Yo soy Eneko y soy más feliz cuando logro expresar mi opinión sólo con la imagen. Sancho es tu vecino del 5º Izq. Habita una isla, un mundo propio lleno de sueños y miserias, con una lógica que no admite gobierno. Colaboran en el desgobierno, Haua, su compañera, y Eva y Jordi, su prole. Pero no viven ajenos. Su isla forma parte del planeta España, del Universo Tierra, y está atravesada por la a menudo demencial realidad que tan acojonados nos tiene.
El Diálogo social
que desde hace algún tiempo,
como dicen en mi pueblo,
”ni es diálogo ni… es ná”
Cuándo hay uno… que no quiere,
dos no pueden pelear,
lo misma pasa y es así
en lo de… dialogar,
en el diálogo social.
Si uno en el sillón se acomoda
y el pico no quiere abrir
si solo saca la garra,
o el cuerno para envestir
ni aun recurriendo a la mímica
se podrían entender
y mucho menos pactar
ni llegar a ningún acuerdo
así, no hay dialogo social.
09 octubre 2013 | 13:14
Me repugnan tanto unos como otros …
El pueblo nunca estará representado adecuadamente para defender sus derechos, en tanto en cuanto la gente no se comporte como personas.
Y el que crea lo contrario … que tire la primera piedra.
Cuando el empresario asuma repartir lo que gracias al trabajador se saca (no que se pueda sacar), asumiendo el mismo un sueldo en similares características a la de los obreros, según cualificación y el trabajador asuma la responsabilidad de defender su puesto de trabajo, su empresa como parte suya, y no sólo por lo que pueda suponer un sueldo, todos podremos entendernos.
Y desde luego, cuando consigamos recortar los gastos administrativos (*), menos impuestos tendremos que cubrir y más podremos repartir …
(*) Todo aquel elemento, que se escoge a dedo en la administración, así como todos los que necesitan para hacer sus papeles mojados, para destinarlo a sanidad y educación.
09 octubre 2013 | 16:05
Mejor que lo ha explicado Al sur de Gomaranto es muy dificil hacerlo , asi que me conformaré con decir Tanto roba roba tanto. Quise decir … Tanto roba roba tanto
patronal que sindicato
Clica sobre mi nombre
09 octubre 2013 | 16:07
Y falta la silla del gobierno que podría ser la de un sillín en una montaña rusa, cuesta abajo, por supuesto.
Carla
http://www.lasbolaschinas.com
09 octubre 2013 | 18:40
A finales del siglo XIX, y a principios del XX, disfrutar del ocio y no trabajar se convirtió en un símbolo de estatus social, en una forma de ostentación de las clases privilegiadas, de los más poderosos. Los únicos que rompían ese precepto eran los nuevos ricos, los que amasaban una fortuna desde la nada con su ingenio y su rapacidad. Pero a un nuevo rico le seguía generalmente una generación ociosa, ese era el símbolo de haber subido en la escala social.
En el siglo XXI los ricos, muy ricos, presumen de lo contrario, de trabajar mucho, de estar dedicados en exclusiva al trabajo, a los negocios. Para ellos existe un adjetivo que los define y con el que se definen: workaholics, una patología que describió en el año 1968 el psiquiatra y teólogo norteamericano Waynae Oates, y que era comparable a una adicción a cualquier tipo de droga.
Cuando se acuñó el término, los enfermos de esta patología eran con frecuencia trabajadores de bajo rendimiento, que por falta de precisión o formación, o por exceso de horas de trabajo resultaban ineficaces en sus empleos. A los ricos de hoy en día, como los que se reunieron en el foro de Davos hace unos días, les gusta definirse como workaholics porqué es una forma de demostrar que su riqueza se debe únicamente a su esfuerzo, en contraste con una población de parados cada vez más numerosa. Esa perversa asociación que relaciona directamente trabajo, éxito y riqueza es la forma de sustentar la desigualdad social con una base de perversa moralidad, en un intento de dotar al capitalismo moderno de un andamiaje ético. Los ricos complementan ese rearme moral con una calculada actividad filantrópica: fundaciones, donaciones a ONGs, proyectos de cooperación, que por un lado calma su mala conciencia y que por el otro limpia su imagen delante de la sociedad produciéndoles retornos en forma de disminución de impuestos.
Los ricos del siglo XXI tienen una mala disposición a cumplir con su fiscalidad, la flanquean con todas sus fuerzas y con la ayuda de unas leyes laxas que les incitan a hacerlo. A pesar de eso les gusta hacer donaciones, porqué ello contribuye a su bienestar espiritual, vean si no a Amancio Ortega con su donativo de 20 millones a Caritas, un porcentaje ridículo de sus beneficios anuales. Un rico puede legitimar su riqueza con una buena contribución a una causa noble, por ejemplo levantar un hospital o una escuela, de la cual quedará constancia en una placa de latón o un busto del filántropo en el acceso principal. La aristocracia pecuniaria del siglo XXI quiere que se consolide la idea que cuando alguien tiene dificultades económicas, o sufre pobreza, es por su falta de iniciativa, su poco espíritu, su nula voluntad de trabajar. Los trabajadores en el mundo occidental hemos pasado de tener que trabajar jornadas de 14 horas a vivir de las migajas de los subsidios. La sociedad de clases parece haber dado un giro de 180º, pero sólo lo parece.
En el mundo hay legiones de esclavos, trabajadores sin protección alguna, sin derechos, que trabajan jornadas inacabables en condiciones extremas y que contribuyen con su esfuerzo y su sacrificio, y con las plusvalías que generan su trabajo y su miseria, a acrecentar la riqueza de los más poderosos. Los empresarios, ricos y emprendedores, están realizando un último asalto al poder, amparados por su buena imagen pública, por su aparente capacidad de generar riqueza y todo ello en un contexto político de desprestigio de la instituciones y de corrupción de la clase política. Los poderosos siempre nos han impuesto su ley, pero ahora puede que la ejerzan con nuestro aplauso, con el beneplácito de una sociedad empobrecida que busca salidas desesperadamente.
Jaume Grau
28/01/2013
09 octubre 2013 | 19:14
Dialogo social, jajaja; que risa tía Felisa.
Hoy estamos viviendo inmersos en el arte de la gran «hipocresías hasta con nosotros mismos».
Gobierno, Patronal y Sindicatos son la misma cosa en España, todo esto comenzó desde hace tres, décadas con el llamado «pacto de la Moncloa» donde se repartió mucha pasta en pesetas por pactar a los que con anterioridad luchaban bajo la clandestinidad contra la dictadura fascista de Franco. Para estos muchos les llego la democracia como decían los muy hipócritas, «los conozco con nombres y apellidos» algunos hoy son difuntos.
Los que todavía vivimos solo tratamos de decirlo muy alto para que las nuevas generaciones no sean falseados ante la actual dictadura que resulta ser mas asesina que la del dictador Franco, amenos en los ultimas dos décadas de su gobierno.
Hoy nos están asaltando descaradamente, han vendido hasta nuestra sangre al exterior incluida la de nuestros nietos, estos politicuchos modernos y corruptos incluido la Monarquía de Juan Carlitos, aunque estos son por generación.
En España, cada día esta mas hundida la clase trabajadora, razón por la que cada día aparecen nuevos ricos, lo que a unos les falta esta mas que claro que otros lo están robando desde toda la administración.
Seguir así, sin responder con orden y acorde a los nuevos tiempos tecnológicos, chillando y en pelotas, con marcha, botellón, drogas, forniqueo a discreción y abortos sin premeditación, etc. etc. Estas mafias políticas de nuestros días, seguirán cachondeandose del pueblo trabajador.
Hay crisis para largos tiempos, esto es de lastima e indignación.
10 octubre 2013 | 02:06
Con el caso de los ERE’s en Andalucía aún pegando coletazos, creo que es el momento menos oportuno para sacar a la luz esta viñeta. Yo no sabría distinguir dónde se sientan unos y dónde se sientan los otros…
10 octubre 2013 | 07:35
Estupenda imagen, como de costumbre, Eneko. Aquí va una interpretación propia de varios años de antigüedad, aunque desastradamente actual (por desgracia): https://plus.google.com/photos/114523541941734046306/albums/5651476792842208033/5651485772033656882?banner=pwa&authkey=CPTm9e3dzZ2tBA&pid=5651485772033656882&oid=114523541941734046306
27 octubre 2013 | 15:34