Yo soy Eneko y soy más feliz cuando logro expresar mi opinión sólo con la imagen. Sancho es tu vecino del 5º Izq. Habita una isla, un mundo propio lleno de sueños y miserias, con una lógica que no admite gobierno. Colaboran en el desgobierno, Haua, su compañera, y Eva y Jordi, su prole. Pero no viven ajenos. Su isla forma parte del planeta España, del Universo Tierra, y está atravesada por la a menudo demencial realidad que tan acojonados nos tiene.
Cada siglo tiene su pecado
del que avergonzarse debió
y en este en el que estamos
aparte del robo de los políticos,
del gran porcentaje de paro,
nuestro pecado mortal
sin duda son… los desahucios,
la vergüenza de veintiuno.
No venimos a este mundo
con un contrato de trabajo,
ni con una casa a los lomos
como lo hace el caracol,
hay que buscarla como lo hace
el cangrejo ermitaño.
Pero la falta de vivienda
en condiciones asequibles,
es decir viviendas sociales
en propiedad o alquiler
proporcionada por el estado,
que de éste es el deber,
para la inmensa mayoría
que no pueden acceder
a las del mercado libre,
hace de que por millones
recurran a bancos y prestamistas
a hipotecarse de por vida,
y la mayoría de las veces
también a parte de la familia,
con los dichosos avales.
Si la cosa pinta mal,
lo que era previsible,
si la burbuja estallaba
y no se podía pagar
la hipoteca o el alquiler,
los bancos embargan las casas,
rápidamente la subastas
a al propietario o inquilino
a la calle se le lanza,
aunque la vivienda sea
de esas subvencionadas.
Lanzamientos o desahucios,
la vergüenza de este siglo.
La penitencia ya lo saben
saben que será en las urnas,
saben que será…podemos.
24 noviembre 2014 | 15:17
Impuestos exagerados y con crisis. El Impuesto sobre Bienes Inmuebles (IBI). Como por mantener una casa en un pueblo de muerte, porque es familiar, ya pagas basura y corriente. Valor solo sentimental pero pagas como si fuera un castillo de época. Los Banco te dejan dinero para no perder ellos. Luego si no puedes pagar el resto te sacan todo, tú casa su dinero y más dinero para venderla y buen precio. El valor de las casas hoy en día no baja para el gobierno.
24 noviembre 2014 | 17:38
Lo peor de todo es que está respaldado por el gobierno de miseros esclavos económicos.
tn2220
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24 noviembre 2014 | 17:39
El desahucio deberia estar contrastado con la asistencia social, para ver si es justo o no.
ce285a
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24 noviembre 2014 | 17:40
Los desahucios son todos dolorosos y en la mayoría de los casos injustos, en vez de dar dinero a los bancos para su reflote, se debería dar a las personas que por su condición social pueden ser desahuciados.
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24 noviembre 2014 | 17:43
Los desahucios deberian estar investigados antes de ejecutarlos.
toner
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24 noviembre 2014 | 17:44
En el cielo manda Dios y en la Tierra mando yo (Un juez español,sin escrúpulos )
Clica sobre mi nombre
24 noviembre 2014 | 18:56
Antonio la Rosa, te confundiste.
En la tierra mandan los gitanos y concretamente en la nuestra, mandan desde la dictadura de Franco, los americanos. Hoy mucho mas ya que nuestros ejércitos son mercenarios por todas las guerras del planeta al servicio de intereses que no son de nuestros pueblos.
Por esto y mucho mas pasa lo que esta pasando y ojo, que puede venir la OTAN para poner el orden cuando los pueblos protestan a sus amigos de servicios.
Franco era un criminal pero no un corrupto ni vendido al exterior.
No me digas que los tiempos han cambiado, y si hay cambio es para peor por el terrorismo de los que pueden contra los pueblos.
25 noviembre 2014 | 03:15
«Ayer estuve en mi primer escrache: el que la PAH de Madrid hizo ante el domicilio de la diputada del PP Beatriz Rodríguez Salmones, en el barrio de Chamartín. Es decir, estuve intimidando y acosando, con violencia, de forma ilegal y antidemocrática, y todo muy nazi.
Bueno, nazi, lo que se dice muy nazi, no me pareció, la verdad. No recuerdo yo que los nazis pusiesen pegatinas y luego se marchasen. De hecho, diría que hasta me aburrí un poco, es lo que tienen las expectativas: uno va esperando una batalla campal, y luego se encuentra gente que camina por las aceras, padres con niños y hasta alguna señora que pasea al perro aprovechando el escrache. Y no, tampoco parecía un perro nazi, si es lo que están pensando.
Arrancamos desde la Plaza de Castilla, una vez la policía terminó de identificarnos. Recorrimos uno de los barrios más ricos de Madrid, cantando pareados, poniendo pegatinas y repartiendo información a vecinos y comerciantes, y a los muchos porteros, que se mostraban cómplices. Ni siquiera cortamos el tráfico, eso se lo dejamos a las decenas de antidisturbios que nos escoltaban por el asfalto. Al llegar al portal de la diputada, la policía nos empujó hasta la acera contraria, donde un portavoz leyó un mensaje, y después de cantar unos minutos más, nos fuimos juntos.
No sé, a lo mejor cuando me metí en el metro, una vez marchados los muchos periodistas (incluida alguna tele extranjera), los activistas volvieron y tiraron piedras y cócteles molotov, pero mucha pinta no tenían. La gente iba tranquila, la policía también parecía relajada, y no vi miedo, ni siquiera a que en cualquier momento apareciese un ex diputado del PP enloquecido y te arrancase la cabeza por perroflauta. En resumen: fui al escrache sin decirle nada a mi madre, para no preocuparla; y una vez visto, pienso invitarla al próximo.
Ya lo he dicho alguna vez, pero repito: los gobernantes y los medios afines deberían felicitarse de la calma y el civismo que estamos demostrando los ciudadanos. Viendo la manera en que los ciudadanos están siendo maltratados y humillados, con familias asaltadas por el balcón y echadas a rastras, y miles de ahorradores estafados con descaro, es admirable lo pacíficos que seguimos.
Y sin embargo, algunos parecen empeñados en echar leña al fuego, a ver si consiguen que alguien sufra un calentón y acabe pasando algo, para así hacer buena la profecía de autocumplimiento que suelen aplicar a las protestas: los manifestantes son violentos, así que los criminalizo y reprimo, hasta que al final acaban siendo violentos y puedo presumir de “ya lo decía yo”.
Pero me temo que esta vez han pinchado en hueso, porque la campaña de escraches está siendo una perfecta demostración de la inteligencia colectiva de unos y la necedad orgánica de otros.
Inteligencia colectiva la de la PAH, que ha desbordado a la clase gobernante con una forma de protesta eficaz y muy hábil: llevar a las casas de los diputados la protesta enmarca la acción y su respuesta en el ámbito del domicilio, ese que algunos consideran sagrado salvo cuando te desahucian. Las repetidas imágenes de familias, niños incluidas, echadas a la fuerza a la calle con lo puesto, están tan presentes para los ciudadanos que cualquier pataleta apelando a la inviolabilidad del domicilio y la protección de los niños se diluye como azucarillo. Los escraches serían inaceptables para la mayoría hace cuatro años; hoy en cambio cuentan con un apoyo masivo.
Necedad orgánica, la de la clase gobernante, totalmente descolocada y con una cintura de granito. Desbordada por formas de protesta imaginativas, que rompen el clásico “manifestación autorizada”, y ante las que solo tiene una respuesta que ofrecer: más policía, más blindaje, más multas, más criminalización, más miedo.
Cuando crean que han acabado con los escraches, se verán otra vez desbordados por esa inteligencia colectiva que ya tendrá pensado el siguiente paso. Y esa inteligencia está siendo el mejor fruto de este tiempo terrible: la capacidad de los ciudadanos para organizarse, convocarse, reapropiarse del espacio público, protegerse, burlar la represión, ser autónomos, ser eficaces, construir comunidad. No todo son malas noticias».
por Isaac Rosa
publico.es
11/04/2013
25 noviembre 2014 | 20:04