Por Vicky
Es sábado por la mañana, casi mediodía cuando abres tus ojos por primera vez desde hace cinco horas, momento en el que acabó la fiesta de la noche anterior. Eres estudiante y en el piso vivís tú, unos compañeros y vuestras latas de cerveza vacías.
Este es un cliché muy famoso de la vida universitaria de miles de jóvenes por todo el mundo. A pesar de las prohibiciones de nuestros padres, profesores y publicidad en la televisión, todos hemos empezado a beber alcohol siendo adolescentes. Te ayudaba a socializar y a soñar con la vida adulta. La felicidad instantánea que te ofrecía no la podías comparar con ninguna otra actividad y esto es lo que llamabas diversión. Una noche exitosa con amigos dependía bastante de si acabaras lo suficiente ‘’contento’’como para coger valor y hacer cosas que te servirían de anécdotas de las que dan risas histéricas al día siguiente.
También es una ‘’vida anterior’’, más propia a la generación de nuestros hermanos mayores o nuestros padres. Cada vez son más los jóvenes que prefieren evitar el excesivo consumo de alcohol. Simplemente no está en sus planes. Han encontrado la diversión en otro tipo de ocio y ven muchas opciones más allá de empastillarse por acidez estomacal y dolor de cabeza.
Según un informe de The Economist, uno de cada tres jóvenes de entre 16 y 24 años no bebe alcohol y unos 1.000 bares cierran cada año. Se nota un distinto comportamiento en comparación con las generaciones anteriores en casi todos los países desarrollados, desde Australia hasta Holanda. Aunque la media de edad en la que se prueba por primera vez esta sustancia nociva se ha rebajado (a los 14 años), se ha observado un uso moderado del alcohol según se entra en la madurez.
¿Os suena la frase «Netflix and chill»’? Algunos se la toman como un eufemismo, pero otros la entienden literal. No es casual que las series, ir al gimnasio o los foodies se hayan convertido en tendencia en el mismo tiempo. Muchos jóvenes se interesan por su bienestar y ven más felicidad en mantener una buena salud que pasar un fin de semana entero con resaca entre sofá y cama.
En Reino Unido la situación parece ser similar. La Asociación Licensed Multiple Retailers asegura que antes los jóvenes salían para beber y quizás para picar algo. Ahora ocurre lo contrario. Salen sobre todo para comer y quizás para tomar una copa después.
Leo a la prensa griega casi a diario y como buena nostálgica que soy pongo especial atención a las novedades de mi ciudad. Las noticias sobre el nuevo restaurante de moda o las listas sobre ‘los 10 mejores restaurantes del mes’ superan de manera notable a las que se dedican a los bares o discotecas. Las últimas parece que ya no existen, al menos en la prensa. Se habla de estrenos en los cines y en las plataformas de streaming, de talleres artísticos, de conciertos, videojuegos, exposiciones, rutas de senderismo o escapadas naturales.. y el alcohol no está siquiera en la letra pequeña como cebo para atraer a más gente.
Por otra parte, el presupuesto que se tiene en esta franja de edad ayuda a asentar cabeza y hacer un par de cálculos si se quiere llegar a fin del mes sin arruinarse. El alcohol es un gasto innecesario. No es que los veinteañeros ya no beban ni una gota, sino que saben controlar sus impulsos, conocen lo que es realmente beneficioso para ellos y en qué medida.
Sin embargo, hay quien no quiere ver este nuevo panorama y rechaza esta «moda»’. Algunas personas de mi edad me han confesado que temen dejar la fiesta y los desfases alcohólicos porque tienen la impresión de que esto es lo que se hace en esta edad. De lo contrario se convertirían en personas mayores de escasa vida social y poca diversión.
Entonces mi pregunta es: ¿puede alguien ser demasiado joven para dejar de beber? Personalmente, creo que no se puede poner ni edad ni fecha de caducidad en ciertas cosas. Al igual que no puedes ser demasiado viejo para beber todo el día, tampoco puedes ser demasiado joven para remediarlo. Es cuestión de probar la vida ‘’abstemia’’, disfrutar de una noche de pizza en casa con amigos -no más de dos copas- y comprobar cómo todo sigue igual de bien. Es eso o la crisis de los veintitantos me acaba de tocar la puerta.
La cerveza debería de ser a 5 euros la lata más pequeña y ser mas cara a mas cantidad.
Me produce asco vomitivo no la soporto por mi parte que dejen de fabricar y vendan agua que es más sano.
22 febrero 2019 | 11:48 am
¿Y que dicen The Economist, Licensed Multiple Retailers y demás fuentes en las que beben Vicky y Tom, sobre cuantos «puestos» de droga abren al año?
Crerrarán muchos bares y muchos jóvenes beberán menos, pero el consumo de drogas crece a mucha mas velocidad.
22 febrero 2019 | 1:13 pm
Y luego hay que sumar las resacas con lo que hace pensar cada vez mas beber con moderación.
22 febrero 2019 | 6:01 pm