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Hernán Zin está de viaje por los lugares más violentos del siglo XXI.El horror de la guerra a través del testimonio de sus víctimas.

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Algunas preguntas incómodas sobre la venta de armas de la UE a Israel

Hay tres elementos fundamentales que deberían hacer que la Unión Europea se replantee sus políticas comerciales hacia Israel, y que nos da el derecho a los ciudadanos a cuestionar la validez moral, jurídica y estratégica de las decisiones que toman nuestros líderes.

1. Ocupación

El primero es la ocupación que Israel perpetúa sobre los territorios palestinos desde 1967 en abierto desafío a numerosas resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU, como la 242. Aunque no en pocas ocasiones ha manifestado su intención de permitir la creación de un Estado palestino, lo cierto es que, a día de hoy, sigue permitiendo la construcción de nuevos asentamientos judíos.

Recordemos que del antiguo protectorado británico, a los palestinos les ha quedado apenas un 22%. Y es en ese magro 22% donde los israelíes insisten en seguir adelante con su estrategia de colonización. Son más de 250 mil israelíes los que viven, según el Derecho Internacional, en un territorio que no les pertenece.

Quizás lo más perverso de este escenario sea que, para mantener el poder en Cisjordania y Jerusalén Oriental, Israel tenga que desplegar una política represiva contra los palestinos que no en pocas ocasiones viola los derechos humanos.

Una estrategia que articula a través de los checkpoints (puestos de control), que limitan arbitrariamente la libertad de movimiento de los palestinos, y de un vasto muro de 700 kilómetros, condenado por el Tribunal de la Haya, que divide a los palestinos en archipiélagos de bantustanes, mal comunicados, que difícilmente podrán tener viabilidad alguna como Estado.

2. Bloqueo de Gaza

Con respecto a Gaza, aunque 8.000 colonos judíos fueron retirados de forma unilateral por Ariel Sharón en 2005, la ocupación continúa desde fuera, ya que Israel controla las fronteras de la franja. En este sentido, desde hace tres años lleva adelante un bloqueo de insumos básicos que hace que el millón y medio de palestinos viva al borde de la catástrofe humanitaria.

“Los hemos puestos a dieta”, afirmó Ehud Olmert, para referirse socarronamente a lo que constituye un castigo colectivo en toda regla. Una de las consecuencias de esta “dieta” es que el 45% de los niños de Gaza sufre anemia, y que 226 personas murieron el año pasado sin poder recibir la atención médica que necesitaban.

3. Campañas bélicas

En los últimos años Israel ha lanzado una serie de ofensivas militares a todas luces desproporcionadas, que han tenido como víctimas mayoritariamente a civiles.

En junio de 2006, el secuestro de Gilad Shalit provoca la operación Lluvia de Verano, que termina con la vida de 450 palestinos, la mitad mujeres y niños. Al mes siguiente, el secuestro de dos soldados por parte de Hezbolá, genera la Segunda Guerra del Líbano, que causa más de 1.200 muertos y devasta las infraestructuras del País de los Cedros. En enero de 2009, la operación Plomo Fundido causa más de 1.300 muertos, entre los que se cuentan 410 niños, y termina con 4.000 viviendas.

En cada una de estas campañas Israel no sólo ha causado reiteradas matanzas de inocentes, sino que ha empleado armamento en contravención del Derecho Internacional, tanto fueran bombas de racimo como bombas de fósforo.

La política de la Unión Europea

A lo largo de las últimas semanas, voces como las de Naomi Klein han llamado a imponer un boicot a Israel. Quizás lo más efectivo, como primer paso, sea exigir a los líderes europeos que revisen sus estrategias hacia Israel.

A esta altura de la historia queda claro que estamos ante un Estado en rebeldía, que ignora sistemáticamente las resoluciones de la ONU y que articula una política de ocupación y apartheid condenable tanto a nivel moral como jurídico.

Sin embargo, la UE es el principal socio comercial de Israel. Relación que se basa en el Acuerdo de Asociación Económica Preferencial firmado en 1995, que entró en vigor en el año 2000 y que fue elevado elevado de categoría el pasado 16 de junio por el Consejo de Ministros de Asuntos Exteriores. En estos momentos Europa recibe el 33% de las exportaciones israelíes, mientras que el Estado hebreo recibe de Europa el 40% de sus importaciones.

Pero lo que es peor aún, Europa le vende parte de las armas con las que el Gobierno de Tel Aviv ejecuta su estrategia de desobediencia internacional y represión de los palestinos.

Según señala Leigh Phillips en EUobserver, a lo largo del pasado año 18 Estados miembros autorizaron un total de 1.018 licencias para exportar armas a Israel por valor de 200 millones de euros.

Francia, Alemania y Rumanía son los tres principales exportadores. Francia emitió licencias de exportación por valor de 126 millones de euros, Alemania autorizó 28 millones y Rumanía, 17 millones. En este lista también se encuentra España, cuyos envíos de material bélico a Israel han crecido exponencialmente en los últimos dos años. Sólo Suecia, importante productor de armamentos, y otros ocho países de lazona euro no han participado del negocio.

A la vista de lo ocurrido en Gaza, organizaciones como Amnistía Internacional han pedido un embargo de armas sobre Israel. Kaye Stearman, de la Campaña contra el Comercio de Armas con base en Reino Unido, sostiene que:

“Naciones Unidas y observadores imparciales han documentado regularmente cómo las acciones militares de Israel han violado el derecho humanitario internacional. A pesar de que el propio Criterio Consolidado de Licencias de Exportación de Armas de la UE y Nacional de Reino Unido se supone que evalúa tanto el impacto que tienen las ventas de armas en la paz, la seguridad y la estabilidad regionales, como los antecedentes de respeto de los derechos humanos del país, parece que todo esto se ignora en el caso de Israel”.

Preguntas estratégicas y morales

La primera pregunta que deberíamos hacernos es cuán contraproducente resulta esta política de la UE, que en lugar de presionar a Israel para que termine con la ocupación, mira hacia otra parte y prioriza los intereses comerciales.

Más allá de lo que hagan los líderes palestinos de turno, ya sean de la OLP, Fatah o Hamás, parece quedar claro que sólo Israel tiene la llave para terminar con el conflicto a través de la retirada masiva de colonos. Un paso que no será sencillo, pero que el Estado hebreo tiene que dar de una vez por todas tras 41 años de ocupación.

La segunda pregunta, más dolorosa aún, es qué medida las decisiones de nuestros líderes a favor de ciertos sectores industriales nos convierten a todos en cómplices de la sistemática represión, del oprobio y la ignominia que sufre el pueblo palestino.