Jordi Pujol y los nidos voladores

Ahora que la familia real catalana va a sentarse en el banquillo de los acusados de la Audiencia Nacional es necesario recordar aquél dardo envenenado lanzado en 2014 por el cabeza visible y pensante de la dinastía. “Cuando se sacuden las ramas del árbol se pueden caer todos los nidos”, dijo Jordi Pujol i Soley al verse obligado a rendir cuentas al Parlament tras descubrirse que durante 34 años su familia mantuvo 140 millones de pesetas en el extranjero, lejos del alcance de Hacienda.

Jordi Pujol en su segunda comparecencia en la comisión de investigación sobre fraude y evasión fiscal en el Parlamento catalán, en febrero de 2015. (ANDREU DALMAU / EFE)

Y cierto es que los nidos cayeron y salieron volando, que todavía hoy siguen volando. Ahí arrancó, con esa amenaza nada velada y de la mano de Artur Mas, el hijo político del monarca destronado, la deriva independentista que sigue controlando la política catalana y condicionando la española. El miedo a la Justicia, y quizá a la cárcel, provocó una sacudida de tal magnitud que nos trajo, no se sabe bien si por acción u omisión, el referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017, la República Catalana del 27 de ese mismo mes y una situación de enfrentamiento perpetuo entre Barcelona y Madrid, sin visos de solución en el horizonte.

Pero no es por nada relacionado con esto por lo que Jordi Pujol, su esposa Marta Ferrusola y sus siete hijos –Jordi, Marta, Josep, Pere, Oriol, Mireia y Oleguer– van a ser juzgados. No. No tiene nada que ver ni con nacionalismos ni con independencias. Serán acusados por algo mucho más vulgar, íntimo y personal; y por supuesto menos elevado y alejado de cualquier ideal político. Por robar, vamos; por montar una “red de clientelismo” con la que ganaron “ingentes cantidades de dinero” procedentes de la corrupción. “Organización criminal, asociación ilícita, blanqueo de capitales, delito contra la Hacienda pública, falsedad documental y frustración de la ejecución”, según el auto de la Sala de lo Penal.

Por todo esto, la Fiscalía Anticorrupción acaba de pedir 9 años de cárcel para el ex president, 29 para su hijo Jordi, 14 para Josep y 8 para Oriol, Oleguer, Pere, Marta y Mireia Pujol Ferrusola. Pide también que no se siente en el banquillo a la matriarca del clan, Marta Ferrusola, por la grave enfermedad degenerativa que padece, aunque le otorga un papel fundamental en la gestación y funcionamiento de la lucrativa trama corrupta.

Marta Ferrusola ante la comisión de investigación en febrero de 2015. (Alberto Estévez / EFE)

Hablamos de obscenas cantidades de dinero que parecían caídas del cielo, de bolsas de billetes que viajaban de un lado para otro, de colecciones de automóviles de lujo, de cuentas en paraísos fiscales de medio mundo y de inversiones multimillonarias en el otro medio. Muchos se han preguntado de dónde salía tanto y tanto dinero. De donde no salió, seguro, es de esa herencia que les dejó el abuelo Florenci, por mucho que la quieran presentar como la madre de todas las gallinas de los huevos de oro. La Fiscalía está convencida de poder demostrar que la familia Pujol operó corruptamente, en medio de una total impunidad, al amparo de los 23 años en los que el cabeza de familia fue president de la Generalitat.

Pero para que el castillo se fuera haciendo cada día más inexpugnable y el salvoconducto más incontestable, mirar para otro lado se convirtió prácticamente en una razón de Estado. Los gobiernos de Madrid, tanto del PSOE como del PP, siempre dieron cobertura a todo aquello que llegaba de Cataluña. Y mucho más si implicaba a la familia del molt honorable president. Carta blanca. Hablamos de tiempos en los que ambos partidos, no sólo el popular, hablaban catalán en la intimidad; tiempos en los que llevarse bien con la Convergencia de Pujol, o con sus herederos después, significaba estabilidad a ambos lados de la frontera. Y oír, ver y callar era la opción más segura para todos.

Para Pujol i Soley, hombre de una inteligencia privilegiada, Cataluña siempre ha sido su gran armadura para defenderse de las consecuencias de sus dislates. Ya se presentó como “una víctima del Estado español” cuando en 1982 tuvo lugar la bancarrota de Banca Catalana, entidad de la que fue vicepresidente ejecutivo hasta que abandonó el puesto para presentarse a las elecciones que lo coronarían como president de la Generalitat. La quiebra le costó al erario público 345.000 millones de pesetas, y aunque los fiscales José María Mena y Carlos Jiménez Villarejo presentaron una solvente y documentada petición de procesamiento contra Pujol, que ya reinaba en la Casa dels Canonges, y otros 17 directivos del banco por presuntos delitos de apropiación indebida, falsedad en documento público y maquinación para alterar el precio de las cosas, el pleno de la Audiencia de Barcelona desestimó el procesamiento –33 magistrados frente a 8– al estimar que no había indicios racionales de criminalidad.

Entonces y siempre la utilización de Cataluña y el “Madrid nos roba” que nació, creció y se desarrolló bajo su tutela, ha sido el manto bajo el cual todo era posible. Y cuando alguna nube se avistaba en el horizonte de los intereses familiares, el nacionalismo, primero, y la independencia, después, se convertían en el arma arrojadiza que siempre hacía temblar al Estado. Y cuando el miedo entraba en acción el resultado era siempre el mismo, indistintamente de quien viviera en Moncloa: más dinero y competencias para Cataluña y más protección para la familia del president. Qué tiempos aquellos en los que, con el mismo énfasis, se apoyaban las emociones colectivas y las fortunas privadas, como muy bien reflejó El Roto en una famosa viñeta.

Un alto porcentaje de las pretensiones independentistas de Cataluña ha pasado siempre por la faltriquera de Jordi Pujol y su ‘organización criminal’. Él ha sabido manejar de manera sobresaliente los anhelos legítimos de una parte del pueblo catalán para adaptarlos a unas circunstancias que siempre han fluctuado en función de sus intereses. Ahora tendrán que venir a Madrid, el eje del mal por excelencia, para rendir cuentas ante la Justicia española. Y los nidos, aunque siguen por los aires, no parece que puedan ser capaces de evitar ya que el cielo se pueda desplomar sobre sus cabezas. Salvo que el antaño honorable tenga aún más árboles que sacudir.

1 comentario · Escribe aquí tu comentario

  1. Dice ser Elisa

    Enfermedad degenerativa ??????? no me digan que tiene alzheimer …………………y que se le va a olvidar lo rica que es, lo que ha robado para ella y su familia, que se llamaba la Madre superiora en los bancos de Andorra, y que llevaba misales/bolsas de dinero ….. jugando a humillar así a la religion católica de la progresia catalana.

    No me digan que no va a poder disfrutar de todo lo organizado, de todo lo robado y que no se va a dar cuenta de sus hijos acabarán en la carcel y su marido conocido como uno de los más grades mafioso de este pais…?
    Ni lastima me da.

    11 mayo 2021 | 5:48 pm

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