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Hernán Zin está de viaje por los lugares más violentos del siglo XXI.El horror de la guerra a través del testimonio de sus víctimas.

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Libros en guerra: el mercenario amigo de James Brabazon

Un hombre cuelga desnudo de un gancho de carnicería. Sus pies están atados y su boca abierta, gritando una confesión. Se encuentra rodeado por media docena de soldados en raídos uniformes. Los puños empastados de sangre. Insatisfechos con las respuestas, lo azuzan en un lenguaje que él desconoce y le dan golpes con la culata de sus rifles en los testículos. Nueve días después del arresto, las sesiones más extremas de castigo acaban de comenzar…

El hombre al que torturan en la prisión de Black Beach, en Guinea Ecuatorial, es el mercenario sudafricano Nick du Toit. Lo detuvieron durante el intento de golpe de estado contra el dictador Teodoro Obiang.

Quien describe la acción es su amigo: el reportero James Brabazon, ganador entre otros premios del Rory Peck Impact Award en 2003.

Lo hace en los primeros párrafos del libro My friend de Mercenary, que acaba de ser publicado Inglaterra y al que Sebastian Junguer calificó de “clásico”.

Historia de un golpe

Debo confesar que desde que Brabazon hiciera público hace algunos años en The Independent que Nick du Toit lo había invitado a sumarse a la trama articulada en 2004 por el mercenario británico Simon Mann para tomar el poder en Guinea Ecuatorial y controlar así sus fuentes de petróleo, tenía muchas ganas de conocer en profundidad su historia (intentona golpista a la que algunos medios, como ya vimos en este blog, vincularon al gobierno de José María Aznar, y en la que participó Mark Thatcher, el hijo de la «Dama de hierro»).

Una historia que comienza en 2001 en Sierra Leona cuando Brabazon llegó para cubrir la guerra y se alojó por azar en la casa de otro mercenario, Cobus Claassens. Este antiguo comando del ejército sudafricano había desembarcado en el país en los años noventa, pues el gobierno de Freetown había contratado a la empresa militar privada “Executive Outcomes” para luchar contra los rebeldes que amenazaban la capital.

Como también vimos en la sección “Mercenarios” de este blog, Executive Outcomes era propiedad de Simon Mann, el hombre de buena cuna formado en el prestigioso Eton College, y Tim Spicer, hoy playboy multimillonario gracias al negocio de la guerra, por más que su más reciente compañía, Aegis, fuera acusada de crímenes en Irak como el que muestra el siguiente vídeo (en su precoz autobiografía An Unorthodox Soldier, intenta justificar otro escándalo, de tráfico de armas a Sierra Leona, que salpicó a Robin Cook, ministro británico de Asuntos Exteriores).

Invitación inusual

En 2003 Brabazon decide que quiere meterse en otra guerra vecina, la de Liberia, que casi nadie ha contado. Entonces se pone en contacto con Claassens y le pide que le recomiende a alguien que le organice la seguridad durante el viaje. Éste le presenta en Johannesburgo a Nick du Toit.

Cierran un acuerdo y viajan juntos a Liberia. Gracias a la gestión de fuerzas especiales de EEUU desplegadas en la región, entra en contacto con los rebeldes que luchan contra Charles Taylor desde Conakry. Brabazon consigue un material por el que recibe numerosos premios. Según confiesa, en más de una ocasión Nick du Toit le salvó la vida, lo que gestó una profunda amistad entre ambos (más aún porque al quedarse Brabazon sin fondos para seguir rodando, el mercenario decide seguir adelante y trabajar gratis).

En 2004, cuando Simon Mann empieza a gestar el golpe con el que pretende derribar a Teodoro Obiang para poner en su lugar a Severo Moto, líder de la oposición exilado en España, y sacar una buena tajada del petróleo del país, contrata a Nick du Toit con la intención de que lidere parte del ataque de los mercenarios contra Guinea Ecuatorial.

Y éste se pone a su vez en contacto con Brabazon, al que le ofrece la exclusiva de filmar el golpe. El reportero duda. Tiempo después toma conciencia de que de haber aceptado, él también habría sido encarcelado y torturado en la infame prisión guineana de Black Beach.

Mirada honesta

Sobre estos hechos hemos escrito al menos una docena de entradas en este blog, de allí el interés por leer el testimonio en primera persona de alguien que lo vivió tan de cerca como Brabazon. Y lo cierto es que el libro – cuya publicación seguramente esperó a que Nick du Toit fuera perdonado por Obiang y mandado de regreso a Sudáfrica – no decepciona.

Resulta evidente que Brabazon no es escritor, ya que se demora en algunas reflexiones y explicaciones innecesarias. Pero esta falencia es contrarrestada por la rapidez de la narración y, sobre todo, por la honestidad con la que cuenta todo lo sucedido. No hay pruritos morales ni falsas disculpas. Considera a Nick du Toit su amigo, al que le debe la vida, y en cierta medida es esa lealtad la que lo lleva a contar las cosas como las recuerda, sin valoraciones.

A diferencia de lo que hace Robert Young Pelton en el famoso License to Kill, que también describe la aventura frustrada que llevó a Simon Mann a caer en manos de Robert Mugabe, Brabazon se sitúa como narrador en una perspectiva que nos permite sumergirnos hasta lo más profundo y cotidiano del universo de las empresas militares privadas y de los mercenarios. A partir de allí podemos sacar nuestras propias conclusiones.

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