Por Vicky
La aparición de manchas naranjas en el agua de las playas no es una señal necesariamente preocupante, aunque suele despertar la inquietud de sus visitantes. Muchas veces se deben a una reacción química entre las algas y la composición de las rocas cerca de la orilla. Pero hasta que se determine su causa y se concreten las primeras estimaciones, los vecinos se encuentran con el cartel ‘’prohibido bañarse’’.
Desde hace dos meses se han enviado varias alertas sobre la calidad del agua en casi toda la costa del sur de Atenas. El Departamento Oceanográfico del Centro Helénico de Investigación Marina (EL.KE.TH.E.) ha tenido que intervenir para examinar la zona y tranquilizar a los residentes de la región quienes temían que la tierra todavía hacía memoria del incendio del verano pasado y que el agua seguía contaminado. Respondiendo a los informes de los medios de comunicación y a los comentarios de las redes sociales sobre la posibilidad de que el agua descolorida se vincule con aguas residuales, los expertos dijeron: ‘’Los resultados de las pruebas muestran que no se trata de aguas residuales crudas, sino que se trata de una microalga llamada Noctiluca. Esta es una especie benigna, no tóxica y las ‘floraciones’ son característicamente amarillas, naranjas o naranjas/rojas’’.
Son algas inofensivas que no afectan la salud de los bañistas. Tiene forma globulosa y normalmente desaparece de manera espontánea, ya que puede consumirse por otros organismos o depositarse en el fondo del mar. Su aparición suele estar relacionada con la combinación de una serie de factores ambientales como las altas temperaturas, la cantidad de nutrientes que hay en el medio marino y la luminosidad. Por eso, este fenómeno es visto en muchas más partes del mundo que Grecia, como en España (en la costa de Málaga y Ceuta), en Irlanda y en China.
Su duración tampoco es muy larga, dura lo justo para asustar un poco los bañistas (entre 48 horas y unas pocas semanas). A pesar de que la causa suelen ser las condiciones ambientales y la solución se deja en manos de la naturaleza, nosotros también tenemos gran responsabilidad ante la calidad del agua. El remedio más obvio es mantener a raya los niveles de contaminación para reducir las consecuencias del cambio climático. Sin embargo, este es un tema ya muy comentado y que, por lo general, requiere un esfuerzo enorme cuyos resultados se aprecian a largo plazo. Por lo tanto, no me voy a consumir analizando lo que hace bien y mal cada país en este ámbito para que sigan apareciendo fenómenos de este tipo.
Lo que sí me parece interesante es todo lo que se puede hacer y no se hace para obtener resultados a corto plazo. Consiste nada más y nada menos que en mantener un registro constante de la calidad de las zonas marítimas y facilitar todo tipo de recursos para la protección de su biodiversidad. Y esta tarea precisamente conlleva una importante inversión. Depende bastante de las prioridades de cada ayuntamiento la decisión de destinar fondos para quitar los papeles ‘’prohibido de bañarse’’. En Grecia, muchos de esos carteles existen no porque el estado del agua está en una condición tóxica-letal-irreversible, sino porque no hay dinero para realizar los trabajos necesarios para su restauración.
A veces esta es la razón por la que algunas playas cobran una pequeña cantidad de dinero para la entrada de los bañistas o para otro tipo de servicios/lujos que existen en su proximidades. Personalmente, creo que todas la playas deberían ser de acceso gratis y abierto a todos. Luego, el cambio de su aspecto y las medidas que se toman al respecto solo nos recuerdan que el ‘plan playa’ es mucho más que una opción de ocio.
Playa de Lalaria, en la isla griega de Scíatos. (Harout Arabian / WIKIPEDIA)