Viaje a la guerra Viaje a la guerra

Hernán Zin está de viaje por los lugares más violentos del siglo XXI.El horror de la guerra a través del testimonio de sus víctimas.

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Rumbo a la guerra de las favelas

A lo largo de los últimos años he trabajado en numerosos barrios de chabolas del mundo. Sin dudas, el más impresionante es Kibera, en la periferia de Nairobi, con el que comencé este blog en el mes de junio.

Un avispero de míseras casetas, fábricas de alcohol ilegal, prostitución, violencia, drogas. Al carecer de sistema de recolección de basura, los desperdicios se acumulan por doquier.

También estuve en Kliptown, el lugar donde Mandela comenzó su lucha contra el Apartheid en los años cincuenta. Otro sitio lóbrego, decadente, miserable, desde el que muchos jóvenes bajan a robar a los barrios ricos del norte de Johannesburgo.

Otro barrio de chabolas que tuve la oportunidad de conocer bien fue el Canal Slum, en el norte de Calcuta, donde miles de personas que llegan desde el campo en busca de una oportunidad se hacinan junto a las aguas fecales de las cloacas de la ciudad.

Ahora me dirijo hacias las favelas de Río de Janeiro, donde están sufriendo una verdadera guerra como consecuencia de la pobreza, la falta de futuro, la abundancia de armas y el negocio de las drogas. Son fechas señaladas: en dos semanas comienza el carnaval. Os contaré desde allí el día a día de sus habitantes.

Pobreza, estallido demográfico, armas y violencia

1. Vivimos en un mundo profundamente desigual. Los 500 hombres más poderosos del planeta cuentan con los mismos ingresos que los 416 millones más pobres. Bill Gates, que encabeza la lista de acaudalados, posee un patrimonio que supera al producto interior bruto de numerosos países africanos.

Durante los últimos 17 años, desde la caída del muro de Berlín, los beneficios económicos de las multinacionales y de la banca han crecido de manera exponencial, pero su redistribución ha sido escasa. La globalización, que prometía un mundo más próspero y libre como consecuencia del predominio del capitalismo, ha resultado terriblemente injusta en este sentido. Los planes de ajuste estructural, las barreras al comercio y la corrupción tanto en el ámbito público como privado han limitado los efectos beneficiosos que muchos pronosticaban.

2. Por otra parte, mientras que en los países del Norte el crecimiento demográfico es cada vez menor, y la población envejece, en el Sur el número de habitantes aumenta a pasos agigantados. El 44% del África subsahariana tiene menos de 18 años.

3. A una población joven, carente de recursos y horizontes, se suma un tercer elemento desestabilizador: la superabundancia de armas livianas. Al no haber una legislación internacional que regule su comercio, cada día resultan más baratas y fáciles de conseguir. Un fusil AK47, cuyo precio equivalía en África hace quince años a varias cabezas de ganado, hoy se compra por el coste de un par de gallinas.

4. El último elemento que completa este panorama tan desolador y preocupante pasa por un hecho histórico sin precedentes: hoy, la mitad de la población vive en ciudades. De manera lenta pero imparable, desde los albores de la Revolución Industrial, la humanidad ha ido abandonando la vida rural debido a la caída de los precios de los productos agrícolas. Buena parte de quienes migran a las urbes del Tercer Mundo terminan en gigantezcos barrios de chabolas donde sus ilusiones de prosperidad se desvanecen rápidamente, mueren ahogadas en las fauces de un ambiente opresivo y decadente.

La agenda política del siglo XXI en materia de seguridad está centrada en el terrorismo y la producción de armamento nuclear. Sin embargo, no resulta descabellado afirmar que buena parte de los desafíos de las próximas décadas en lo referido a la paz pasarán por brindar esperanzas a esta porción de la humanidad joven, marginada, olvidada, furiosa, que mira desde los televisores en sus casetas de chapa y cartón de los barrios de chabolas la vida de lujo y confort en los países del norte.

Fotos: Hernán Zin

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