Viaje a la guerra Viaje a la guerra

Hernán Zin está de viaje por los lugares más violentos del siglo XXI.El horror de la guerra a través del testimonio de sus víctimas.

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La guerra por el coltán (4)

Inocence Mukawati nos recibe en su oficina del siempre bullicioso y convulsionado barrio de chabolas de Kadutu, situado en la periferia de Bukavu. Desde allí dirige un negocio familiar de minerales que comenzó en los años setenta. Junto a su despacho de acumulan las bolsas con coltán y caserimita, los motores de la guerra que en las provincias orientales de la República Democrática del Congo ha costado ya cinco millones de vidas.

La empresa de Inocence no pasa por su mejor momento. Sobre su escritorio, cubierto de polvo, tiene una báscula para el coltán, una foto con el presidente Joseph Kabila y una bandera pequeña bandera congoleña.

– El negocio funciona de la siguiente manera: desde Bukavu envío a comerciantes con dinero para que compren coltán, caserimita y oro en las minas de Kivu Sur. Ellos lo compran y lo traen aquí. En el camino las guerrillas y el ejército les cobran impuestos para dejarlos pasar.

– ¿El suyo es un negocio legal?

– Tenemos todos los permisos en regla.

– ¿Cómo está estructurado el negocio ilegal?

– Los minerales salen a través de Ruanda y Burundi sin que exista ningún control, sin que los congoleños, que somos los dueños de los recursos, podamos sacar provecho alguno.

– ¿Qué opina de empresas como la sudafricana Banro, que sí ha recibido permisos legales de Kinshasa?

– Conozco el trabajo de Banro en Muwenga, que es la región en la que nací, y no he visto que beneficie de forma alguna a la comunidad local.

– ¿Sería ese su pedido a las empresas y gobiernos?

– Sí, que hagan lo posible para que la exportación de minerales sirva a los congoleños. No puede ser que la población de una tierra tan rica pase hambre. Necesitamos reglas claras y oportunidades. Los congoleños estamos deseosos de ponernos a trabajar y prosperar.

Los culpables

El testimonio de Inocence Mukawati, que nos sorprende por su franqueza, confirma algunos datos fundamentales y conclusiones finales que ofrece Global Witness en el informe Faced With a Gun, What Can You Do?, del que ya hemos hablado en este blog. El documento más actual sobre la extracción ilegal de minerales en el Congo y la guerra.

Documento de 116 páginas que señala, en otros grupos armados como los Mai Mai y el CNDP, la vinculación en el expolio de las fuerzas hutus del FDLR que “sacan dinero y minerales a los mineros de forma sistemática, cobrando una tasa del 30% en algunas áreas y en puertos de control en las carreteras… El FDLR a veces comercia abiertamente, vendiendo en los mercados y ciudades… Su comercio se ha vuelto tan lucrativo que los residentes locales los llaman ‘grandes hombres de negocios’”.

También acusa a las fuerzas gubernamentales del FARDC de estar involucradas en el negocio: “El caso más flagrante es el de la mina de Bisie, la más grande de casiterita en la región, que produce el 80% de lo que se exporta desde Kivu Norte… el beneficio para el FARDC alcanzaba los 120 mil dólares al mes al cobrar una comisión de 0,15 céntimo de dólar por cada kilogramo de casiterita… En algunas minas funciona un sistema en el que los mineros trabajan días de la semana para determinados soldados o comandantes. Los soldados también exigen un 10% de los minerales y efectivo en los numerosos puestos de control en las carreteras… Comandantes o unidades militares son dueños de determinadas minas”.

Con respecto a los comerciantes como Inocence Mukawati, llamados comptoirs, señala a diversas compañías con base en Bukavu y Goma como Groupe Olve, Muyeye, MDM y Panju. Señala que si bien el comercio legal de coltán ha aumentado en 2007 y 2008, el 90% del oro sigue saliendo sin control alguno hacia Burundi y Ruanda.

Fuera del territorio congoleño, las acusadas son THAISARCO, la quinta compañía mundial de producción de lata, propiedad del gigante británico Amalgamated Metal Corporation, y algunas compañías belgas como Trademet y Traxys.

A este complejo panorama se podría sumar la implicación de la población civil en regiones como Walungu, como pudimos comprobar en nuestro accidentado viaje a las minas de Maroc. Los enfrentamientos, no pocas veces mortal entre miembros de las tribus bashi, habitantes de las colinas de Calanga, por el control de los minerales agrega un nuevo nivel de violencia en la pugna por los recursos del Congo.

(Fotos: HZ)

Continúa…