Menos válido y menos valioso

Por Tom

Todos hemos visto los espacios para gente con discapacidad en los aparcamientos de la ciudad, supermercados y aeropuertos. Siempre están más cerca del destino y la mayor parte del tiempo, quedan vacíos. Sin embargo, a veces tienes la suerte de ver a alguien que utiliza esos espacios. Todos reaccionemos igual en este caso, ralentizamos el coche o el paso, para ver qué ocurre cuando la persona sale del coche. Es como si quisiéramos ver qué tipo de discapacidad tiene y si nos parece adecuado que ocupe ese espacio. Muchas veces el tío se baja del coche y se va a hacer la compra tan normal, dejándonos confundidos y decepcionados. No sé muy bien si nos encajaría mejor que se cayera desde el coche al suelo y luego intentara llegar el supermercado arrastrándose con el único dedo que funciona, o si esperamos que salga una familia de cyborgs.

En cambio si estoy con mi madre que tiene la placa, me siento muy raro aparcando en la zona reservada, como si me estuviera colando. Total que es un poco raruna nuestra actitud.

En el Reino Unido, como en todos lados, intentamos no discriminar contra las personas discapacitadas. En 1995 se aprobó una ley en contra de la discriminación en cuanto a asuntos como el empleo, la educación y el acceso a servicios. Entonces quedaron protegidos los derechos de la gente con discapacidad. Luego, se aprobó la Equality Act en 2010, que era una revision y actualización de la misma. El objetivo es idéntico: evitar y prohibir la discriminación en la sociedad. Hubo también un sistema de apoyo monetario, que se llamaba DLA (disability living allowance), que se vio sustituido por la PIP (Personal Independence Payment).

Todo maravilloso, ¿no? Sistemas para proteger a la gente, su dignidad y sus vidas. Pero espera…

En un lugar del Reino Unido, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivían unos “hidalgos” de los que les molan los recortes, las teteras antiguas, moqueta por todos lados y pinturas de galgos corredores (cazando, claro). Vino la crisis, y las medidas de austeridad. Suena muy guay cuando dices “medidas de austeridad” pero en cuanto te enteras de que te van a quitar aun más pasta, de repente no te parece tan maravilloso. Total que los políticos (que por cierto son la misma banda que está conduciendo el país a la ruina ahora mismo con el Brexit) decidieron cambiar el sistema para que se “ahorrara” dinero, se redujeran las reclamaciones falsas y el sistema funcionara mejor. Cambiaron del DLA a la PIP (que maravilla tener todos estos acrónimos para no saber de qué hablas nunca). ¡Qué bien, ahorrar dinero!. Salvo que la Office for Budget Responsiblilty la cagó y tan solo implementar el proyecto les costó dos mil millones de libras más de lo que esperaban. Y salió más de un año tarde.

Bien hecho, “hidalgos”.

El sistema utiliza una serie de consultas y revisiones del estado de una persona para evaluar si de verdad tiene alguna discapacidad, o no, y cuánto necesitará de apoyo financiero. Pero va mal. Plagado de errores que causaron muchos problemas a la gente que cuenta con el apoyo del sistema para vivir; el sistema ha sido un desastre. Vendido como un sistema “transparente” y “justo” ya parece que fue más una excusa para quitarle más dinero a otro grupo de gente que lo necesita urgentemente (no es muy sorprendente, que a los conservadores solamente les gusta dar dinero a los ricos).

Va mal el sistema. Aparte de costar mucho más de lo que pretendían, falla en dar apoyo a la gente que más lo necesita. Palabras como “futuro lóbrego” y “no suficiente para vivir como ser humano” abundan cuando los medios hablan del tema. Y es que es bastante cierto. Supongamos que el gobierno solamente quisiera asegurar que no hubiera fraude y que fuera más transparente el sistema en vez de robar a la gente (no hay nadie que lo crea…pero es otra historia), pero es que fue mal planteado y no funciona. Al hacer las pruebas para asesorar si de verdad tienes una discapacidad o si lo finges, tienes que demostrar que tienes tanta discapacidad para lograr a calificar que hay mucha gente que no lo consigue.

A mi madre, que camina a una milla por semana y arrastra a los pies mientras se balancea en un andador, le dijeron “pero caminas… ¿no?” y le quitaron una parte del dinero.

(EFE)

Hay gente que pasa desapercibida y termina haciendo lo que sea para ganarse la vida, después de que le falle el sistema. De hecho The Guardian llega a decir que no es solamente que el gobierno pasa olímpicamente de ellos, si no que les ataca y ataca a sus derechos. Como si esto no fuera suficiente, en 2013 el gobierno también introdujo un sistema de impuestos para cobrar a la gente por no utilizar habitaciones libres en sus casas. Iba dirigido a las viviendas de protección oficial o si la persona recibía dinero para pagar la casa y hacia que se cortara los beneficios por tener una habitación libre y los niños con menos de 16 años de edad tienen que compartir.

Los efectos son muy claros, de hecho las Naciones Unidas ha declarado que el sistema viola tanto la Convención de las Naciones Unidas como las leyes británicas. Los ejemplos incluyen la falta de inclusión en educación para niños con discapacidad, que las familias de minoría étnica perderán más, igual que las familias con un niño y un adulto con discapacidad y las familias monoparentales.

En general las mujeres pierden más que los hombres. En algunos casos eso puede tener consecuencias muy graves. Una cantidad creciente de mujeres vulnerables se ven obligadas a trabajar de cualquier manera que se pueda, y a menudo eso significa la prostitución . Por culpa de los vacíos en el sistema, hay gente que se encuentra atrapada entre una norma y otra, ni cumpliendo una ni la otra. Se niegan a darles apoyo financiero, y para ganarse la vida acudieron a ese ‘nicho del mercado’.

En 2015 el gobierno reveló estadísticas que detallaron que más de 80 personas al mes estaba muriendo tras estar declarado “apto para trabajar” bien sea de hambre, suicidio, e incluso aplastado por un camión de basura cuando un hombre buscaba desesperadamente en la basura algo de comida.

En un caso extremo, un hombre que ya se había declarado “apto para trabajar” murió mientras luchaba contra la decisión. Un año y medio tras su muerte, el juicio le declaró “no apto para trabajar” basado en la misma información que presentó a la primera entrevista donde decidieron que no tuvo ningún problema.

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