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Hernán Zin está de viaje por los lugares más violentos del siglo XXI.El horror de la guerra a través del testimonio de sus víctimas.

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Ser homosexual en África (1)

Carente de vastas reservas de recursos minerales y ajeno a los conflictos armados que durante décadas sacudieron a la región, Malawi no suele encontrar sitio en los titulares de la prensa internacional. A pesar de la baja esperanza de vida, la pobreza endémica y el devastador impacto del sida en su tejido social y en las perspectivas de futuras de progreso, la antigua colonia británica de Nyasalandia es una de las naciones africanas a las que el mundo presta menos atención.

Esta suerte de indiferencia crónica parece haberse roto como consecuencia de un hecho tan execrable como necesitado de condena, y que sirve para descubrir la actitud predominante en el África subsahariana hacia los homosexuales.

El pasado lunes, un juez de Blantyre – la ciudad más poblada del país, a la que se considera su capital económica, mientras que Lilongüe es la sede política del gobierno – decidió procesar a Steven Monjeza y Tiwonge Chimbalanga por los delitos de “sodomía, indecencia y prácticas homosexuales”. De ser hallados culpables en el juicio que comienza el próximo día 3 de abril, podrían recibir penas de hasta 14 años de prisión.

Ambos hombres, de 20 y 26 años de edad, se encuentran privados de libertad desde el 28 de diciembre. Dos días antes habían celebrado una ceremonia de compromiso en el municipio de Chirimba, por lo que resulta evidente que la detención buscaba la reprimenda pública, mandar a la sociedad de Malawi un rotundo mensaje con respecto a la aceptación de la homosexualidad.

Presos de conciencia

La defensa sostiene que los hombres fueron golpeados y vejados durante los exámenes anales que pretendían recabar pruebas de los “actos de sodomía”. Representantes de Amnistía Internacional, presentes el lunes en el juzgado junto a miembros de otras organizaciones de derechos humanos, calificaron a los hombres de “presos de conciencia”.

Si algo se puede sacar en positivo de una historia tan terrible es que por primera en este país – que debe en buena medida su conservadurismo a las décadas de opresiva dictadura de Hastings Kamuzu Banda, antiguo impulsor de la lucha anticolonial – se está debatiendo abiertamente sobre los derechos de los homosexuales. Tanto los líderes de la iglesia anglicana como los políticos se han manifestado en contra, pero en la sociedad civil algo se ha empezado a mover, según demuestra la reciente creación del Centro para el Desarrollo del Pueblo.

Nuestro último paso por Kenia, cuando nos dirigíamos a realizar algunas crónicas sobre la piratería en el Índico, coincidió con un debate similar, que en aquella ocasión fue provocado por el enlace de dos kenianos del mismo sexo en Gran Bretaña. Las reacciones en la prensa fueron de mayoritaria censura, como es de esperar en un país donde el 96% de los adultos dice estar en contra de la homosexualidad.

Aunque nada comparable con su vecino, Uganda, el país de Yoweri Museveni, favorito de Washington, que hasta apenas dos semanas estaba debatiendo un proyecto de ley para criminalizar la homosexualidad y aplicar la pena de muerte.

Foto: Reuters.

Delta del Níger: Shell paga por violaciones a los derechos humanos

Hace tres meses nos hacíamos eco en este blog el inminente comienzo del histórico juicio contra la petrolera Royal Dutch Shell, acusada de ser cómplice en la muerte del ambienalista Ken Saro-Wiwa. Una muerte que tuvo lugar en 1995 y a la que John Mayor, primer ministro de Gran Bretaña, calificó en su momento de “asesinato judicial”.

Como señaló The Independent el pasado 29 de mayo: “Un caso que observan las juntas directivas para ver si las empresas con capital de EEUU, u operadas desde ese país, pueden ser halladas culpables por violaciones contra los derechos humanos cometidas en el extranjero”.

Aunque hasta el momento Shell había negado cualquier relación con la muerte de Ken Saro-Wiwa y los otros ocho activistas que perecieron a su lado – cuya única actividad cuestionable había sido organizar manifestaciones pacíficas para protestar por la devastación del medioambiente perpetrada por la petrolera en el territorio ancestral del pueblo ogoni -, el lunes su posición parece haber cambiado radicalmente. Sus abogados aceptaron un acuerdo extrajudicial con los demandantes por 15,5 millones de dólares.

Ken Saro-Wiwa Jr, hijo del activista asesinado y parte de la acusación, escribía ayer en The Guardian:

La historia demostrará que este caso es un punto de inflexión. Las multinacionales ahora saben que hay un precedente, que pueden ser demandadas por violaciones a los derechos humanos en jurisdicciones foráneas.

Por su parte, los responsables de la campaña Shellguilty y de la plataforma Remember Saro-Wiwa, señalaban en una carta abierta:

Este es el primer y crucial paso de una larga ruta. A muchos otros ogonis se les ha negado justicia. La gente del delta del Níger todavía ve cómo sus vidas y sus tierras son destruidas cada día por el impacto de Shell y otras compañías petroleras.

Claro que fue el dictador Sani Abacha quien ordenó la ejecución, y que fueron sus militares quienes cumplieron esa orden. Claro que han sido las corruptas administraciones nigerianas las que han fallado al reprimir y postergar a su propia gente, en especial a los 300 mil ogonis que viven en el Delta del Níger.

Pero pruebas de la connivencia de Shell con estos hechos no faltan. Desde que comenzara a funcionar en 1958 en la región, la empresa no ha tenido ni un solo gesto de enmienda, de reconocimiento del daño ecológico y social que estaba causando.

Lo que lleva a preguntar – y sepan perdonar algunos la simpleza de los argumentos, ese «buenismo» congénito del que acusan a este blog -, no ya por los valores morales de los directivos de esta empresa, sino por su mera lógica estratégica. ¿Cuánto dinero hubiese costado satisfacer las demandas de los ogonis? ¿Tan imperioso resultaba elevar al máximo la cuenta de resultados? ¿Había fondos para sobornos a gobernantes, para pagar a mercenarios, pero no para reparar el daño sufrido por la gente humilde en sus tierras?

Como consecuencia de esta falta de miras, hoy tenemos que el Delta del Níger se ha convertido en una auténtica zona de conflicto armado, pues las manifestaciones pacíficas han dado paso a la violencia tras años de hastío.

La misma pregunta que uno se hace ante el informe publicado el 3 de junio de 2009 bajo el título: The True Cost of Chevron. Informe que muestra que los directivos de esta compañía están siguiendo una estrategia igual de nefasta y poco inteligente en algunas zonas de América Latina.

El juicio a Chuckie Taylor y la tortura en EEUU

No cabe duda alguna de que Chuckie Taylor habrá pensando en más de una oportunidad en lo irónico de su situación: han sido las autoridades de EEUU las que lo han llevado a prisión, y son las autoridades de EEUU las que ahora han comenzado a juzgarlo por tortura.

Justamente el país que durante los últimos ocho años ha aplicado la tortura de forma sistemática, desde Abu Ghraib hasta Bagram, desde Guantánamo hasta Diego García, y tantos otros destinos por los que pasaron los vuelos de la CIA.

Bautizado como Roy Belfast Jr. (y conocido como Chuckie Taylor, Charles Taylor II y Charles MacArthur Emmanuel), el hijo del ex presidente de Liberia fue responsable entre los años 1999 y 2003 de una rama del poder ejecutivo que torturaba y ejecutaba a quienes se oponían abiertamente al gobierno de su padre.

Y aquí viene el segundo giro irónico de esta historia, terrible para sus víctimas: el departamento que Chuckie Taylor comandaba con mano de hierro respondía al nombre de Unidad Antiterrorista.

El comienzo del fin

Tras haber sido el principal responsable de la guerra de los diamantes sangrientos que terminó con tantas vidas de inocentes, y generó cientos de miles de mutilaciones, en la vecina Sierra Leona, Charles Taylor , presidente de Liberia entre 1997 y 2003, se exiló en Nigeria gracias al acuerdo de paz que puso fin al conflicto.

El 29 de marzo de 2006, Charles Taylor padre fue arrestado cuando trataba de cruzar la frontera con Camerún.

Intentaba en vano evitar que la Corte Internacional Penal, con sede en la Haya, lo juzgara. Proceso que ya ha comenzado y en el que se lo acusa de once cargos de crímenes de guerra y de lesa humanidad cometidos en Sierra Leona.

Su hijo, Chuckie Taylor, fue detenido al día siguiente, mientras trataba de entrar a los EEUU, país del que es ciudadano. En virtud de la Ley Federal contra la Tortura de este país (18 U.S.C. §§ 2340-2340), el pasado 27 de septiembre comenzó su juicio.

Es la primera vez, desde que fuera promulgada en 1994, que las autoridades estadounidenses aplican esta legislación, que les permite juzgar a sus nacionales por torturas cometidas en el extranjero.

Chuckie Taylor es acusado de quemar y aplicar descargas eléctricas a cinco liberianos. Testigos no faltan. Y las heridas y mutilaciones que muchos de ellos presentan servirán sin dudas para que el hijo del dictador pase el resto de su vida en prisión.

¿Justicia universal?

Como señala Amnistía Internacional, es de celebrar que la comunidad internacional haya comenzado a actuar con contundencia para perseguir los crímenes contra la humanidad que se producen a diario en África, desde la República Democrática del Congo hasta Darfur y Uganda.

La ironía de esta situación, que sea EEUU quien juzgue al hijo de un dictador africano por tortura, quizás desaparezca el día en que Donald Rumsfeld y Dick Cheney sean también llevados ante un tribunal. El día en que la llamada Justicia Universal deje de ser un ámbito que sólo juzga a líderes caídos en desgracia de naciones periféricas.