Viaje a la guerra Viaje a la guerra

Hernán Zin está de viaje por los lugares más violentos del siglo XXI.El horror de la guerra a través del testimonio de sus víctimas.

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A punto de partir hacia Nicaragua

En apenas unas horas tomaré un avión que me llevaré primero a México y luego a Nicaragua. Desde Managua avanzaré por carretera hacia los zonas más afectadas por el paso del huracán Félix, que ha terminado con la vida de 200 personas y que ha dejado sin hogar a más de cien mil.

También dedicaré parte de mi viaje a conocer la terrible realidad de la selva de Bosawas, que tiene un 10 por ciento de la biodiversidad mundial, y que está sufriendo una rápida decadencia debido a la tala indiscriminada de árboles y al cambio climático. Sus habitantes originarios, los miskitos, malviven sumidos en el hambre y la desesperación.

«Nosotros somos parte de la naturaleza, cuidamos la selva y nuestro río estaba antes lleno, no había problemas para navegar, disponíamos de agua fresca y limpia, nuestras cosechas eran ricas y nuestros niños no sufrían las enfermedades que ahora padecen, por lo que no teníamos que pedirle nada a nadie», afirmó Vidal Osornos, presidente del consejo de ancianos de la comunidad durante una reunión de líderes nativos.

La guerra por los recursos, por la supervivencia, y ese problema tan acuciante, la devastación del medio ambiente, como detonador, al igual que les sucede a los nómadas afar, cuyos testimonios recogí hace un par de meses en Etiopía para Viaje a la guerra.

Como tardaré varios días en llegar al norte de Nicaragua, ya que las comunicaciones no son buenas en estos momentos, aprovecharé para terminar de contaros las últimas historias que recogí en mi reciente recorrido por el sur de Líbano, a un año del final del conflicto bélico que enfrento a Israel y Hezbolá.

De las decenas de entrevistas que allí realicé, son las que más me han impactado, las que no me puedo quitar de la cabeza. El encuentro con los supervivientes de la masacre de Qaná, y la conversación que mantuve con un médico libanés que decidió quedarse en el sur durante la guerra, en un hospital sitiado por las bombas, casi sin luz ni alimentos, lugar en el que también se refugiaron casi un millar de personas. Su lucha por salvar vidas a pesar del peligro, su compromiso moral. Un testimonio extraordinario.