Viaje a la guerra Viaje a la guerra

Hernán Zin está de viaje por los lugares más violentos del siglo XXI.El horror de la guerra a través del testimonio de sus víctimas.

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Diario de un adicto al opio en Kabul

Salem se pone de pie en las ruinas del antiguo museo soviético de Kabul. Avanza lentamente en la penumbra. Camina entre los restos de basura, excrementos y orines. Sortea los cuerpos de los hombres que yacen en el suelo. Elude uno a uno a los jóvenes y adultos que se inyectan a la luz de los mecheros, que aspiran el vapor acre que emana del papel de plata. Sale al exterior del edificio con un solo objetivo en mente: conseguir los 300 afganis (4 euros) que se gasta al día en opio.

Afganistán, la cuarta nación más pobre del planeta, y una de las más violentas e inestables, debe enfrentar una larga lista de problemas: desde el poder y la impunidad de los señores de la guerra, que ahoga cualquier posibilidad de verdadera democracia, pasando por la corrupción, la delincuencia y la lucha armada talibán, hasta la producción masiva de opio.

Con respecto al opio, del que Afganistán es responsable del 93% de la producción mundial, no son pocos los que consideran que el país está en vías de convertirse en un narco estado en toda regla, de características similares a Colombia.

Pero el problema del opio no sólo responde al cultivo y exportación, que brinda ingentes cantidades de dinero a los grupos armados y que extiende la corrupción a todos los niveles de la sociedad, además ha generado multitudes de adictos.

Un estudio de 2005 asegura que en el país hay 920 mil consumidores regulares, sobre una población total de 26 millones de personas.

Ausencia de horizontes

En las zonas rurales el consumo de la adormidera tiene una íntima relación con la falta de recursos. Es empleada como bálsamo contra la falta de medicinas o alimentos.

Y la adicción pasa de las madres a los hijos, ya que hay niños que a los que se les suministra opio para mitigar la necesidad que se les generó cuando aún estaban en el útero. Una forma de mantenerlos tranquilos, sosegados, mientras sus padres trabajan.

En Kabul, la ingesta de opiáceos responde a la falta de oportunidades de progreso. El regreso forzado de cientos de miles de refugiados que se encontraban en Irán y Pakistán disparó el número de habitantes de la ciudad, que se estima que ya ha alcanzo los cinco millones.

Refugiados que se encuentran desubicados, fuera de sitio, en esta urbe armada, polvorienta y caótica en la que el desempleo alcanza al 40% de la población.

Continúa…