Por Tom
En Inglaterra la idea de salir a comer algo que te podría hacer tu madre es hasta repelente. La mentalidad es que si te lo puede hacer tu madre, ¿por qué saldrías a pagar por ello?. No tiene sentido. Además, si el restaurante no lo hace mejor que cualquier miembro de la familia tampoco es una buena idea.
Es más, la generación de tu abuela, habiendo vivido la posguerra, tiene una obsesión con la comida en lata. Les parece lo más. Se mantiene fresco siempre, no caduca nunca (aunque si haces una redada en la despensa de tus abuelos, seguramente hay unas latas de algo sospechoso que caducaron en 1982), y son baratitas.
Es decir, la idea de que tu abuela haga las mejores, por ejemplo, natillas del mundo mundial, si resulta ser la verdad, quiere decir que Ambrosia (nuestro Danet) hace las mejores natillas del mundo… La comida que hace tu abuela, a no ser que tengas una abuela fuera de lo normal, tampoco es una cosa que buscarías como loco ni pagarías por placer.
Nos pondríamos furiosos al ir a cualquier restaurante que nos diera comida nivel mamá/abuela (siendo ingleses no haríamos nada, simplemente fulminaríamos con la mirada a la persona que nos sirvió).
Pero… ¿Por qué es así? Buena pregunta.
La parte desgarradora es que hemos perdido el rincón de la cultura que da importancia a la comida; el acto de consumir una comida bien hecha con ingredientes de alta calidad con gente que te cae bien… ya ha ido a la deriva, perdido al tiempo.
Ahora lo importante es que sea conveniente, que parezca comida de verdad, y que no de tanta repelús que no se pueda comer. Esto es todo. Aún mejor si lo puedes meter al horno y en 45 minutos (que puedes aprovechar haciendo otra cosa) suena la alarma y sale la comida lista.
Es más, si me preguntaras cuál es la comida típica de mi zona de Inglaterra (no el pueblo, ni de broma, el equivalente a la COMUNIDAD AUTÓNOMA), no lo sabría decir. Sí sé que el queso cheddar es del valle de Cheddar (por eso se llama así, ¿a que no lo sabíais?) y el haggis es de Escocía, y el curry del East End en Londres (el último es broma pero hay unos lugares en la zona que te darían orgasmos bucales al probar la comida hindú). Aparte de esto… las comidas típicas de muchas zonas, o no se comen o ni siquiera se conocen hoy en día.
En cambio, en España, las mamás y las abuelas tienen fama por su cocina. A lo mejor por una cosa en concreto. Decir que “mi mamá hace la mejor tortilla del mundo mundial, con cebolla, poca cuajada, etc.” no suele ser una exageración. Hasta los días de “mi mamá va a hacer croquetas esta noche” provoca autoinvitaciones de los amigos si lo mencionas en compañía.
La idea de encerrarte en la cocina, estilo esclavo, durante un par de horas para que luego rompas el pan con amigos o la familia con una comida maravillosa y tradicional es algo que reservamos para unas pocas ocasionales al año… En cambio en España, un jueves es una buena excusa.
Tampoco os creáis que es la falta de ingredientes de calidad en Inglaterra, de hecho si compras tomates o naranjas es bastante posible que sean de España… No, tiene algo que ver con el estilo de vida. Simplemente ya no nos mola. ¡Qué pena!. ¡Que pérdida!. No sabré decir si es por el influjo de influencias de fuera; spaghetti bolognese es el plato más popular de Reino Unido, o por ejemplo, tikka masala – aunque sea un curry – es inglés y su popularidad es mítica. Quizás nos hemos entregado a la conveniencia, preferimos pasar nuestro tiempo frente la caja tonta en vez de la cocina.
Se merece mencionar que el rollo ‘healthy food’ así como la comida orgánica/biológica es bastante popular y disponible en la vida cotidiana. Sin embargo, también hay la sensación de que es un lío ser ese tipo de persona “sana” que cocina rutinariamente, y que come ‘verdura’ a menudo. Por lo tanto existe un mercado importante de cosas sanas medio preparadas, tipo ‘hacendado’ que te da a la vez el confort de saber que estás comiendo sana, y que no tienes que esforzarte mucho para hacértela.
Otro fenómeno que es bastante (sino totalmente) poco común, es lo de los tupper. Yo, a los dieciocho, salí de la casa de mis padres por el otro extremo del país, de hecho, técnicamente a otro país: Gales. No podía irme más lejos sin cruzar el mar a Irlanda. Sin embargo, no se le hubiera ocurrido nunca a mi madre suministrarme cuarenta mil cajitas plásticas con cosillas para alimentarme bien.
Me apañé… muchos amigos míos comían pasta con las famosas alubias inglesas en lata como salsa (literalmente así sin más) durante tres años de carrera. Ni siquiera bajo aquellas condiciones las mamás reaccionaron.
Simplemente no nos importa.