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Hernán Zin está de viaje por los lugares más violentos del siglo XXI.El horror de la guerra a través del testimonio de sus víctimas.

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Entrevista al coronel Delfin Kahimbi: “Los prisioneros hutus son enviados de regreso a Ruanda”

Segunda parte de la entrevista al coronel Delfin Kahimbi, máximo responsable de Kimia II, la operación militar que intenta terminar con la presencia de las fuerzas hutus del FDLR en territorio congoleño (una de las principales causas de la violencia que los Kivus sufren desde 1994).

Las críticas de las organizaciones no gubernamentales no han sido pocas. La repercusión en la prensa, por razones que ya analizamos, nula. Entre los desafíos a los que se enfrenta Kahimbi, que al menos ha cambiado la antigua política oficial de relación con los medios de comunicación, se encuentra el hecho de que la mayoría de sus efectivos provienen de grupos irregulares como el CNDP, los Mai Mai y Pareco, que se han integrado al ejército regular congoleño, conocido como FARDC, a lo largo del último año, y que carecen de verdadera formación militar.

Las ONG señalan que, una vez que se termine la ofensiva Kimia II, los hutus volverán y harán pagar el precio a la población civil.

La estrategia es simple: consiste en atacar al FDLR, perseguirlo y acabar con sus posiciones residuales. Puedo confirmar que a ninguna de las posiciones conquistadas, que son 135, el FDLR ha regresado para atacar a la población. Hemos tenido algunos incidentes en Ruzizi, pero la posibilidad de que el FDLR regrese a sus operaciones está totalmente excluida.

Esta segunda fase de la operación Kimia II está dirigida justamente a afianzar estas posiciones. El FDLR ya no cuenta con la estructura militar para recuperar sus cuarteles. Están ahora en el extranjero o en el bosque. Y podemos decir que para Kivu Sur hemos minimizado al máximo los ataques, las represalias y los daños colaterales.

Los guerrilleros del FDLR, que llevan 15 años en la zona, habían desarrollado una actividad terrorista. No son diferentes a los talibanes, pues seguían una doble estrategia: contra las tropas gubernamentales y contra los civiles inocentes. Un comportamiento verdaderamente lamentable, pues es la misma población que los recibió como hermanos, como vecinos.

¿Es esta estrategia terrorista la que provoca las violaciones y mutilaciones sistemáticas a mujeres?

Esta cultura del FDLR no comienza en el Congo, sino en Ruanda en 1994. Allí ya masacraron y violaron a miles de mujeres. Les destruyeron los aparatos reproductores con palos, con machetes, con otras armas. La misma estrategia que han seguido aquí, aunque en el Congo ha sido aún más bizarra, pues muchos de los del FDLR se casaron con mujeres hutus congoleñas en cuyas comunidades cometieron estos hechos barbáricos. No entendemos cómo un ser humano puede cometer estas masacres, estas mutilaciones. No lo entendemos.

¿Qué están haciendo con los prisioneros?

Los tratamos de forma humana, en respeto a la Convención de Ginebra y el derecho de la guerra. Los dejamos a cargo de la MONUC para que proceda a su repatriación.

¿A Ruanda?

Sí, a Ruanda. Aquí puedes ver sus rangos y sus fotos (nos muestra una tabla de Excel con fotos de militares acompañados por sus rangos, unidades y localizaciones)

Los hutus del FDLR son el principal problema de violencia en la región, pero no el único. ¿Qué sucede con otros grupos armados, como los Mai Mai?

Como tú sabes, los Mai Mai surgieron como respuesta a la presencia de las tropas ruandesas en territorio congoleño. Una parte había hecho coalición con el FDLR para hacer frente a los ruandeses, pero a ellos también los hemos neutralizado junto al FDLR. Otros grupos han sido incorporados al ejército, igual que pasó con el CNDP en Kivu Norte. Hace poco se han desmovilizado 400 combatientes. Y estamos esperando a un grupo llamado Mai Mai Kapuku, que están a punto de llegar y que se va a integrar al ejército.

¿Con cuántos efectivos cuenta el FARCD para esta operación? En la MONUC nos han hablado de unos 8 mil.

Ocho mil son los efectivos a los que la MONUC ha brindado apoyo logístico. Pero en la primera parte de la operación usamos 12.600 efectivos. Para la segunda fase hemos sumado otros diez mil, por lo que en total la operación Kimia II ha contado con unos 22 mil efectivos contra el FDRL.

Una crítica que se hace a la operación Kimia II es que parte de las fuerzas no las conforman soldados profesionales sino miembros de milicias que sea han sumado al ejército. ¿Cómo se mantiene la disciplina?¿Cómo se evita que exploten las minas dejadas por el FDLR, que cometan una vez más violaciones a los derechos humanos?

Efectivamente, usted tiene razón. Actualmente, nuestras fuerzas cuentan con efectivos del CNDP, de Pareco y Mai Mai. Lo que hacemos es responsabilizar al oficial al mando de cada unidad de los crímenes que puedan cometer sus soldados. Cada oficial tiene a su cargo seis soldados. Tenemos casos aislados de indisciplina, pero no son generalizados.

Consciente de que parte de nuestras fuerzas no están integradas por soldados profesionales, yo mismo me desplazo al terreno para controlar la disciplina, para hacer comprender a los soldados las reglas que tienen que cumplir.

Entrevista al coronel Delfin Kahimbi: “La paz llegará al Congo en 2010”

En la entrada anterior repasábamos los intrincados antecedentes de Kimia II, la operación militar destinada a terminar con los grupos armados de hutus ruandeses que llegaron a la República Democrática del Congo tras cometer el genocidio de 1994 y que ahora se agrupan bajo el nombre de Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda (FDLR).

Su presencia – que se ha financiado gracias control de recursos minerales como el oro y el coltán, y que se basa en una estrategia de constantes agresiones a la población, incluida la violación sistemática de miles de mujeres – ha mantenido sumidas en la violencia y el subdesarrollo a las provincias orientales del país.

También leíamos algunas de las numerosas críticas a esta operación, como la del International Crisis Group, que pidió su cese inmediato. Críticas a las que se suman varias ONG señalando el alto coste que está teniendo en la población civil y el extenso historial de crímenes de guerra y violaciones de derechos humanos que ostenta el ejército regular del Congo, conocido bajo el acrónimo FARDC.

Nos recibe en su despacho el coronel Delfin Kahimbi, máximo responsable de la operación Kimia II. Formado militarmente en China, de 40 años de edad, Kahimbi tiene un punto ya a su favor, que lo aparta de la respuestas esquivas y negativas por parte de los mandos castrenses que recibimos en anteriores visitas al Congo: quiere que la prensa esté al tanto de lo que sucede (aunque la prensa en general brilla por su ausencia. A las convocatorias a los medios solo asisten un par de periodistas locales con vetustas grabadoras y cámara de vídeo). Hasta nos brinda la posibilidad de seguir a las tropas del FARDC en su despliegue militar por la región.

Para romper el hielo, un comentario: aparenta menos edad de la que tiene. «Todos los hombres bajitos damos la impresión de ser más jóvenes», se explica.

¿Cuál es el origen de la operación Kimia II?

Kimia II es una operación militar que sigue a la operación Kimia I, que se lanzó en 2008, en coordinación con la MONUC, para combatir a las fuerzas del FDRL ruandesas en respuesta a los protocolos de Nairobi. Kimia I tuvo varias etapas. La primera, limitar los movimientos del FDLR. La segunda, privarlos de los recursos minerales que explotan ilegalmente en el Congo. Pero justo en agosto de 2008 comenzó la ofensiva del CNDP que hizo que la operación Kimia I se suspendiera.

Ofensiva que propició meses más tarde la detención del propio Laurent Nkunda…

Así es, en enero de 2009 se detuvo a Nkunda, y los jefes de Estado del Congo y de Ruanda lanzaron una operación conjunta contra las fuerzas del FDLR en la provincia de Kivu Norte. Esta operación duró hasta el 25 de febrero de 2009, pues el contrato acordado era de un mes. A partir del día 26 de febrero nos pusimos a trabajar en la operación Kimia II. Los miembros del CNDP de Nkunda pasaron a formar parte del FARDC.

¿Qué pretende Kimia II?

Esta operación consiste básicamente en continuar en la provincia de Kivu Sur las operaciones que se iniciaron en la provincia de Kivu Norte, que se interrumpieron con la salida de las tropas ruandesas. Fue entonces que me nombraron comandante de esta operación. Yo llegué a la provincia de Kivu Sur en abril. Lo primero que hice fue preparar la fase previa de la ofensiva, teniendo en cuenta que las fuerzas del FDLR estaban intactas, nadie había amenazado su poder desde 1994. El 12 de julio recibimos la autorización oficial para desplegarnos.

¿Qué fuerzas tenía el FDLR al comienzo la operación?

Como había dicho, el FDLR estaba intacto. Controlaba el negocio de los minerales, mantenía el poder administrativo sobre muchas comunidades. Es decir, el Estado se encontraba ausente. La provincia de Kivu Sur tiene ocho regiones. El FDLR estaba presente en siete. La excepción era la isla de Idjwi. La primera prioridad de la operación Kimia II era destruir las bases y santuarios del FDLR. Destruirlas y ocuparlas. Hasta ahora hemos conquistado el 85% de estas bases. La segunda prioridad era privar al FDLR de las minas que controlaban y explotaban de manera ilegal. La otra prioridad fue y es proteger a la población civil de las represalias que pueda tomar el FDLR. Podemos decir que estas son misiones cumplidas. Y estamos convencidos de que el 2010 será el año en que habrá paz y comenzará el desarrollo económico de la región.

¿Cuál ha sido el saldo de este mes de combates?

Hemos neutralizado 385 combatientes, que han muerto en el campo de batalla o que han sido hechos prisioneros. Hemos comprobado que buena parte de los 3.600 combatientes del FDRL han huido a los países vecinos: Burundi y Tanzanía. Los miembros del FDRL que todavía tienen capacidad de combatir son unos dos mil. Estamos muy contentos de los resultados de la operación y sorprendidos de la rapidez con que alcanzamos los objetivos, como seguramente lo estará la comunidad internacional. Podemos decir que el FARDC ha logrado neutralizar al FDRL, sin apoyo de país alguno, a diferencia de lo que sucedió en Kivu Norte de la mano del ejército ruandés.

¿Pero la MONUC os ha ayudado?

Sí, la MONUC nos ha dado un pequeño apoyo logístico, pero esto ha sido un éxito del FARDC.

¿Por qué, entonces, algunos informes de ONG critican a la operación Kimia II diciendo que están provocando masacres entre los civiles?

Esto ha generado la cólera del gobierno, pues desde el momento mismo en que desplegamos las tropas hemos asistido al espectáculo de las ONG y de las organizaciones internacionales de los derechos del hombre, que han empezado a hacer campaña para subestimar las capacidades del FARDC, para difundir el mensaje de que nuestras tropas se comportan mal sobre el terreno.

Han exagerado, deliberadamente, las crifras de violencia sexual, de violaciones de los derechos humanos, como una forma de boicotear y retrasar la operación. Sabemos que hay gente que gana mucho con la inseguridad en el norte y el sur de Kivu. Sabemos, igualmente, que la presencia de grupos armados en nuestro país es un gran negocio para mucha gente. Hemos combatido estas opiniones y hemos seguido adelante con la operación.

(Foto: HZ)

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La ofensiva militar Kimia II y el final de la violencia en el Congo

Resulta llamativa la nula repercusión que ha tenido en la prensa la operación militar Kimia II, pues, al menos sobre el papel, se trata de una iniciativa destinada a poner fin a una de las causas últimas del conflicto que sacude a las provincias orientales de la República Democrática del Congo: la presencia de los hutus de las Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda (FDLR) en territorio congoleño, al que llegaron en 1994, tras cometer el genocidio en Ruanda, cuando eran conocidos como los Interahamwe.

Quizás se deba a que el comienzo de la operación Kimia II coincidió con las elecciones en Afganistán, que han acaparado la atención del periodismo internacional. Tal vez responda a que no es la primera en su tipo, sino que se suma a una larga lista de iniciativas parecidas que también en su momento prometían marcar un punto de inflexión y llevar la paz a los Kivus.

En nuestra anterior visita a Congo no se hablaba más que del acuerdo de Goma, firmado el 2 de enero de 2008 por 22 grupos armados (entre los que no se contaba el FDLR), y del proceso de Amani, que en kiswahili quiere decir “paz” y que terminó el pasado 8 de julio habiendo desmovilizado a 3.200 combatientes (de los 28.375 que se planeaba inicialmente).

Los antecedentes

También puede tener alguna influencia lo rápido que se ha transformado el escenario en los Kivus durante el último año. Primero fue la ofensiva de Laurent Nkunda, líder de la milicia tutsis banyamulengue conocida como Congreso Nacional para la Defensa del Pueblo (CNDP). Una ofensiva que en agosto de 2008 provocó 300 mil desplazados y puso en jaque, al menos en el discurso, al propio gobierno de Kinshasa (amenaza que alertó también al ejecutivo de Kigale).

Después vino el informe de la ONU que vinculaba al presidente ruandés Paul Kagame con Laurent Nkunda y con el tráfico ilegal de minerales desde los yacimientos congoleños (segundo llamado de atención para Kigale, actor clave en la región de los Grandes Lagos, que depende como pocos estados de la ayuda internacional).

Sin embargo, el punto de inflexión más sorprendente llegó cuando el 20 de enero de 2009 fuerzas ruandesas ingresaron en territorio congoleño con el beneplácito de los presidentes de ambos países. Laurent Nkunda fue arrestado (aunque aquí todos dicen que ahora se encuentra en libertad y que viaja regularmente a visitar a su madre en Goma).

En colaboración con el ejército congoleño, que responde al acrónimo FARDC, las tropas de Ruanda lanzaron un ataque en la provincia de Kivu Norte contra los hutus del FDLR bajo el nombre de «Umoja Wetu» (Nuestra Unidad) que concluyó en febrero con la detención y repatriación de 578 combatientes hutus. Por su parte, los tutsis del CNDP comenzaron a pasar a formar parte del FARDC.

Las críticas

En teoría, la operación Kimia II, que comenzó el pasado mes de julio, pretende terminar con las unidades restantes del FDLR en el bastión en el que llevan 15 años parapetadas: la provincia de Kivu Sur. Aunque se trata de una medida exigida por los habitantes de la zona, Kimia II no está recibiendo pocas críticas. Los más escépticos afirman que se tratará de un mero cambio de manos: al frente de las minas estarán los miembros del FARDC en lugar del FDLR, sin que cambie la situación de vulnerabilidad y explotación de la población civil.

Las ONG, que prefieren un final dialogado del conflicto, expresan preocupación por las represalias del FDLR contra las poblaciones locales (como sucedió tras la operación Umoja Wetu en Kivu Norte). El International Crisis Group ha pedido el cese inmediato de la operación Kimia II y la protección de los civiles.

En nuestros viajes al terreno hemos comprobado el avance en las posiciones del FARDC, como lo constanta la fotografía inicial, que tomamos en las minas de Maroc, territorio de Walungu, donde las tropas gubernamentales recibieron el último ataque del FDLR hace dos semanas.

Ahora nos dirigimos a ver al coronel Delfin Kahimbi, responsable de la operación Kimia II, en su cuartel de la ciudad de Bukavu, que está situado en la antigua residencia particular de Mobutu Sese Seko. En una entrevista exclusiva para 20 Minutos que publicaremos mañana le preguntaremos acerca de los progresos de la misión, le daremos la posibilidad de que responda a las críticas que está recibiendo Kimia II, que en kiswahili significa «calma».

(Foto: Hernán Zin)

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Congo: la guerra por el coltán (2)

Hace apenas unas horas hemos regresado de las minas en la región de Walungu. Un viaje más allá de las carreteras, a pie por las montañas, hacia una zona sin ley, donde diversas comunidades, empresas privadas, rebeldes hutus del FDLR y soldados del ejército regular del Congo (FARDC) se disputan el control de los recursos minerales.

Los pueblos mineros tienen un ambiente propio del lejano Oeste, entre el alcohol y las peleas. Auténticos barrios de chabolas que cuelgan de acantilados. Los niños constituyen buena parte de quienes trabajan en los yacimientos. Las condiciones laborales no podrían ser más paupérrimas y arcaicas.

Mientras procesamos el material – y cruzando los dedos para que no se corte la luz, ya que tenemos tres o cuatro horas de electricidad al día – os dejamos algunas fotografías del viaje y otro texto que había preparado para tratar de comprender la génesis, estructura y lógica de esta pugna por los minerales, auténtico motor de la violencia en esta zona del mundo.

La gran guerra africana

La República Democrática del Congo cuenta con cerca del 80% de las reservas mundiales de coltán, seguida por Australia, que tiene un 10%, y Brasil y Tailandia que se reparten el restante 10%.

Sumamente valioso y sencillo de extraer, el coltán fue uno de los minerales que potenció el accionar de las múltiples facciones armadas que se enfrentaron en la gran guerra que asoló al Congo entre 1998 y 2003.

Un informe elaborado por expertos del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas en 2002 señaló a decenas de militares y gobernantes de Congo, Uganda, Ruanda, Burundi y Zimbabue que, perfectamente organizados, se lucraron con la exportación de minerales a Europa, Asia y América.

Por otra parte, acusó a 85 empresas occidentales de “directa o indirectamente, de forma deliberada o negligente” prolongar el conflicto, enriquecer a individuos y financiar a las facciones armadas.

Periodistas como Johann Hari, que estuvo en la zona, establecen una relación directa entre estas denuncias y nuestros propios hábitos de consumo: “Estos recursos no fueron robados para ser usados en África. Fueron saqueados para que nos los vendieran. Mientras más compramos, más los invasores robaron y masacraron. El aumento en el uso de los teléfonos celulares causó un aumento en las muertes”, escribía en el periódico británico The Independent.

El negocio de Ruanda

Después del final de la gran guerra en 2003, que llevó a la retirada de los ejércitos extranjeros, fueron las milicias que quedaron en el terreno las que controlaron parte del negocio de la minería.

La connivencia de Ruanda en el robo de los minerales previo a 2003 ha quedado documentada. Ya en 1999, un informe de la ONU sostenía que el 80% de los 320 millones del presupuesto militar de Ruanda se pagaban con minerales del Congo. Se estima que 2001, el Ejército de Ruanda ganaba 20 millones de dólares al mes solamente del coltán.

Lo que llamaba la atención era la cantidad de este producto que un país tan pequeño como Ruanda, de apenas ocho millones de habitantes, exportaba: 1440 toneladas al año. Otro documento de la ONU demostraba que la producción real del país en su propio territorio era de 83 toneladas anuales, el resto provenía de su vasto y caótico vecino, al que había puesto de rodillas en dos guerras. Bautizaba a Paul Kagame, su presidente: “el padrino de la explotación ilegal de recursos naturales”.

La salida de Nkunda

Un nuevo estudio de la ONU, publicado en diciembre de 2008, vuelve a señalar al gobierno de Ruanda. Habla claramente de la relación entre el presidente Paul Kagame, empresarios de su país y el estrafalario líder rebelde Lauren Nkunda, que siempre ha dado como argumento de su lucha armada la protección de los tutsis en terreno congoleño.

Esto ha puesto en juego el mayor recurso del “país de las mil colinas”, la ayuda internacional, que significan el 60% de sus ingresos. Y ha dejado en muy mal lugar a Paul Kagame, que una y otra vez ha negado su relación con Nkunda.

Quizás esto fue lo que llevó en el pasado mes de enero a las fuerzas ruandesas a invadir una vez más Congo, aunque en esta ocasión con la venia del presidente Kabila, para arrestar a Laurent Nkunda. Desde entonces, las fuerzas tutsis del CNDP se han integrado al ejército congoleño.

En el mes de abril se lanzó la operación Kimia II, con la intención de terminar con los hutus del FDLR, que también controlan parte del negocio de la minería en el Congo. Operación a cuyo comandante hemos podido entrevistar esta semana y que seguiremos a partir de mañana junto a los soldados de las FARDC.

(Fotografías: HZ)

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Burocracia, paciencia y espera en la guerra del Congo

Alguien comentaba el martes que hasta ahora sólo he escrito anécdotas de viaje. Dejando a un lado que no considero el recuerdo de Sharon Kayalo como una mera anécdota, lo cierto es que en ese momento apenas llevaba dos horas en la República Democrática del Congo.

Ya me gustaría en dos horas poder encontrar una buena historia, retratarla, comprenderla en su contexto y plasmarla. Al parsimonioso ritmo en que se mueven las cosas por esta parte del mundo, dos horas no dieron más que para cruzar a pie el puente que cubre el río Ruzizi, frontera entre Congo y Ruanda, lidiar con los oficiales de la aduana y encontrar un hotel.

Tampoco dos días en esta parte del mundo han dado para demasiadas novedades. Sí para reencuentros, tan valorados como esperados, con mujeres como Vumilia o Jeanette, que conocimos en nuestro anterior desembarco en el Congo y que narraré con el detalle que merecen en próximas entradas.

África camina

Dos días que han sido dedicados – mi primer impulso ha sido escribir “malgastados” – en interminables gestiones burocráticas para conseguir permisos. Como dice un buen amigo “el africano camina y el blanco va en coche”. Y es cierto que aquí los caminos están flanqueados a perpetuidad por riadas de personas que caminan, que avanzan, que progresan. Como ningún otro continente, África camina.

Y es cierto que este muzungu no ha hecho más que ir dando tumbos a lomos de un viejo Honda Civic de un extremo a otro de Bukavu, cuyas carreteras polvorientas, plagadas de baches y piedras, dan la impresión de haber sido recién bombardeadas.

Por si alguien quiere lanzarse a hacer periodismo por estas tierras, aquí va la lista de permisos necesarios: la “Lettre d’accretation media” de la MONUC, la “Autorisation de reportaje et filmage” de la Agence Nationale de Reseignements, que a su vez debe llevar el sello en la parte posterior de la 10º Regione Militare, Forces Armees, más las autorizaciones específicas de cada hospital o centro público en el que se quiera trabajar, como el hospital Panzi.

Conseguir estos documentos implica esperar durante horas en los pasillos de ruinosos edificios coloniales, presentarse y explicar la misma cuestión y mostrar las mismas credenciales una y otra vez. Labores que me serían imposible sin la ayuda de Selemani, que es mi guía y traductor en el Congo, y que parece poseedor de una paciencia infinita para sonreír, para repetir en francés lo que nos hacen prometer una y otra vez: que no vamos a filmar instalaciones militares, puertos, bancos, puentes…

Después vienen los pagos, los folios con membrete, las firmas y los sellos (estos últimos son las estrellas de la labor funcionarial en el Congo. Sólo hay que ver el gozo y la fruición con la que son estampados por todas partes, resonantes, perentorios, hasta que algún día no quede ni un espacio de hoja en blanco en todo el país y, si los dejan, en todo el planeta).

Paciencia infinita

Esta tarde hemos conseguido, en el cuartel general de la 10ª Región Militar de las Fuerzas Armadas Congoleñas, el último sello, sin el cual no podríamos partir hacia las minas de coltán en Walungu, que es lo que esperamos hacer el lunes. Cuatro surrealistas horas de espera, en una base cuyos hediondos baños tenían cascos militares a modo de recipientes para el agua.

Tampoco podríamos acercarnos a las operaciones armadas que el Ejército congoleño está realizando contra los rebeldes hutus del FDRL. El año pasado aquí no se hablaba más que de los acuerdos de Goma y del proceso de Amani, ahora todas las esperanzas se centran en Kimia II, nombre con el que se conoce al último intento por terminar con las fuerzas irregulares que mantienen sometido al Este del Congo.

Según el capitán Kitenge Kindu, que nos atendió en el cuartel, Kimya II ya alcanzó el 65% de sus objetivos. La gente de a pie con la que hablo tiene otra impresión: cuando las fuerzas de las FARDC avanzan, los hutus se esconden en la selva. Cuando los soldados gubernamentales se marchan, entonces los rebeldes vuelven y se toman la revancha con los civiles, lo que explica el sostenido número de desplazados internos.

Todas las gestiones que describí antes no son más que tonterías, parte irrenunciable de este trabajo, y supongo que contarlas es una manera de explicar que, por ahora, pocos testimonios ajenos y muchas impresiones propias. Gestiones, proyectos, deseos… Quienes sí tienen una paciencia infinita y admirable son los habitantes de los Kivus, que llevan 15 años esperando a que alguien ponga fin a la violencia.