Viaje a la guerra Viaje a la guerra

Hernán Zin está de viaje por los lugares más violentos del siglo XXI.El horror de la guerra a través del testimonio de sus víctimas.

Entradas etiquetadas como ‘golpe guinea ecuatorial’

Mercenarios: la intentona golpista en Guinea Ecuatorial ¿tuvo España algo que ver? (3)

Última entrada sobre el fallido golpe de estado en Guinea Ecuatorial. Como comenté en el post anterior anterior: expongo las diversas acusaciones que he encontrado a lo largo de la investigación que señalan que España estuvo relacionada con la intentona de los mercenarios. No tomo partido ni me decantanto por una u otra versión. Simplemente presento los datos a modo de cierre.

Las acusaciones de los detenidos en Sudáfrica

Ayer mencioné las acusaciones contra España esgrimidas por los detenidos en Guinea y Zimbabue. Lo mismo que hicieron aquellos que estaban en prisión en Sudáfrica por haber participado en el intento de golpe de estado.

Crause Steyl fue uno de los dos hermanos pilotos contratados por Simon Mann para coordinar la parte aérea del golpe. Los “hombres del millón de dólares”, como los describía en sus documentos, ya que esa era la cantidad que iban a recibir por su trabajo.

Detenido en Sudáfrica, junto a Mark Thatcher, uno de los financiadores del golpe, Crause Steyl declaró que España estaba implicada en la trama. Noticia de la que se hizo eco El País, además de la prensa internacional, el día 20 de enero de 2005, bajo el títular: “Un mercenario asegura que Aznar apoyó el golpe en Guinea Ecuatorial”.

Crause Steyl, un piloto y mercenario surafricano, aseguró ayer en declaraciones a la cadena británica Channel 4 que el Gobierno de Aznar apoyaba el golpe de Estado que se preparaba contra el presidente de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang, en marzo pasado.

Crause Steyl tenía que recoger en Las Palmas al líder de la oposición guineana, Severo Moto, que desde hace años está refugiado en España, y llevarle a Malabo, capital de Guinea Ecuatorial, a través de Bamako, en Mali.

Steyl da dos razones por las que piensa que el Gobierno español estaba implicado: la primera es que estaba en Bamako cuando el otro grupo fue detenido y, aunque había salido de España de manera ilegal, «pude entrar sin visado a pesar de que como surafricano necesito un visado para entrar en España».

Sostiene como segundo argumento que, detenido en España, el asunto se resolvió «en cuanto llegaron las personas adecuadas y quisieron hablar con el señor Moto: en 20 o 40 minutos nos dejaron abandonar la ciudad».

Channel 4 incluye un desmentido de la oficina del ex presidente Aznar, que sostiene que «es todo falso«: «Nunca hemos estado involucrados ni directa ni indirectamente. Y además, ¿dónde están las pruebas?».

Otro de los pilotos involucrados en la trama, Ivan Pienaar, aquel al que Simon Mann recurrió en los últimos momentos, exasperado tras la avería de uno de los aviones, declaró algo similar, según publica La Vanguardia dos años más tarde, el día 20 de enero de 2007, bajo el titular: “Un testigo asegura que los golpistas de Guinea Ecuatorial pretendían obtener el respaldo de Aznar a Moto como nuevo presidente”.

Robert Young Pelton también se muestra sorprendido, en su libro Licensed to Kill, de que España dejara regresar a Severo Moto y a sus hombres una vez que el intento golpe se había frustrado.

Las acusaciones ante la ONU

Las acusaciones del gobierno de Obiang hacia España surgieron en un primer momento, como comenté ayer en el blog, pero luego saltaron a la arena internacional cuando fueron presentadas por parte de Miguel Abia Biteo Boricó ante la Asamble General de la ONU. De esta noticia se hicieron eco numerosos medios, entre ellos el ABC, que el 24 de septiembre de 2004 titulaba: “Guinea acusa a España en la ONU de apoyar el golpe de Estado contra Obiang”.

Un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, cuyo titular, Miguel Ángel Moratinos, se encuentra en Nueva York asistiendo a la Asamblea General, indicó que «por el momento» no había nada que comentar a estas acusaciones que, aunque no son nuevas, se producen ahora ante la ONU, lo que les confiere una mayor gravedad.

Biteo Boricó aprovechó el discurso que pronunció en la tarde del miércoles en las Naciones Unidas para asegurar que Guinea Ecuatorial se siente «seriamente amenazada» y reiterar la convicción de las autoridades de Malabo de que España está detrás de la mencionada intentona golpista encaminada a colocar al frente del país al dirigente opositor Severo Moto, exiliado desde hace años en suelo español.

El primer ministro, aseguró, incluso que España envió a las aguas jurisdiccionales guineanas dos buques de guerra de la Armada «con 500 marineros a bordo» para el caso de que se produjera resistencia al golpe de Estado.

El movimiento de los barcos de guerra españoles

Con respecto a los barco de guerra españoles que se suponía que llevaban a los soldados que iban a apoyar el golpe de los mercenarios, mucho se ha especulado. El 24 de agosto de 2004, el Times titulaba: “España ‘apoyó secretamente el golpe enviando navíos de guerra”.

Aunque no han surgido vínculos entre españoles que supieran del presunto plan de golpe de estado y Mark Thatcher, las declaraciones hechas por los mercenarios detenidos en Zimbabue parecía confirmar la implicación de España en el golpe. Mientras los mercenarios estaba supuestamente perfilando sus planes para derribar al señor Obiang, dos barcos de guerra españoles salieron de la base de Rota, cerca de Cádiz, en enero.

La fragata Canarias estaba apoyada por el navío de combate Patiño con 500 tropas de choque e infantes de marina a bordo. No se hizo un anuncio oficial, pero los que iban a bordo sabían que se dirigían a Guinea Ecuatorial. Debido a que Rota es una base de la OTAN, usada por EEUU, uno puede asumir que EEUU sabía acerca de la misión, así como su aliado cercano, Gran Bretaña.

España no había mandado barcos de guerra a Guinea desde que Guinea Ecuatorial se independizó en 1968 (mucho antes de que se encontrara petróleo). Pero alguien, y Sudáfrica es sospechosa, avisó a la prensa española. La aparente misión de los barcos anclados en Canarias fue abortada.

El 31 de enero, Ana Palacio, Ministra de Asuntos Exteriores, declaró que la visita no anunciada de los navíos españoles a Guinea Ecuatoria fue postpuesta por el gobierno que los barcos «no estaban en una misión de guerra sino de cooperación.

Eduardo Zaplana, portavoz del gobierno de Aznar, dijo que consideraba «oportuno» postponer la visita «hasta que la elecciones» hubiesen tenido lugar en Guinea. También declaró que los barcos habían sido cambiados de rumbo «porque el malentendido producido por la prensa».

Un informe del Real Instituto Elcano, con fecha 2 de febrero de 2004, también se hace eco del envío de los navíos españoles a Guinea Ecuatorial. Firmado por el profesor Carlos Ruiz Miguel, es más prudente en sus conclusiones, como se espera de un texto académico. En un primer momento analiza los datos que sustentan la teoría del apoyo español al golpe.

La hipótesis de que la abortada intervención española tuviera relación con un eventual golpe “interno” de graves consecuencias “externas” resulta difícil de probar habida cuenta de las confusas y contradictorias informaciones oficiales. Ahora bien, de entre toda esta información parece que hay datos objetivos que abonarían esta tesis.

Son cinco:

En primer lugar, el jefe de la misión naval fue avisado con extraordinaria urgencia (el capitán fue avisado 60 horas antes de zarpar) y con gran secreto.

En segundo lugar, los barcos contaban no sólo con su tripulación (que sería lo único necesario en una “visita de cortesía”, sino también con Infantería de Marina (tropa de asalto).

En tercer lugar, los infantes de Marina fueron vacunados contra enfermedades que se podrían contagiar pisando tierra, lo que revela que se contemplaba la eventualidad de una intervención.

En cuarto lugar, la ministra de Exteriores ha dicho que los dos buques españoles no sólo iban a Guinea Ecuatorial, sino también a Gabón; por cierto, se ha alegado también que la suspensión de la expedición se debió a que no se solicitaron los permisos de Gabón para entrar en sus aguas (¿las aguas disputadas con Guinea Ecuatorial?).

En quinto lugar, la orden del gobierno a los buques era permanecer en la zona “los próximos 45 días” para realizar tareas de “presencia naval”. La conjunción de todos estos datos podría explicar las causas de la orden expedicionaria.

Después abre el abanico de análisis, y señala otras posibles razones del movimiento de los navíos:

Pudiera suceder que los buques españoles tuvieran una de estas dos misiones: bien apoyar un golpe de Estado que establezca un nuevo gobierno pro hispano-norteamericano, antes de que un eventual desenlace fatal del cáncer que padece Obiang produzca un peligroso vacío de poder, bien apoyar un “contragolpe” ante la eventualidad de que estuviera ya concretada una operación de golpe de Estado contra Obiang de inspiración pro francesa.

Las filtraciones al gobierno de Londres

Robert Young Pelton, que conoce como pocos el mundo de los mercenarios, señala todas esta cuestiones en su libro para presentar la hipótesis de la participación española en la intentona golpista.

Pero va más allá, y afirma que Londres había tenido noticias del intento de golpe. El encargado de hacer llegar la información al ministro Jack Straw fue un mercenario de viejo cuño, que no había sido invitado a participar en la operación: Johan Smith. Según Young Pelton, Jack Straw convocó a Tim Spicer, cuya vida ya he narrado en el blog, y antiguo socio de Simon Mann, para manifestarle su oposición al intento de golpe.

Los documentos oficiales prueban que el Reino Unido estaba al tanto de los planes. Información que también fue recogida por The Observer. Y, a raíz de la cual cabe preguntarse, si habrían notificado a las autoridades españolas.

En base a estas, y otras informaciones, Arthur Lepic esboza en Red Voltaire la más arriesgada de las teorías relacionados con el golpe. Afirma que la trama iba más allá de España, e involucraba al Reino Unido y la OTAN (ya que los navíos partieron de la base de Rota). Sostiene que se trató de una maniobra conjunta con EEUU para desplazar a la petrolera francesa TOTAL y colocar en su lugar a Repsol YPF.