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Hernán Zin está de viaje por los lugares más violentos del siglo XXI.El horror de la guerra a través del testimonio de sus víctimas.

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Dispositivos acústicos para luchar contra los piratas del Índico

Hace tres semanas conversábamos en el puerto de Mombasa con tripulantes del carguero Maersk Alabama, que nos comentaban acerca de las nuevas medidas de seguridad que habían tomado después del secuestro que en el mes de abril terminó con la muerte de tres piratas.

Hoy, a las 6:30 de la mañana, esta embarcación de bandera estadounidense y propiedad danesa, sufrió un segundo ataque a 350 millas de las costas de Somalia. Según un comunicado del Comando Central de la Marina de EEUU, el Maersk Alabama logró escapar gracias a la ejecución de maniobras evasivas, los disparos con armas cortas de los guardias que viajan a bordo y el empleo de dispositivos acústicos de largo alcance, a los que se conoce por su acrónimo en inglés LRAD ( Long Range Acoustic Device).

La encargada de fabricar estos dispositivos es la empresa American Technology Corporation (ATC), que tiene base en San Diego, California. El origen de este artilugio se remonta al año 2000. Lo desarrolló el Pentágono tras el atentado contra el destructor USS Cole. Básicamente, emite una onda de sonido capaz de alcanzar los 150 decibelios. Sus críticos sostienen que causa sordera y pérdida temporal de visión.

Fue usado en la guerra de Irak y para el control de manifestantes en EEUU, Georgia, Chile, Tailandia y Honduras. En el caso de este último país, se empleó contra la embajada de Brasil en Tegucigalpa, cuando el depuesto presidente Zelaya se encontraba en su interior. En febrero de 2009, la flota ballenera japonesa lo utilizó para atacar a los ecologistas del Sea Shepherd Conservation Society.

Éxitos y fracasos

Se estrenó contra los piratas en 2005, cuando fue empleado junto a mangueras de agua por la tripulación del crucero Seabourn Spirit, que llevaba 300 pasajeros a bordo. Los dos marineros que dirigieron el LRAD para repeler el ataque fueron condecorados por la reina de Inglaterra.

Tras este primer éxito, el LRAD sufrió un importante revés, ya que no evitó que los piratas, armados con AK-47 y lanzagranadas RPG, tomasen al carguero de bandera liberiana y propiedad estadounidense MV Biscaglia el 28 de noviembre de 2008.

Los tres encargados de defender al barco, dos ingleses y un irlandés, no fueron tan valientes como los tripulantes del Seabourne Spirit. Pertenecientes a la empresa de seguridad privada Anti Piracy Maritime Security Solutions (APMSS), saltaron por la borda dejando sin protección alguna al resto del pasaje, lo que generó no pocas críticas en el Reino Unido.

En aquella visita al puerto de Mombasa dimos con otro barco que había sido secuestrado, el carguero alemán Hansa Stavanger, cuyo nombre saltó a los medios de comunicación por el plan de rescate que comandos alemanes estuvieron a punto de ejecutar y que el gobierno de Angela Merkel detuvo a último momento por miedo a que murieran inocentes. El navío llevaba en uno de sus contenedores ropa de segunda mano destinada a África que los piratas vistieron durante el secuestro. Se dice ahora que esos mismos piratas fueron los que retuvieron al Alakrana. Habrá que preguntar mañana a los marineros españoles qué atuendo llevaban sus captores.

Otra de piratas en Mombasa

Tal dimensión ha tomado la piratería en el Índico que en el puerto de Mombasa ayer coincidían dos barcos que han sido recientemente secuestrados.

Bajo bandera de EEUU, el MV Maersk Alabama, cuya liberación marcó un notable aumento del empleo de la violencia contra los piratas somalíes (en cierta medida debido a la actitud temeraria de la tripulación, que complicó hasta el fracaso el ataque los secuestradores).

Marinos de un carguero vecino en la amarra, del que también bajan contenedores a ritmo frenético, hablan de personal armado de origen serbio. Sin embargo, los guardias que se nos acercan a los pies del Alabama son estadounidenses. Piden credenciales de prensa, pasaportes.

“Desde el secuestro estamos muy pendientes de las imágenes que se toman del barco”, afirma uno de ellos. Ante la pregunta del origen de la seguridad privada que ahora lleva el carguero nos sugieren que llamemos a las oficinas de la empresa.

Misión abortada

El otro barco es el MV Hansa Stavanger, transportador de contenedores de bandera alemana. Según las autoridades del puerto lleva allí desde agosto a la espera de que los peritos del seguro vengan a inspeccionar los daños, ya que los piratas abrieron varios contenedores (Der Spiegel cuenta que uno de ellos llevaba ropa de segunda mano para África, por lo que los secuestradores se paseaban por la cubierta vestidos al mejor estilo occidental).

Casualmente, el Hansa Stavanger tiene en común con el Alabama que estuvo a punto de ser el escenario de un rescate de las fuerzas especiales de la policía GSG 9. Una legión de choque de 200 hombres que llegó a la zona en el USS Boxer y que si no entró en acción fue porque a último momento el gobierno de Angela Merkel temió que se produjeran víctimas entre los 24 tripulantes secuestrados, cuatro de los cuales eran alemanes. La operación se abortó el 4 de abril de 2009, tres días antes de que tuviera lugar la de EEUU en el Alabama.

Poca altura

El barco pasó cuatro meses en Harardhere, uno de los tres santuarios que emplean los piratas. La armadora propietaria del Hansa Stavanger contrató a la empresa de seguridad privada Armor Group para que llevara a cabo las negociaciones (al final se pagaron 2,7 millones dólares, que generaron no poca polémica en Alemania).

Vistos en perspectiva, el Alabama y el Hansa Stavanger tienen otra característica en común – en este caso física, como se aprecia en las fotografías – que los hace vulnerables a los ataques de los piratas: no es excesiva la distancia que separa a la cubierta de la superficie del mar, por lo que puede ser escalada sin demasiados inconvenientes.

Los piratas suelen aguardar semanas antes de realizar los ataques. Los marinos del puerto nos explican que si hay algo que los delata a la misión Atalanta son las escaleras y sogas que llevan para trepar. Las armas son comunes en los pesqueros y en los barcos que llevan y traen personas a Yemen, pero las escaleras sí que dan pistas claras de los intenciones de ciertas pequeñas embarcaciones que se acercan al corredor de seguridad que cruza el Golfo de Adén.

(Fotos: HZ)

La danza de los piratas en el puerto de Mombasa

Leonard Olivares suele atravesar con asiduidad el golfo de Adén. “La empresa me da una paga extra de 220 dólares por peligrosidad”, explica el marinero filipino, que viste un mono anaranjado manchado de grasa.

Al llegar a la zona en dirección a Omán, el carguero en el que trabaja, llamado MV Free Maverick, se ciñe al corredor de seguridad creado por las autoridades internacionales. Corredor que fatigan unos sesenta mercantes al día, y que si bien permite reducir el área que debe vigilar la operación Atalanta, también les indica con más precisión a los piratas dónde están los potenciales objetivos.

“¿Miedo? Bastante miedo tenemos. Ahora en el puerto hay dos barcos que han sido secuestrados”, confiesa Leonard.

Así es, el siguiente carguero en el puerto de Mombasa es el famoso MV Maersk Alabama. Dos grúas bajan los contenedores desde su interior a un ritmo desquiciado. Los cogen con grandes pinzas, los levantan por el aire y los apoyan en tierra gracias a la ayuda de dos operarios que dan la impresión de estar jugándose la vida debajo de los tambaleantes embalajes.

Después llega otra grúa y se lleva el contenedor hasta la parte trasera de un camión. Bajo el sol que reverbera en las mansas aguas del Índico, los recipientes de metal parecen estar protagonizando una suerte de baile sincronizado, de febril danza.

A diferencia de los piratas nigerianos que actúan en las inmediaciones de Lagos, y que emplean la violencia de forma tan desproporcionada como sistemática y gratuita, los somalíes tienen por norma no dañar a los secuestrados ni a las mercaderías o embarcaciones. Se trata de una suerte de pacto no escrito con los barcos de guerra extranjeros: “Nosotros no empleamos la violencia y vosotros no nos atacáis”.

A lo largo de los últimos meses, este equilibrio se ha roto en tres ocasiones: el hundimiento de un pesquero tailandés por parte de la fraga india INS Tabar, la muerte del francés propietario del yate Tanit y el rescate del capitán del MV Maersk Alabama. No pocos especialistas auguraron entonces que los piratas comenzarían a emplear la violencia.

(Foto: HZ)

Continúa…