Europa

14-09-17erizo

4 comentarios

  1. Dice ser Stewart Cops

    BARRERAS ENTRE FRONTERAS

    17 septiembre 2014 | 12:15

  2. Dice ser Al Sur de Gomaranto

    Europa antes la inmigración
    y si la inmigración es ilegal,
    se levantan altas vallas
    barreras infranqueables
    a veces por triplicado
    y entre ellas concertinas.
    Hace años que esto no se hace
    ni con los lobos ni osos,
    a estos se les protege
    (cosa que es más que justa)
    incluso si atacan el ganado
    de agricultores, paysans o contadini.
    Pero los seres humanos,
    ni eso ya se merecen
    Hasta dónde llegaremos?
    Viendo, hasta donde ya hemos llegado,
    podemos imaginarlo,
    hace década ya lo intentaron,
    y se llama… holocausto.

    17 septiembre 2014 | 14:55

  3. «El pasado mes de julio el alcalde de Vitoria, Javier Maroto, afirmaba que los argelinos y marroquíes vienen a Vitoria “a vivir de las ayudas sociales sin ningún interés por integrarse, y eso en sí mismo es fraude”. A pesar de las múltiples criticas de los partidos de la oposición y de las organizaciones sociales de la ciudad vasca, Maroto no sólo no rectificó sus palabras sino que se reafirmó, y contó con el apoyo de su partido (PP) en Álava. Parece que el edil popular sigue los pasos de su compañero Xavier García Albiol, que fue el primer alcalde juzgado por su discurso xenófobo, por haber afirmado que “los rumanos son una plaga y suponen una lacra para la ciudad” y que “el colectivo rumano gitano ha venido a esta ciudad a delinquir y a robar”. Unas declaraciones que no sólo no le pasaron factura sino que le auparon a la alcaldía de Badalona, tradicional feudo del PSC.

    Siguiendo esta línea, cada vez son más los cargos públicos que se suman ala banalización de los prejuicios xenófobos. Prejuicios que, a la postre, permean en el debate político y, más grave aún, son parcialmente asumidos por los partidos mayoritarios en una carrera desesperada por ocupar el espacio político que en Europa está representado por la ultraderecha.

    Pero mientras los políticos del régimen se empeñan en emular la retórica ‘lepenista’, los medios de comunicación llevan a los salones de los hogares el ‘problema’ de la inseguridad ciudadana que genera la “invasión” o los “asaltos” de los migrantes subsaharianos. Esta gramática pseudo-belicista y de exclusión genera el caldo de cultivo perfecto para una retórica punitiva que aborda la inmigración como un “problema”, sobre la que se plantean soluciones represivas: vallas más altas, alambres de espino más punzante, devoluciones irregulares en “caliente”, más policía…

    En este sentido, las leyes de extranjería en las últimas décadas han tratado de modificar la imagen pública de los migrantes, presentándola como un “problema” y generando, de esta forma, un marco político y discursivo para su criminalización. Estas normativas han desempeñado un papel fundamental en la difusión de un estereotipo negativo del emigrante sobre el que se han ido asentando y activando todo tipo de prejuicios y aparatos retóricos de marcado carácter xenófobo.

    La degradación de la seguridad jurídica y policial, organizada con el objetivo de expulsar al emigrante, genera como primera consecuencia directa la pérdida no sólo de un conjunto de derechos en particular, sino el propio derecho a tener derechos. Lo que lleva también, como segundo resultado, a producir una mano de obra fácilmente explotable desde el punto de vista económico. Una mano de obra que el propio Estado ha convertido en vulnerable.

    Hay que recordar, a este respecto, que los inicios de la xenofobia política se marcaron como objetivo básico situar esta frontera entre aquellos que deben ser protegidos y aquellos otros (no) ciudadanos que pueden, o mejor, deben ser excluidos de tal protección. Una operación de exclusión, por tanto, con una evidente matriz también económica. Esta exclusión (de facto y de iure) genera, precisamente, el caldo de cultivo perfecto para la xenofobia política, definida mediante esta operación de exclusión que favorece una competencia entre autóctonos y foráneos en el esfuerzo por conseguir un recurso escaso: el trabajo.

    Más de 20.000 cadáveres de inmigrantes muertos en los desiertos, en las vallas fronterizas, o náufragos de pateras en las costas de Andalucía y Canarias en los últimos 20 años. Esto supone una media de 2,28 inmigrantes muertos al día, a los que hay que sumar los desaparecidos cuyo número se desconoce, que son la expresión más terrible y dramática de esta otra forma de racismo. Son las víctimas de la xenofobia institucional, de un racismo de guante blanco, anónimo, legal, poco visible pero constante. En este sentido, es difícil separar racismo y políticas de inmigración ya que, aunque no son exactamente lo mismo, la mayoría de las veces aparecen entrelazadas y como coartadas necesarias. Incluso el control de nuestras fronteras contra la supuesta “invasión” del migrante se ha convertido en el lucrativo negocio de la xenofobia.

    De esta forma, ante un electorado rodeado de inseguridades vitales derivadas de la precarización del mercado laboral y el shock de las políticas de austeridad y ajuste neoliberales, la casta política compite por ofrecer soluciones a base de mano dura contra toda aquella persona identificada como un obstáculo a la buena marcha de la sociedad y de la economía. Es la construcción simbólica (y material) de los migrantes como chivo expiatorio. Esto genera una sutil pero progresiva transformación de los problemas sociales en asuntos individuales, justificando la transferencia de responsabilidades del ámbito de los servicios sociales a la política criminal.

    El problema no son solo aquellos políticos que azuzan los temores xenófobos de una parte de la población (preocupación ciudadana, por cierto minoritaria, según los datos que ofrecen las encuestas del CIS). Lo peor es que estas declaraciones de determinados políticos del régimen son también, y por desgracia, el síntoma de un sistema enfermo que prefiere refugiarse en la infructuosa fortificación comunitaria.
    España no necesita que nadie ocupe el espacio político de “Le Pen”, ese espectro electoral ya está conformado en los partidos del régimen. Lo verdaderamente necesario es un movimiento político que afronte el reto de globalizar la solidaridad y de una vez por todas defender y respetar los derechos humanos, así como la dignidad de todas las personas».

    por Miguel Urban Crespo
    (Miembro del cosejo asesor de la revista Viento Sur)
    17/08/2014

    17 septiembre 2014 | 17:27

  4. Dice ser Julian Martinez

    Europa visto como territorio moderno para los ensayos del Sitema Finacioero Internacional, Hipotecando las Naciones y sus reservas Nacionales. TENEMOS CRISIS PARA VARIAS DECADAS.

    “La falsa crisis parece extenderse hasta 2020-2023″ Yo lo veo aun mas terrible.

    Santiago Niño-Becerra, el economista apocalíptico que viene desde hace varios años diciendo que la crisis es muchísimo más grave y profunda de lo que nos han contado, publica nuevo libro: Más allá del crash. Se lo edita Los Libros del Lince en la colección llamada Los Panfletos del Lince, y el propio autor dice en el prólogo que su texto es un panfleto, entendido en lo que se lee en la segunda edición del Diccionario de la Real Academia: “Opúsculo de carácter agresivo”. Me he leído ya dos tercios del volumen, y me ha dejado no sé si agredido, pero con certeza sí preocupadísimo. Dice Niño-Becerra, entre otras cosas:

    “La crisis como tal empieza a mediados de 2010″. Lo ocurrido entre septiembre de 2007 y mayo de 2010 -”cuando Gobiernos, dirigentes de instituciones económicas internacionales y directores gerentes de grandes corporaciones llegan a la conclusión de que es imposible salir del estado de prostación en que se halla la economía planetaria con más gasto público, que es el remedio que hasta entonces se había aplicado”- fue una “precrisis”.

    – La crisis era inevitable y es sistémica, y va a cambiar el modelo económico del mundo. Hemos llegado a ella “porque se ha agotado la capacidad de Estados, empresas, familias y personas físicas para endeudarse”. (…). “El problema no es Grecia, ni son los PIGS [Portugal, Ireland, Greece, Spain], ni el semiestancamiento en el que Japón lleva inmerso desde hace décadas, ni la creciente desigualdad de la distribución de la renta en Estados Unidos, ni la dependencia de Alemania de las exportaciones, ni la de Brasil del crédito, ni que China sea la principal tenedora de bonos estadounidenses. Todo eso son problemas, profundos, enormes cada uno en sí mismo, pero no es EL problema, aquello que es capaz de colapsar el modelo de hoy para mañana. EL problema es la deuda”.

    – Lo que viene para la economía mundial es terrible. La concesión de créditos seguirá cayendo, el consumo se reducirá, crecerán los impagados, disminuirá la recaudación fiscal, habrá menor crecimiento y más desempleo y menos servicios públicos y, en general, “un retroceso en la calidad de vida de la población”.

    Lo de España, aún más negro. “España es uno de los países más endeudados del mundo: la deuda total de España alcanza, considerados los efectos cruzados de todas las deudas, un volumen que equivale al 410% del PIB español a 31 de diciembre de 2010. (…) La deuda pública española no es elevada en comparación con otros países: alcanza el 65% del PIB (en Japón supone el 200%). El problema es la deuda española que tienen las empresas (120%) y las entidades financieras (110%). (…) El próximo futuro no es bonito, pero pienso que para España es particularmente feo”.

    ”La economía de EE UU se halla en una situación crítica, tanto por su nivel de endeudamiento público y privado como por su incapacidad para absorber un desempleo creciente en un entorno de muy débil crecimiento y con un modelo de protección social meramente testimonial”.

    “La actual crisis podría extenderse hasta 2020-2023, con una primera fase de caída hasta el 2012, seguida de un estancamiento oscilante de unos tres años en el que se llevarían a cabo las de los cambios estructurales ya diseñados, para a partir de 2015-2016 iniciarse una progresiva estabilización en la que se irían implantando las operativas del nuevo modelo”.

    Niño-Becerra no es un telepredicador. Es catedrático de Estructura Económica en la IQS Schoool of Management, en la Universidad Ramon Llull. En 2006, cuando vivíamos ficticiamente en la burbuja del ladrillo, ya dijo que venía una megacrisis tan grave o más que La Gran Depresión de 1929. Hace algo más de dos años, cuando publicó su El crash de 2010, leí una entrevista con él en La Contra de La Vanguardia que ya me dejó patidifuso. Ha acertado en muchas de las cosas que decía entonces. ¿Se equivocará en las que dice ahora?

    Lo comico de esta crisis, es que cada mes aumentan los nuevos ricos billonarios mien tras que el mundo laboral empobrece. La cuestion esta mas que clara.

    19 septiembre 2014 | 03:08

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