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Hernán Zin está de viaje por los lugares más violentos del siglo XXI.El horror de la guerra a través del testimonio de sus víctimas.

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Piratas somalíes: sexo, drogas, mansiones y alianza con los islamistas

La semana pasada, miembros de la Real Marina Británica entraron por primera vez en combate con piratas en el golfo de Adén. Dos somalíes y un yemení perdieron la vida.

Ayer, la Armada india hacía público que acababa de hundir a uno de los barcos nodrizas que los piratas emplean para lanzarse en sus ataques.

La fragata Tabar se acercó a la embarcación, que remolcaba dos lanchas rápidas. Pidió permiso para realizar una inspección. Fue recibida con fuego de lanzagranadas RPG y ametralladoras. Antes del hundimiento, los piratas huyeron en los botes fuera de borda.

Doblar las apuestas

Ante este aumento de la presión internacional, la respuesta de los piratas somalíes, que en lo que va de año ganaron 47 millones de euros, no ha sido amilanarse o bajar el perfil durante una temporada. Al contrario, sus ataques se han vuelto más frecuentes, arriesgados y violentos.

En los últimos dos días han secuestrado un buque griego, otro con bandera de Hong Kong y un pesquero tailandés. Pero como si esto no fuera suficiente, el lunes pasado dieron el golpe más grande hasta el momento al abordar al petrolero saudí Sirus Star, por el que piden un rescate sin precedentes de 22 millones de euros.

Se estima que, en esto momentos, trece embarcaciones con 270 tripulantes están en manos de estos piratas que cada día se adentran más en aguas internacionales para conseguir atrapar a sus víctimas.

Génesis

Resulta importante recordar la génesis de esta historia para ponerla en su contexto. Ante el vacío de poder que generó la guerra civil que comenzó en 1991, tras la caída del dictador Siad Barre, apoyado hasta entonces por EEUU, pesqueros extranjeros comenzaron a faenar sin permiso en las aguas territoriales del Cuerno de África.

Al ver cómo se esquilmaban sus recursos, los pesqueros somalíes se organizaron para perseguir a estas embarcaciones. Se llamaban a sí mismos “guardias costeros”. Pero estas operaciones comenzaron a desvirtuarse hasta acabar en la piratería.

En la actualidad, a los antiguos pescadores, que son los que controlan el movimiento por las aguas, se han sumado combatientes de los distintos señores de la guerra y clanes que ponen las armas y las estrategias de abordaje. El tercer engranaje pasa por los expertos técnicos, encargados de los teléfonos satélites y los GPS tanto para el asalto como para las comunicaciones.

Sexo, drogas y mansiones

En la región de Puntland, la piratería se ha convertido en una moda entre los jóvenes, que no tienen otra forma de ganarse la vida en un país devastado por la guerra y la misería. El efecto llamada de los piratas exitosos resulta irresistible.

Según el New York Times, los beneficios se reparten de la siguiente forma: 20% para los jefes, 20% para futuras misiones, 30% para los piratas y 30% para oficiales del gobierno.

Diversas fuentes informan de las mansiones y coches de lujo que se están empezando a ver en la región. Sin contar, por supuesto, que los piratas compran a las jóvenes más bellas de las familias nómadas, con las que se casan en grandes fiestas en las que abundan el alcohol y el chat. A medida que aumentan sus fortunas, se incrementa el número de esposas.

Paradójicamente, este flujo de dólares libres de impuestos está generando un auténtico «boom del oro» en Puntland, con epicentro en el puerto de Eyl. Combatientes de todo el país se dirigen allí para sumarse a la fiesta del pillaje.

Hasta ahora, miles de personas se han dejado la vida tratando de huir hacia Yemen, en otro estrecho que se ha convertido en un cementerio de cayucos. Buscan escapar de la guerra y comenzar una nueva vida en los países desarrollados. Para muchos jóvenes resulta más sencillo ahora hacerse con parte de la prosperidad del mundo rico que pasa por las puertas del golfo de Adén.

Curioso matrimonio con los islamistas

Cuando consiguió controlar buena parte del país en junio de 2006, la Unión de Cortes Islámicas puso freno a los piratas. Desbarató sus operaciones en Hobyo y Harardheere. En el mes de agosto de ese año liberó a una embarcación capturada.

Sin embargo, después de que la invasión etíope respaldada por EEUU volviera a sumir al país en el caos, en diciembre de 2006, los islamistas del sur del país han establecido una nueva relación con los piratas. Los usan para que les transporten armas desde Eritrea, como informa la página Jane’s Terrorism and Security Monitor.

Organizaciones radicales como Al Shabah proveen asistencia a los piratas y se benefician de parte de los rescates que pagan los armadores. Por otra parte, los usan para que entrenen a sus fuerzas en las aguas del sur del país.

En estos momentos, el avance de Al Shabah hacia el norte parece imparable ante el retroceso de las tropas etíopes. Habrá qué ver cómo será su relación en el futuro con los piratas si vuelven a controlar el país.

Quizás se dé la paradoja de que la seguridad para los buques en el golfo de Adén no la terminen por brindar las naves de combate de la OTAN, sino esta organización considerada terrorista por los EEUU.