Por Vicky
El verano de 1054 se generó una disputa entre el patriarca de Constantinopla y el Huberto, representante del papa, que dio con el llamado Gran Cisma que dividiría el Cristianismo entre ortodoxos y católicos. La historia es mucho más compleja que una animada conversación entre los dos representantes espirituales y esto se nota en el hecho de que las semejanzas en estas dos ramas de la misma religión son más que las diferencias. De hecho, desde entonces ambas culturas han podido convivir de manera bastante conciliada. Sin embargo, de vez en cuando los cambios en nuestra mentalidad hacen que se crean pequeñas fricciones que invitan entrar en debate y provocan ligeros conflictos a la conciencia de la sociedad creyente.
No son pocos los referéndums que se han realizado sobre el derecho de interrumpir la voluntariamente el embarazo dentro de las primeras semanas de gestación. Además, los hemos visto en algunos de los países con más sentir religioso, como Argentina o Irlanda. A pesar de las protestas de los representantes de la religión al respecto, la libre elección que se proponía en estos referéndums ha salido ganando. Y mientras más países expresan su voluntad de sufragar este derecho, cada vez son más los ciudadanos que sienten la necesidad de tomar un bando y luchar por sus creencias.
Un ejemplo reciente es el de los dos obispos del estado de Illinois (Estados Unidos) que decretaron que no podrán recibir la comunión aquellos congresistas que trabajaron para aprobar el proyecto de ley que declara el aborto como derecho fundamental. Uno de los obispos también declaró que los parlamentarios católicos que votaron a favor de la legislación pro aborto no podrán recibir la Eucaristía hasta que se confiesen.
En España, muchos partidos tuvieron que destacar en sus programas electorales el tema del aborto y declararse a favor o en contra además de hacer propuestas sobre la formulación de la supuesta ley que definiría su naturaleza. Los comentarios de estos políticos fueron muy comentados en las redes sociales y contribuyeron en cierta medida en los resultados electorales, ya que en España más que un dilema ético parece tratarse como un asunto ligado a la democracia.
En mi país, de momento se observa este debate desde la neutralidad. En Grecia, al igual que en la mayoría de los países que cuentan con una Constitución, también se recoge la ley de interrupción del embarazo. La experiencia de los países que sí tuvieron que manifestaciones y anunciar referéndums nos ha enseñado que, en realidad, ser un poco más dogmático y despenalizar el aborto no debilita la fe de nadie ni borra la identidad de estas personas. La fe es muy poderosa pero no tiene por qué mezclarse y ser sinónimo del poder.
Entonces ¿qué ‘’bando’’ toma la iglesia ortodoxa?
Recientemente el Patriarca de Constantinopla había emitido una carta abierta, al respecto. Para él la vida de cualquier persona es bienvenida al cristianismo siempre que su voluntad de acercarse a la fe es auténtica y libre. Es decir, con la misma libertad que cualquier fiel decide distanciarse y renunciar sus creencias ortodoxas, también tiene derecho a renunciar crear vida. Eso sí, después de tal acto no podría reclamar su fe y seguir participando en la iglesia como si nada de esto hubiera pasado. En este punto también hizo alusión a las personas divorciadas, que en Grecia en un principio no pueden recibir la comunión o convertirse en padres espirituales.
Generalmente, la iglesia ortodoxa aprueba la voluntad del distanciamiento religioso pero no penaliza esta decisión. La prueba de esto está en el hecho de que si alguien se divorcia o comete cualquier otro tipo de acto sancionado, no se le expulsa de la religión porque siempre se cree que esta persona debe tener la oportunidad de volver a Dios si reconoce sus errores.
Hablando en términos de vida, no hay que olvidar que en la iglesia ortodoxa está permitido que los curas y sacerdotes contraigan matrimonio y tengan sus propias familias. En definitiva, la fe es algo muy personal, un sentimiento que traspasa la política. Lo que no llega a traspasarla es más bien un control social.
Devotos rezan y extienden pétalos de flores en el Epitafio de la Iglesia Ortodoxa Apostolos Andreas, con motivo del Viernes Santo Ortodoxo, en Nicosia (Chipre). (Katia Christodoulou / EFE)