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"Odio la televisión del
mismo modo que detesto
los cacahuetes. Pero no
puedo dejar de comer
cacahuetes". Orson Wells

‘Allí abajo’ viaja al norte y regresa más fresca y fuerte que nunca

Allí abajo -sobran las presentaciones- se hizo querer durante la primera temporada. Buenos diálogos, grandes actores (muchos de ellos desconocidos) y unos personajes que conectaron con el público desde el piloto fueron garantía de éxito para una serie que nacía bajo la estela de Ocho apellidos vascos y que ahora ha logrado desprenderse de esa mochila. Tiene identidad y sello propio.

Pero, sobre todo, Allí abajo nos abrió los ojos y nos demostró que se puede hacer comedia de calidad: tiró por tierra la imagen de la estética humorística pobre a la que nos tienen acostumbrados en España. Aquí, cada plano se cuida con delicadeza. Y eso se agradece.

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La segunda temporada llegó después de meses de espera. Lo hizo, concretamente, el viernes. Vale, ya empezamos mal. Estrenar un viernes la serie más vista de la cadena en 2015 debería ser delito. De hecho, debería estar penado.

Pero Antena 3 lo hizo con el único propósito de rellenar el hueco que ha dejado Tu cara me suena, que consiguió ser líder en su franja horaria por delante de Sálvame Deluxe. Y sabe que la comedia protagonizada por (los enormes) María León y Jon Plazaola no va a ver mermada su audiencia porque cuenta con un público fiel. Así lo demostraron, además, los datos, que avalan su fortaleza. Casi 4 millones siguieron su regreso en ese fatídico día de la semana. Perdió unos pocos televidentes, es verdad, pero estoy segura de que la mayoría de ellos (me incluyo) la verán a partir de ahora en diferido.

Allí Abajo / Atresmedia

En esta ocasión, la serie retoma la historia de amor donde se quedó la otra vez. Con la relación de Iñaki y Carmen más que formalizada. Juntos, viajarán al norte, a Donosti, para abordar el choque cultural a la inversa, con la (graciosísima) recreación de una tamborrada, la cuadrilla siempre al acecho, la suegra (qué personajazo) al borde del colapso, las excesivas comilonas norteñas y un frío que entumece el salero andaluz de la enfermera.

Todo ello mientras nos introducen con cuentagotas -todo un acierto, no hay prisas- a esos secundarios que aportan, sin necesidad de grandes apellidos, novedad y frescura a la trama. Pero la escapadita al norte será simplemente eso, una escapadita, algo fugaz. Desde aquí reivindico que vuelvan, que dejen las bulerías y se asienten en el norte, hay mucho material todavía por explotar.

Es cierto que la serie no aporta nada nuevo, pero entretiene sin necesidad de recurrir al chiste malo y la carcajada forzada y constante. Allí abajo regresa de Euskadi por la puerta grande: más fresca, fuerte y atractiva que nunca.

1 comentario

  1. Dice ser Sociólogo Astral

    Ahi abajo es lo que me gusta Chicharroni.

    14 febrero 2016 | 21:22

Los comentarios están cerrados.