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"Sin música, la vida sería un error". (Friedrich Nietzsche).

Grizzly Bear: el camino de la perfección

Hay ocasiones en que los llamados hypes están justificados. Sólo de cuando en cuando, que todo el mundo hable de un grupo es sinónimo de que este atesora una calidad fuera de lo común. Ocurrió con Arcade Fire, The White Stripes o, más recientemente, con Bon Iver. La masa indie -que no deja de ser bastante parecida a la masa mainstream en muchos aspectos-, da en el clavo de uvas a peras y se hace justicia.

De un tiempo a esta parte, el nombre de Grizzly Bear está en boca de muchos. Y aunque no lleguen ni de lejos a la repercusión mediática de aquellos, todo indica que están en el camino de convertirse en algo grande. Porque después de dos discos tan sobresalientes como Yellow House y Veckatimest -aún no conozco a nadie que al descubrirlos no le haya dado la vuelta a la cabeza- ahora van y repiten diana con el Shields.

El cuarto disco de Grizzly Bear continúa la senda marcada en Veckatimest. Esto es: melodías de pop con aires barrocos, espíritu de psicodelia, estructuras intrincadas que algunos calificarían de post-rock y esa atmósfera entre fantasmagórica y cálida que tan bien saben crear en sus canciones. Pero ante todo, los de Brooklyn son especialistas en escribir temas complejos pero accesibles, llenos de pequeños recovecos por los que adentrarse en su particular universo sonoro. Y una vez dentro, ya no hay quien salga.

Y es que, si hay algo que apunte a que Shields es el más que probable paso de Grizzly Bear hacia una popularidad masiva es, precisamente, la mayor accesibilidad de muchas de sus composiciones. Yet Again, su segundo single, atrapa desde el primer momento gracias a esa melodía tan entrañable y evocadora. A Simple Answer es una de las canciones más pop que han escrito jamás. Speak in rounds tiene vocación de hit. Y así, la práctica totalidad del disco muestra una cara amable, fácil y cercana, desde su mismo arranque hasta ese sobrecogedor cierre que es Sun in your eyes. Pero que nadie se lleve a engaño: hay mil detalles, aristas y sorpresas en las canciones de Shields, bajo cuyo luminoso revestimiento subyace un halo de oscuridad y misterio que los convierte en únicos.

Todo ello ha de ser degustado y descubierto poco a poco, como viene siendo habitual tanto en los discos de la banda como en los proyectos paralelos de sus miembros (todo fan de la banda debería escuchar a Department of Eagles, el proyecto de Daniel Rossen, y más concretamente, In Ear Park, a la altura del mejor de los discos de Grizzly Bear). Un acierto, otro más, que va camino de convertirse en lo más recomendable de este 2012. Enormes.

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