Por Vicky
Pocos clichés hay como ese “vale, pero solo una caña” o “esta va a ser la última”. ¿Cuántas noches han empezado con la intención de hacer un plan sencillo e ir a tomar algo en un bar? Nunca estás muy seguro de cómo va a acabar la cosa, pero sí tienes una idea de lo que te vas a encontrar. Un local entrañable, gente maja, música, un par de copas y un buen ambiente. No falta nada, ¿verdad? Un griego te diría que sí.
En 2009 se aprobó allí la Ley Antitabaco, que por primera vez prohibió el tabaquismo en sitios públicos y cerrados. Nueve años después el incumplimiento de esta enmienda es casi total. En la mayoría de los locales atenienses y en los del resto del país se fuma. Por alguna razón, esta ley rompió los esquemas de lo que hasta aquel momento era una noche completa para los griegos y se produjeron escenas divertidísimas. Tuvimos la ocasión de evidenciar restaurantes y cafeterías que tuvieron el detalle de dividir su espacio en zonas de fumadores y de no fumadores, pero dejando a los últimos en la planta de arriba y a los tabaquistas en la planta de abajo. Naturalmente el humo iba subiendo y todos acababan respirando lo de siempre.
La situación en general se parecía más a un chiste que a una cosa seria y muchos comercios ni siquiera intentaron cambiar su política. De hecho, es una incógnita la razón por la que nunca nos gustó esta ley. En Grecia somos lo suficientemente respetuosos como para saber que en el metro, por ejemplo, no es adecuado fumar y -efectivamente- nadie lo hace. Sin embargo, insistimos en no aplicarlo en los puntos de ocio. Tampoco tenemos la excusa de los países nórdicos, que para ellos salir cinco minutos a fumar en pleno invierno supone exponerse a temperaturas bajo cero.
Estas cuestiones investigan e intentan solucionar desde la plataforma akapnos.gr, un nuevo portal creado para informar sobre los locales en los que estrictamente no se puede fumar. Un vistazo rápido a los comercios inscritos en esta web, da para entender las dimensiones del fenómeno. Apenas encontramos unos 309 bares/restaurantes, aunque según afirma su fundador, Giorgos Balafoutis, “ese número va en aumento”.
Él como muchos griegos del exilio ha vuelto a su tierra desde Estados Unidos y se quedó alucinado con la resistencia griega frente a esta ley. “Me entristece el típico razonamiento griego de que aquí nunca se puede cambiar nada y la negación de hacer cualquier cosa que no nos conviene”, apunta Balafoutis.
Su preocupación principal como ciudadano no ha sido tanto la escasa oferta de establecimientos no fumadores, sino las condiciones en las que tiene que trabajar el personal de los locales que siguen permitiendo el tabaquismo. Los individuos que no quieren convertirse en fumadores pasivos, pueden irse a otro sitio donde no se fuma y conocen más o menos qué alternativas tienen, pero los camareros no tienen esta opción.
Además, hablando de cafeterías y bares muchos productos se estropean por el humo. “Los comerciantes que están inscritos en mi portal se quejan de que el sabor del vino y del café que ofrecen se altera considerablemente, pero hasta ahora tenían miedo de perder sus clientes porque todo el mundo sale precisamente a disfrutar de una copa con un cigarro”, explica Balafoutis.
El éxito de esta iniciativa está a prueba del empeño heleno. De momento, el arranque de las Navidades en la capital sigue oliendo a chocolate caliente, café con canela y tabaco.