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Hernán Zin está de viaje por los lugares más violentos del siglo XXI.El horror de la guerra a través del testimonio de sus víctimas.

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El «paradigma Gaza»: miseria y robots en el campo de batalla

En 2003 no había ni un sólo robot en los conflictos de Irak y Afganistán. Ahora hay más de 12 mil. Algunos analistas afirman que estamos apenas en los albores del desarrollo y empleo de estos ingenios. Señalan al año 2025 como fecha estimada en que las fuerzas armadas de EEUU serán «mayoritariamente robóticas».

Cada día llegan más imágenes que dan testimonio de esta presencia de los robots en los campos de batalla. Ya hemos visto en este blog la curiosa relación que los soldados establecen con ellos al ponerles nombres y hasta darles condecoraciones.

Dos soldados de la Cuarta División de Infantería, en la base Hawk de Irak, practican con un PakBot, del que hay unas dos mil unidades en el terreno y que es fabricado por la empresa iRobot, que fuera del ámbito militar también desarrolla robots caseros, de escaso éxito hasta el momento, como la Roomba 532, que es una suerte de aspiradora inteligente.

La sargento Kasandra Deutsch enseña a soldados iraquíes del Noveno Regimiento de Ingenieros la fuerza del robot TALON, que al igual que el PackBot es empleado para detonar explosivos.

En 2007 se confirmó la presencia en Irak de los primeros robots armados. De la familia del TALON surge el SWORD, que lleva una ametralladora ligera M249. La empresa que lo fabrica, al igual que a otro robot armado llamado MAARS, niega en su página web supuestos casos en que los SWORD dispararon a los propios soldados de EEUU.

En la categoría de los robots se suele incluir a los aviones no tripulados. Los Predator y Reaper, a los que se acaba de agregar una tercera generación aún más letal, son los que realizan la mayor parte de las operaciones de la CIA en Pakistán, con una cifra de efectividad y de bajas entre civiles muy cuestionada.

En la fotografía se ve al artificiero Jerry Reidy, del 73 Regimiento de Caballería, lanzar un drone RQ-11 Raven durante el curso de entrenamiento. Los Raven se lanzan antes de las misiones para anticipar cualquier peligro que pueda esperar a los soldados en el trayecto.

Futuro y debate

Bill Gates comparó recientemente el momento de desarrollo, próximo a un gran salto cualitativo, en el que se encuentran los robots, con la situación en la que estaban los ordenadores a principios de los años ochenta.

Poco tiempo pasa sin que alguna revista especializada anuncie la aparición de un nuevo ingenio de esta clase. El último en salir a escena se llama Ember. Lo fabrica también iRobot. Apenas supera en tamaño a un libro de bolsillo y funcionaría en red, como un regimiento de arañas que antecederían a los soldados en el acceso a una zona o vivienda peligrosa.

Lo que también continúa en alza es el debate legal y ético del uso de los robots en la guerra, que ya hemos discutido aquí. Hace unos días, el profesor de filosofía Peter Asaro, afirmaba con entusiasmo que los robots podrían saber distinguir mejor entre enemigos y civiles, por lo que podrían reducir los llamados daños colaterales.

Peter Singer, uno de los mayores especialistas en robots, autor del libro Wired for War, le respondió con ironía que si es por poder, él también «podría ganarse la lotería» o «vencer a Lebron James en un duelo de baloncesto».

Lo que no está en discusión es una realidad a la que podríamos llamar el «paradigma Gaza». Las últimas tecnologías del siglo XXI empleadas para luchar contra insurgentes que se mueven en escenarios como Gaza o Afganistán, donde la población carece de electricidad, de agua corriente y vive en niveles de postergación propios del Medioevo.

El debate ético sobre el creciente uso de los robots en la guerra

Autor del libro Wired for War: The Robotics Revolution and Conflict in the 21st Century, P.W.Singer es uno de los mayores expertos en el uso de los robots en los campos de batalla, cuestión que hemos abordado de manera recurrente en este blog.

En un artículo publicado recientemente en The Wilson Quaterly, describe el aumento exponencial del empleo de estos dispositivos:

Cuando las fuerzas de EEUU fueron a Irak en 2003, no tenían un solo robot en el terreno. Para el final de 2004, el número ascendía a 150. Para el final de 2005, con 2.400 unidades, cifra que duplicó al año siguiente. Para el final de 2008, se estimaban en 12.000 las unidades destinadas al terreno. Y todas estas son armas de primera generación.

Esta realidad lo lleva a establecer una relación con la primera guerra mundial, cuando entraron en escena tecnologías que hasta poco tiempo antes no habían existido más que en la imaginación de escritores de ciencia ficción como Julio Verne y H.G. Wells.

Al igual que ahora, esos cambios generaron una serie de necesarios cuestionamientos no sólo estratégicos y militares, sino también políticos, legales y éticos:

Por ejemplo, EEUU y Alemania diferían en la interpretación sobre cómo la guerra entre submarinos debía llevarse a cabo, lo que empujó a EEUU entrar en la guerra. Del mismo modo, los aviones probaron ser útiles para descubrir y atacar a tropas a grandes distancias, pero también dieron lugar al bombardeo de ciudades y otros sitios, lo que llevó el combate al propio frente.

Uno de los aspectos que preocupan a Singer sobre esta evolución es que la guerra ejecutada a control remoto se vuelva «demasiado fácil, demasiado tentadora» para los soldados. Preocupación que planteamos en este blog desde Gaza, Líbano o Afganistán al ver las consecuencias de los ataques de los aviones no tripulados.

Hace más de un siglo, el general Robert E. Lee observó: «Es bueno que encontremos la guerra horrible, de otro modo nos podremos aficionar a ella». No pensaba que algún día los pilotos harían la guerra yendo a trabajar cada mañana en su Toyota híbrido a un cubículo desde el que dispararían misiles a miles de kilómetros de distancia para volver a tiempo para asistir al entrenamiento de fútbol de sus hijos.

Mientras que nuestras armas están diseñadas para tener mayor autonomía, surgen importantes preguntas. ¿Pueden los nuevos armamentos distinguir al amigo del enemigo? ¿Qué leyes y ética aplicamos? ¿Qué «mensaje» reciben los que están del otro lado? Finalmente, ¿cómo controlaremos los seres humanos a estas armas que son mucho más rápidas e «inteligentes» que nosotros?

Con el año 2025 como fecha estimada en que las fuerzas armadas de EEUU serán «mayoritariamente robóticas», analizaremos en próximas entradas las respuestas que otros analistas, como David Axe, que también escribió un libro sobre el tema, han dado a las preguntas planteadas por Singer, y describiremos algunos de los robots y experiencias que resultan más preocupantes…