: “No se cuál es el motivo por el que me odiáis tanto. Me sorprende vuestra fijación conmigo.  Puede que yo no os guste, sin embargo, yo a vosotros os admiro y os respeto. Sólo deseo que se vaya ese rencor de vuestros corazones. Salud y afinación para todos». Ahí estuviste sutil, Alejandro (luego te preguntaron por las descargas y ya perdiste el norte).

Trent Reznor vs. Chris Cornell

Otra de tweets subiditos de tono. En este caso, con dos pesos pesados del rock alternativo de los 90 como protagonistas. El primero en golpear fue el cantante de Nine Inch Nails a propósito de Scream, el segundo disco en solitario del ex Soundgarden:  “¿Sabes cuando alguien da tanta vergüenza ajena que nos hace sentir mal a nosotros mismos? ¿Has oído el nuevo disco de Chris Cornell? ¡Jesús!”. A Cornell, como es lógico, no le hizo ninguna gracia la coñita de Reznor y contestó en dos sucesivos tweets. En el primero se preguntó:  «¿Qué crees que Jesús twitearía? ‘El que esta libre de pecado que tire la primera piedra» En el segundo, muy irónico él, preguntaba: «‘¿Alguien ha visto a Judas? Éstaba aquí hace un minuto». Estuvo feo el ataque por parte de Trent, pero en una cosa tenía más razón que un santo: el disco de Cornell daba bastante grimote.

Bono vs. Chris Martin

En su día hasta cantaron juntos en algún que otro concierto. Se supone que se llevaban bien. Al fin y al cabo el segundo es el heredero directo del primero en cuanto a su deje mesiánico (afortunadamente, sin llegar aún a sus cotas de pedantismo brasas, aunque dadle tiempo). Pero no, el hecho es que no se llevan bien. En 2009, durante una entrevista en una radio británica, Bono sorprendió a propios y extraños cuando llamó «gilipollas» a Chris Martin. El locutor le invitó a pedir perdón, pero el irlandés siguió erre que erre: “Es un personaje disfuncional y un cretino”, añadió. Eso sí, para arreglarlo, concluyó su speech aclarando que considera al cantante de Coldplay «un genio para crear melodías”. Martin le respondió durante un concierto en Australia: “Hace 13 años, Coldplay  decidimos convertirnos en estrellas de rock (sic). Desde el primer momento decidimos que yo sería el cantante y el que se tragaría toda la mierda, lo cual incluye las palabras malsonantes de Bono”. Dios los cría y ellos se juntan (y se creen dios).

Robert Smith vs. Morrisey

Ha llovido mucho desde aquel legendario enfrentamiento entre dos de los titanes del post-punk de los 80. Y sin embargo, los dardos que se lanzaron entonces fueron tan, tan venenosos que siempre viene al caso recordar aquella bonita historia de amor. Que Morrisey es un bocazas es de sobra conocido. Por eso, a pocos extrañó que a mediados de los 80 hiciese unas declaraciones salidas de tono a propósito de Robert Smith. «Es un payaso gordo y maquillado llorando con una guitarra», dijo sobre el líder de The Cure. Lo que sí sorprendió fue la airada reacción del autor de Boys don’t cry al ser preguntado por la polémica frase del cantante de los Smiths: “Morrissey es tan deprimente que si no se mata antes, lo haré yo mismo’’. Ahí quedó eso. En una entrevista reciente, Robert Smith declaró que nunca ha conocido en persona a Morrisey. Sería un encuentro digno de verse.

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Feliz Navidad, salud y rock and roll

Los que ya me vais conociendo, aunque sea a través de este humilde blog, sabéis que la Navidad me provoca una mezcla de pereza y bajón. Y sin embargo, en estas fechas en las que todo el mundo se desea lo mejor, no quería dejar pasar la oportunidad de mandaros un abrazo a vosotros, los lectores, que al fin y al cabo sois la razón de ser de esta pequeña bitácora musical.

Que paseis una buena Nochebuena en compañía de los vuestros.

Abbey Road, patrimonio nacional británico

Como alguno leeríais ayer en este u otro diario, el Gobierno británico ha declarado patrimonio nacional el célebre paso de cebra situado frente a los estudios de Abbey Road, al norte de Londres, popularizado por los Beatles en el último disco que grabaron antes de separarse. El cruce, que incluso cuenta con una webcam que lo enfoca durante 24 horas al día y 365 días al año para quien quiera curiosear, es lugar de peregrinación para miles de turistas que se paran a hacerse la foto imitando el paso de John, Paul, Gorge y Ringo. La mayoría de ellos ignora, sin embargo, que no se trata del paso de cebra original, pues este fue trasladado tras sucesivas remodelaciones de la calle.

La noticia sirve, además de para darse cuenta de lo bien que explotan sus iconos otros países que no son este, para volver a sacar a la palestra la gran obra maestra de los cuatro de Liverpool. Un disco que combina como ningún otro en su carrera el talento de sus miembros, alcanzando cotas de genialidad nunca antes soñadas en la música popular. No seré yo quien descubra a estas alturas la sobrecogedora magia que encierra cada segundo del minutaje de Abbey Road. Sólo es necesario darle al play para, desde las notas iniciales de Come Together, iniciar un viaje sin retorno a la mejor música jamás compuesta.

Las tonterías de Morrissey

Un amiga me dijo una vez que llegaría un día, quizá con la edad, en el que me empezarían a gustar los Smiths. Que aún no había descubierto la magia de sus canciones. El hecho es que voy cumpliendo años y siguen pareciéndome un tostón, insulsos como pocos. Faltos de algo.

Nada que ver con ello tiene el hecho de que Morrissey sea un capullo integral. Al fin y al cabo multitud de nuestros músicos preferidos lo son y poco nos importa. Sin embargo, cuando alguien con cierta relevancia pública dice una tontería del calibre de las que suelta el británico cada dos por tres, es lógico que se cree cierto revuelo. En esta ocasión, nuestro infatigable amigo se ha marcado otro golazo por la escuadra calificando a los chinos de «subespecie», a raíz del trato que éstos dispensan a los animales en los circos.

En una nueva meada fuera del tiesto, Morrissey mete en el mismo saco a mil millones de personas y vuelve a demostrar que no comer carne puede ser más sano y ético, pero no te vuelve más listo.

Los alemanes y la música

Vamos a ser sinceros: hoy la música nos la trae floja. Como todo lo demás. Hoy sólo caben tres cosas en nuestra cabeza: fúmbol, fúmbol, fúmbol. Porque como hoy ha dicho un buen amigo, «la historia de España son los Reyes Católicos, la transición y lo de hoy. El resto es paja». Por eso, he intentado pensar en algo que tuviera que ver con el partido de esta noche y que tocara, al menos de soslayo, el mundo de la música. ¿Los grupos preferidos de los jugadores de la selección? No, que está muy sobado y todos sabemos que, salvo excepciones, son bastante lamentables. ¿La canción del mundial? Quita, quita, que ya lo hice y me llovieron hostias de los talifanes de Shakira. Así que, a falta del conocimiento suficiente como para confeccionar un post sobre los grupos punteros de Sudáfrica, vamos a fijarnos en la cultura musical del país rival.

Al contrario de lo que cabría pensar, la mayoría de los alemanes guarda una estrecha relación con los españoles en lo musical. Porque ellos, al igual que nosotros, son unos horteras del copón. Basta echar un vistazo a sus listas de éxitos, sus canales musicales de televisión y sus anuncios de politonos para darse cuenta de que lo que les va a las masas teutonas es el dance chano, el rap de tercera regional (eso sí, con muchas tías buenas y negros malotes con toneladas de oro, como no podría ser de otra manera) y el rock pretendidamente contundente pero abiertamente moñas. Y encima, los cabrones exportan a Tokio Hotel y se quedan tan anchos.

Pero que nadie se lleve a engaño. Afortunadamente, la gran Alemania da para mucho más. Es la meca mundial del techno, uno de los paraísos del metal y un hogar de un sinfín de grupos de rock de primer nivel. Allí nacieron Kraftwerk, padres de la música electrónica tal y como la concebimos hoy. De allí son Blind Guardian, Helloween, Gamma Ray, Rage, Edguy y una interminable lista de reconocidas bandas de heavy. También es alemán el que hoy por hoy es el sello de metal más importante en Europa, Century Media. Otras bandas, como Die Toten Hossen o Beatsteaks han llevado al gran público los sonidos del punk-rock. En su día, nombres como Neu!, Cluster o Can contribuyeron a forjar todo un género propio, el krautrock, que merecería una serie propia. Alemanes son Rammstein, Atari Teenage Riot, Mouse on Mars, Einsürzende Neubaten, Lali Puna… Vaya, que tienen buena música para dar y tomar.

Un servidor se declara ferviente fan de Alemania. De su gente, de su paisaje, de su cerveza y de su música.  De hecho, siempre pensé que Berlín sería la ciudad a donde, de no ser por el alemán, me iría a vivir una buena temporada. Viva Alemania. Siempre. Menos hoy.

El drama de Professor Angel Dust en una cárcel panameña

Hoy he leído en Facebook, estupefacto, la noticia de que el DJ mexicano residente en Barcelona Profesor Angel Dust se encuentra preso en una cárcel de Panamá. Le conocí hace cinco o seis años durante una entrevista, en la que compartimos una animada charla y un par de cañas. Me ha impactado, por lo que he decidido reproducir aquí íntegramente su desesperada petición de ayuda.

«Hola

Soy Paco, Professor Angel Dust. Desde hace 20 meses me encuentro privado de libertad en el Centro Penal El Renacer en Gamboa (Panamá). En septiembre de 2008 me contrataron para que fuera el DJ de un evento que se iba a celebrar en la ciudad de Panamá, a donde me desplacé junto con mi mujer Yvone Kenewan Nowka y mi hija. El evento nunca se celebró. El mismo día de mi regreso fui citado a una reunión que resultó ser una trampa.

Unos individuos armados nos amenazaron de muerte, obligándonos a transportar paquetes de cocaína en nuestro viaje de regreso a Barcelona, sin darnos la oportunidad de negarnos. Siempre vigilados, en el camino hacia el aeropuerto internacional de Tocumen, la única opción que se nos ocurrió y que vimos factible fue contactar con el personal de KLM Internacional.

Sin embargo, antes de poder comunicarnos con la aerolínea, la policía ejerció un control y nos encontraron los paquetes de estupefacientes. Explicamos lo que nos había pasado pero no nos escucharon y fuimos puestos en manos de las autoridades locales. Mi hija fue arrebatada de nuestros brazos y estuvo en un hogar para infantes en Panamá hasta que conseguimos hacer los trámites necesarios para que mi hermano pudiera rescatarla y llevarla de regreso a España donde se encuentra actualmente.

Han sido 20 largos meses en un infierno en el que jamás en nuestras vidas pensamos vernos involucrados. Después de una larga demora judicial, nuestro juicio se llevará a cabo a principios de junio. Los costes legales hasta la fecha han agotado mis recursos económicos y necesito reunir una suma considerable que me permita afrontar este largo y costoso proceso judicial.

Necesito tener la oportunidad de demostrar nuestra inocencia. Por favor reenvía este mensaje a tus amigos y pídeles que lo reenvíen a su vez a los suyos. Necesito tu apoyo. Por ello, te ruego que aportes lo que puedas, no importa lo pequeña que sea la cantidad, aunque sea un euro. Necesito tu ayuda para conseguir nuestra libertad con lo que puedas donar a través de http://www.salvemosalprofessor.com/«

La historia rezuma dramatismo por los cuatro costados, y al mismo tiempo, suena realmente extraña. Aún sigo sorprendido de cómo no me enteré antes.

Otros tiempos

«Cuando éramos jóvenes no había más forma de escuchar discos de rock que ir al Corte Inglés y ponerte los cascos».

«El rock era algo subversivo, casi oculto. Sólo Mariscal Romero tenía un programa en la radio, por las noches, cuando nadie escuchaba la radio, en el que ponía discos que no había otra forma de descubrir».

La primera frase la pronunció ayer Loquillo durante su entrevista en Buenafuente. La segunda me la dijo hace un par de días Rosendo Mercado durante el transcurso de la entrevista que salió publicada ayer en este periódico. Ambas me hicieron reflexionar.

Parece que han pasado cien años desde los tiempos en los que toda la música del mundo no estaba al alcance de un golpe de ratón. Y sin embargo, hace apenas un par de décadas no resultaba sencillo conocer grupos alejados de lo convencional. En lo musical, los gustos de los jóvenes venían determinados, de manera irremediable, por tres únicos factores: la familia, los amigos y la radio. En mi caso, ésta última no fue determinante. Fue mi hermano el que me introdujo en el universo de grupos como los Pixies, Depeche Mode y The Cure, y mis padres los que me inculcaron su amor por los Beatles. Fue después mi círculo de amigos el que me contagió la pasión por el punk, y el paso de los años el que me dio la curiosidad suficiente para indagar en el amplio abanico del rock, primero, y en el resto de músicas después. Hoy en día soy consciente de que apenas conozco un porcentaje ínfimo de toda la música que merece la pena ser escuchada, y procuro mantener las orejas abiertas.

Dicha toda esta parrafada  de nostálgico tufillo, sigo sin entender que, a día de hoy, y con la cantidad de canales de comunicación disponibles para acceder a toda la música habida y por haber, los chavales de mi bario vayan con cantaditas dance, reggaeton machacón y rap cutre en sus móviles con altavoz. Y encima, a todo trapo.

El cambio radical de 50 Cent

Sí, amigos. Este tipo de la izquierda es 50 Cent. El otrora armario ropero ha adelgazado 25 kilos para quedar convertido en un tirillas. Y si encima te hacen una foto y pones cara de estar pasando más hambre que el perro de un ciego, queda como más chungo.

La culpa de la pérdida de peso del astro del rap la tiene la película «Things Fall Apart», escrita por él mismo y dirigida por Mario Van Peebles, y que actualmente se encuentra en fase de producción, con vistas a estrenarse en 2011. En la cinta, coprotagonizada por Ray Liotta, el rapero interpreta a Clarence, un amigo de la infancia y jugador de fútbol americano que falleció víctima de un cáncer. Así que el bueno de Curtis James Jackson III, que así se llama en realidad, parece dispuesto a demostrar que, además de mucha, mucha pasta (según Forbes es el segundo rapero más rico del planeta, sólo superado por Jay Z) tiene madera como actor, más allá del puñado de películas de calidad dudosa que ha protagonizado en el pasado. Porque hacer un cameo chano puede tener gracia, pero adelgazar 25 kilates al estilo de De Niro, Tom Hanks o Renee Zellweger ya son palabras mayores.

El hecho es que 50 Cent ya tiene parte del terreno aprendido. En 2000, tras sufrir nueve disparos a quemarropa, ya se quedó en unos ridículos 71 kilos. Entonces tuvo que seguir una estricta dieta a base de líquidos, lo que ha retomado para meterse de lleno en el papel. Sin embargo, esta vez le está resultando «mucho más difícil», según ha declarado. «Tuve que disciplinarme. Este es un proyecto en el que he puesto mucha pasión».

En todo caso, no cabe duda de que en su próxima gira, que acaba de comenzar en Detroit, volverá a mostrarse hecho una mula. Al fin y al cabo, no se puede ser gangsta y lucir esa desnutrida estampa. No impone.

Ánimo, Luz

Conocí a Luz Casal en una entrevista, como a otros tantos músicos. Así que el verbo ‘conocer’ podría quedársele bastante grande al asunto. Y sin embargo, aquella fue una de esas entrevistas en las que notas una conexión especial con tu interlocutor. Entrevistas que empiezan como tal y acaban transformándose en una agradable conversación de tú a tú. Se habló de música, pero también de la vida y de su encarnizada lucha contra el cáncer. Luz acabó dándome unos sabios consejos para cuidar la voz que a día de hoy no he cumplido.

Al enterarme de que Luz vuelve a tener cáncer de mama me acordé de aquella conversación: de cómo me contaba lo importante que había sido el apoyo de la gente para superar la enfermedad, de cómo no hay que perder nunca la esperanza, y de cómo esa esperanza la había llevado a salir adelante.

En días como hoy pienso en Luz Casal, pero sobre todo en los miles de personas que sufren un cáncer y no salen en los periódicos. Personas como mi amigo Jonah de Nueva York, mi sonriente vecina y su envidiable actitud de apasionado optimismo ante la vida o ese familiar tuyo al que nunca conoceré, pero que tiene unos cojones como el caballo de Espartero, que diría mi madre.

Ánimo, Luz. Y ánimo a todos vosotros, anónimos luchadores.