Viaje a la guerra Viaje a la guerra

Hernán Zin está de viaje por los lugares más violentos del siglo XXI.El horror de la guerra a través del testimonio de sus víctimas.

De accidentes en el Congo

Tras cuatro días de viaje a las minas de la región de Mwenga – que me tuvieron, entre otras cosas, alejado de estas páginas -, regreso a Bukavu y me encuentro con la noticia de la desaparición más de 270 personas tras el naufragio de dos barcos en los ríos del Congo.

Dejando a un lado el pesar por la evitable pérdida de vidas, lo que extraña – ahora que aún tengo latentes en el cuerpo las irregularidades de las carreteras congoleñas – es que no sucedan más accidentes dado el estado de las infraestructuras en este país en el que nada que sea público parece funcionar como es debido.

También sorprende la paciencia de la que dan cuenta los congoleños. Si bien el Land Rover en el que viajábamos sufrió cuatro pinchazos; en media docena de ocasiones tuvimos que empujarlo debido a problemas con la batería; y ya en los últimos kilómetros se rompió el freno, por lo que encaramos la larga curva descendente de la Nacional Dos hacia Bukavu sin respirar con excesivo brío; ninguno de mis compañeros de periplo – conductor, traductor, integrante de ONG de defensa de los DDHH – se quejó o dio señales de hastío en momento alguno.

Supongo que en cierta medida es la forma en que se encaran aquí los “safaris”. Safari Njema! No se sabe a qué hora se llega ni parece importar demasiado a qué hora se deba o pueda hacerlo.

Porque en nuestro desplazamiento de hoy desde la ciudad de Kamituga, con algunos de los coches con los que coincidimos en los primeros “check points” después nos volvimos a cruzar y los descubrimos varados con motores rotos, neumáticos pinchados. Rutas plagadas de baches y vehículos que no pasarían la ITV ni en un millón de intentos conformaban sin excepciones el paisaje de nuestro viaje en la región de Mwenga.

Sin noticias del puente

El punto estelar llegó cuando en el camino de regreso encontramos a uno de los puentes, que ya a la ida habíamos cruzado con dificultad debido a la progresiva desaparición de las maderas que lo cubrían, absolutamente desnudo.

Hileras de coches se congregaban a ambos lados. Pasajeros de matatus y camiones bajaban con sus maletas y pugnaban por cruzarlo por uno de los durmientes de la vacilante estructura (la paciencia se había esfumado, y justo en ese momento en el que había un peligro tangible, la gente se empujaba, avanzaba rápida y atropelladamente).

Los vehículos pasaban por dos trozos de madera astillados que apenas se sostenía sobre la estructura de metal. Aunque alguien siempre hacía el favor de dar indicaciones a los conductores, lo cierto es que el accidente daba la impresión de resultar inminente. Alguno de todos esos vetustos cuatro por cuatro y camiones chinos iba a terminar en el fondo del agua. Estaba escrito.

Cuando pasamos al otro lado lo celebramos. Avanzamos hacia Bukavu sin mirar atrás. Sabíamos que a nuestras espaldas la procesión seguía, a cada momento más tumultuosa, más irrefrenable, más al borde del abismo…

Foto: HZ

4 comentarios

  1. Estoy tan cansado que creo haber escrito más tonterías que de costumbre… y la foto que no se carga… saludos!HZ

    07 septiembre 2010 | 00:51

  2. Hombre no creo que sean tonterias ja, ja,
    sigue así que a mi me gustan tus artículos

    salu2

    07 septiembre 2010 | 08:21

  3. Dice ser Lara

    Que diferente es el tiempo. Que diferente son los tic-tacs.

    Interesante.

    Lara tiene alas

    07 septiembre 2010 | 16:49

  4. Dice ser Fina

    No son tonterías, Hernán. Son tus vivencias en tierras difíciles, impensables cerca de nosotros, salvo las imágenes que dejamos que en algún momento nos muestre la pantalla del televisor, antes de cambiar el canal o de ver nuestro programa preferido de cotilleo.
    No son tonterías Hernán. Es solo la realidad de un mundo mal repartido y corrupto.
    No son tonterías Hernán. Es solo el reflejo de un caminante cansado física y, supongo, emocionalmente.
    No son tonterías Hernán. Son verdades que, por suerte o por desgracia, alguna vez también hemos vivido un grupo reducido de «privilegiados», y que…para desgracia de otros muchos, es «el pan que les harta»
    No son tonterías cariño, no lo son.
    Que descanseis.
    Un abrazo.

    07 septiembre 2010 | 23:23

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