Ser influencer en España te abre puertas, pero en Grecia te las cierra

Por Vicky

Algunos de nosotros siguen sus pasos minuto a minuto cual detectives y otros acaban tan saturados de sus constantes actualizaciones que han silenciado sus cuentas. Los influencers tienen tantos seguidores como haters, por lo que al final del día solo el analytics de sus perfiles puede darles un feedback real y fiable.

Era un día soleado en Atenas cuando se acercaron al Museo de la Acrópolis 13 mujeres jóvenes y divinas. Lo último no es una apreciación personal, sino que las chicas se habían disfrazado de diosas de la antigua Grecia. Al igual que cientos de visitantes, ellas también habían reservado con meses de antelación por internet las entradas para entrar en el museo. Sin embargo, el look que eligieron aquel día invalidó sus entradas y las dejó fuera del museo.

No es casualidad que la sátira nació en Grecia. Expresar nuestra indignación burlándonos de las personas que nos provocan este sentimiento, es un hábito que aproxima la tradición y el temperamento. Los influencers griegos, los que de verdad han conseguido algún tipo de éxito a través de su exposición diaria pueden contarse con los dedos de una mano. Aún así ni han llegado a pinchar para festivales ni tener su propio espacio mediático, como lo han hecho otros compañeros suyos en otros países.


He escuchado más veces a la gente reaccionando con un «¿pero quién se cree?» o «¿qué sentido tiene eso?» que admitiendo que es una buena idea o un ejemplo para imitar de algún modo. Por eso, las personas que eligen promocionar su imagen como instagramers o vloggers de momento se sienten reconocidas por su propio círculo y los fans de este. No sé muy bien bajo qué criterio un influencer decide dar el salto y hacer lo de siempre pero a lo grande, pero todo indica (por la historia que voy a contar a continuación) que siempre hay un momento para cada cosa y este momento más vale que sea respetado, así como el espacio.

Las 13 amigas llegaron desde Alemania a Atenas para celebrar la despedida de soltera de una de las que formaban el grupo. Afirman haber gastado alrededor de 200 euros en su visita planeada en el Museo de la Acrópolis. Por supuesto las guías no cuestan tanto, sino que su idea era acudir acompañadas de un fotógrafo profesional que les hiciera fotos como si fueran unas cariátides modernas al lado de los monumentos que alberga el museo. Habían cuidado hasta el último detalle, ya que su intención no era insultar a nadie sino de hacer una sesión de fotos más especial aprovechando además que una de las turistas alemanas era diseñadora de moda y que meses antes tenía preparados los vestidos al estilo grecorromano. Eso sí, se les olvidó un pequeño detalle… que para los rodajes profesionales se necesita contar con el permiso del sitio.  

Empezaron a protestar e insistir mucho a los guardias. Resaltaron que ninguna indicación del museo ponía que hay un dress code para acceder. Dijeron que este trato sería normal en países como Arabia Saudí, Marruecos o Dubái, pero no en Grecia, en un país miembro de la Unión Europea. Alegaron que su viaje en total les costó unos 1.200 euros y el resto de sus planes se habían realizado con éxito. Al final, tuvieron que abandonar el sitio escoltadas y armaron su propia guerra a través de sus redes sociales.

Es curioso que en ningún momento se les ocurrió deshacerse del fotógrafo y hacerse las capturas necesarias con sus móviles o cámaras personales. En vez de pensar en esta opción prefirieron intuir que el problema del museo tenía que ver con su vestimenta inapropiada.

La moraleja definitiva la dio el propio museo a través de su gabinete de comunicación que hizo pública la razón por la que las turistas fueron expulsadas. No tanto por su actitud molesta y persistente, más bien por eso les negaron devolver el dinero de las entradas, pero sobre todo porque se necesita licencia para este tipo de grabaciones concedida de la directiva del propio espacio donde se va a realizar el trabajo. Para aclarar dudas, advirtieron a los futuros influencers interesados que lo ideal es contar también con el permiso de la Comunidad de Antigüedades y los demás círculos asignados al Ministerio de Cultura, de lo contrario la cifra de los likes conseguidos podría convertirse en la totalidad de la multa emitida.

Así que mucho cuidado con las imágenes y vídeos si os vais de vacaciones a Grecia este verano. Estar informado sobre la normativa del país puede defenderos mejor que un puñado de seguidores en las redes sociales.

Vista del Templo de Atenea Niké, en la Acrópolis de Atenas (Laurent Gillieron / EFE).

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