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Hernán Zin está de viaje por los lugares más violentos del siglo XXI.El horror de la guerra a través del testimonio de sus víctimas.

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¡Los lectores al poder! (Día Internacional de la Libertad de Prensa)

Hoy, día Internacional de la Libertad de Prensa, creo que resulta importante no sólo rendir homenaje a los 82 periodistas que el año pasado murieron en países como Irak, Filipinas o México, sino reflexionar sobre el estado de la comunicación aquí, en el mundo desarrollado, donde un repaso de las principales cabeceras de la prensa, la radio y la televisión, permite descubrir una inquietante repetición en la noticias, tanto en presentación como en contenido.

Este proceso de homogeneización informativa comenzó en los años noventa tras la caída del muro de Berlín y la universalización de la economía de mercado. La noticia se convirtió en otra mercancía dentro de la globalización que debía ser producida de forma rápida y barata, olvidando su función social, su papel germinal como vehículo para la denuncia de los excesos del poder.

Rupert Murdoch y los imperios informativos

La desregulación del sector permitió que empresarios como Rupert Murdoch, abanderado de la ideología neoconservadora y defensor acérrimo de la guerra de Irak (que ahora amenaza con comprar The Wall Street Journal, lo que le permitiría contar con los contenidos económicos de Dow Jones y poner en marcha su propia señal de televisión financiera), pasaran a poseer verdaderos imperios informativos.

En 1983, los principales medios de EEUU pertenecían a más de 50 empresas. En el 2002, apenas nueve compañías multinacionales eran sus propietarias. En América Latina, la expansión del grupo Prisa ha sido vertiginosa, desde Radio Continental en Argentina hasta el tradicional periódico La Razón en Bolivia, pasando por la Cadena Caracol en Colombia. Cada viaje que realizo a la región descubro con sorpresa que más y más medios han formado a pasar parte del imperio Polanco.

En su propio país, Australia, la concentración de periódicos de Rupert Murdoch resulta escandalosa. De las doce cabeceras más importantes controla siete. De los diez dominicales, es el dueño de siete. El 70% de la prensa está en sus manos, con el grave daño que esto provoca a la libertad de expresión.

John Pilger, Albert Camus y los que padecen la historia

Claro que siempre el poder político se ha visto tentado de influir en la prensa. El gran periodista australiano, John Pilger, cuenta una anécdota en su indispensable libro ¡Basta de mentiras! (ed. RBA). En lo más intenso de la Guerra Fría, un grupo de rusos viajaba por los EEUU. Tras leer periódicos y ver la televisión se mostraron sorprendidos al descubrir que sobre cuestiones fundamentales las opiniones fueran más o menos iguales. “En nuestro país – decían – para conseguir este resultado tenemos dictadura, apresamos gente, les arrancamos las uñas. Aquí no hay nada de eso. ¿Cómo se las arreglan?¿Cómo lo hacen?”.

Pero el proceso que comenzó en los años noventa, al concentrar los medios en tan pocas manos, los ató definitivamente a las servidumbres del poder empresarial. Y aquella máxima tan inspiradora de Albert Camus parece haber desaparecido definitivamente de la prensa: «Yo estoy al servicio de quienes padecen la historia, no al servicio de quienes la escriben».

Sin embargo, y como si ciertos equilibrios en la vida se dieran de forma irrefrenable, a finales de los años noventa hacía eclosión Internet. Y la red de redes apareció en escena abriendo un fascinante espacio tanto a voces discrepantes como a la opinión de los ciudadanos. Al tiempo en que los grandes medios se volvían cada día más monocordes, se desarrollaba este ámbito que nos regala vastos territorios fértiles de libertad.

La libertad está en nuestras manos

Ya nadie tiene la excusa para decir que no sabía, que lo engañaron, que fue manipulado. Basta visitar las páginas de esos pocos periódicos que se han mantenido firmes a pesar de todo, que han seguido apostando por el periodismo de investigación, por la profundidad de análisis y el rigor, como The Indepedent y The Nation. O recorrer espacios como Common Dreams, Counterpunch y Democracy Now, que yo fatigo cada mañana, así como tantos blogs y páginas web, para encontrar esas voces disidentes, lúcidas, comprometidas con la verdad contra viento y marea.

Por otra parte, este proceso nos dio a los ciudadanos la posibilidad de participar activamente, de crear nuestros propios blogs, de enviar nuestras noticias a los medios. Por lo que la información dejó de fluir en una sola dirección y ahora es mucho más abierta y democrática, más alejada de los delirios y la endogamia del poder y más próxima a la máxima de Camus. Y, de seguir esta tendencia, cada día la opinión de la gente de a pie tendrá mayor peso a la hora de establecer la agenda informativa y sus contenidos.

Por eso os aliento a participar, a investigar, a sumar vuestros puntos de vista. Quizás nunca tuvimos en la historia tantas herramientas para estar bien informados, para labrar nuestra democracia en base al conocimiento. Y quizás nunca antes la posibilidad de ser libres dependió tanto de nuestro esfuerzo y acción.