Tras la tempestad viene la calma, y, con ella, debería venir la reflexión. El pasado viernes fue un día muy triste en la historia de nuestro país. Diez personas perdieron la vida en Málaga, Almería y Murcia por diferentes motivos relacionados con el episodio de lluvias intensas. Hay tres desaparecidos y muchas familias deshechas. Docenas de personas sufren heridas y muchas más lo han perdido todo, absolutamente todo, debido a las inundaciones.
Tras sacudirme la tristeza y el asombro por las imágenes que hemos visto, la reflexión que me queda es la siguiente. Ni con todos nuestros satélites, ni con todos nuestros superordenadores, ni con nuestros grandes avances tecnológicos, hemos sido capaces de evitar esta situación. La naturaleza sigue siendo más fuerte que nosotros, y a la primera oportunidad que se le presenta nos lo demuestra con tiranía.
Desesperación el viernes pasado en Vera, Almería (EFE)
Como todos sabéis, la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET ahora, antiguo INM) es la responsable en nuestro país de velar por nuestra seguridad en aspectos meteorológicos y climatológicos. Es la responsable de emitir avisos para alertar de riesgos meteorológicos. Los colores indican el nivel de riesgo para la población. Y los criterios están claros.
La reflexión principal deja sitio a otras preguntas que se me vienen a la cabeza, y que os expongo para debatir.
– ¿Qué hubiera pasado sin avisos?
Efectivamente, a toro pasado la destrucción ha sido mucha y es muy fácil señalar culpables. Pero pensemos que, quizá, sin esos avisos, el número de víctimas sería mayor. El suceso de Gandía, con un desplome o downburst (como este en Camp de Turia en Septiembre de 2004 que tuve la oportunidad de documentar) que arrasó la feria local, tirando al suelo una noria y diferentes atracciones se produjo con la zona desalojada, sin estar abierta al público, precisamente por esos avisos. Sin duda, de no haberse emitido los mismos, la catástrofe allí hubiera sido horrorosa. Pensemos en esto.
– ¿Se emitieron con suficiente anticipación?
Los avisos o alertas rojas, de riesgo meteorológico extremo (fenómenos meteorológicos no habituales de intensidad excepcional y con un nivel de riesgo para la población muy alto), se emitieron demasiado tarde, en mi opinión. Y no sólo en la mía, sino en la opinión de muchos otros. Desde el jueves 27 por la mañana la situación era muy clara, y así lo indicaba en mi blog. («Las inundaciones de zonas bajas y barrancos pueden ser repentinas -flashfloods- y muy peligroso atravesar vaguadas«). Otros meteorólogos oficiales de la AEMET, de sobrada reputación, incluso llamaron a título personal a familiares para que tuvieran precaución (Ver la Nota final). Meteorólogos de diferentes medios, SSW, y aficionados a la meteorología (que no por aficionados saben menos de esto), también anunciaron lo que se nos venía encima. A las 22:11 del jueves (aún faltaban 10 horas para el primer desastre de Málaga), ESTOFEX avisó de forma clara: «Life-threatening flash flooding is likely!» («Son posibles inundaciones rápidas con peligro para la vida»), que al fin y al cabo, y desgraciadamente, fue lo que pasó.
Cuidado, que quede claro que, aún con las alertas rojas emitidas la noche anterior, la catástrofe podría haberse producido. Que nadie se engañe, pero nos queda la duda de si de podía haber hecho algo más.
¿Qué protocolo se establece para cada nivel de alerta?
Cada nivel de aviso lleva consigo un procedimiento a desarrollar. Un procedimiento que es costoso, en personal, en medios terrestres, en movilización de efectivos. Esa movilización supone dinero. Mucho, en la mayoría de los casos. ¿Están afectando los recortes a esas movilizaciones? Si alguien es capaz de contestar a esta pregunta, por favor, estaríamos muy agradecidos. Por cierto, los radares de Murcia y Valencia dejaron de funcionar ese día, manteniendo «a ciegas» la zona cero. Son una herramienta imprescindible para el seguimiento de estos episodios severos. Pero si cuando se producen, no funcionan, ¿para qué los queremos? Hoy funcionan perfectamente. Hoy que no llueve.
– ¿Llegan estos avisos al gran público?
A pesar de que la propia AEMET nos dice que estos avisos se difunden a Protección Civil y las autoridades estatales y autonómicas y por su servicio radiofónico, ¿llegan realmente a la sociedad? Porque la misma tarde del viernes en todas las televisiones pudimos ver las alertas rojas…cuando ya el daño estaba hecho. Creo que en este sentido los canales de comunicación pueden mejorarse, y mucho, usando canales más ágiles, como las redes sociales, un medio directo e inmediato de comunicación. Twitter en este sentido podría haber sido una herramienta muy útil. Muchos hicimos el seguimiento en directo de todo el episodio, alertando con horas de antelación las zonas afectadas. Si a nivel particular pudimos llegar a miles de personas, ¿qué no haría la AEMET, con el apoyo de todas las instituciones oficiales? Ese día se hubiera alertado de forma más directa, más operativa. ¿Para cuándo vuestro canal de twitter AEMET? ¿Para cuándo?
– ¿Quién evita la irresponsabilidad de la población?
Dicho todo esto, los incidentes más graves son imposibles de prever. Se producen en un instante, una rotura de un muro, un cuace desviado o lleno de escombros, un arroyo sin desbrozar o, más grave, urbanizaciones o cámpings situados en zonas inundables. Al final ese es el punto donde se producen las víctimas. Y se producen en segundos, normalmente. He llegado a ver fotos y vídeos de personas subidas en un puente a punto de derrumbarse haciendo fotos, otras nadando en una calle a contracorriente de la avenida de agua… Las personas también tenemos nuestra responsabilidad, debemos ser prudentes, usar el sentido común. Pero no lo hacemos. Incluso con el mejor servicio meteorológico del mundo, con el más intachable, ocurrirían desgracias. Somos así.
– ¿Emitirá la AEMET algún comunicado explicando la situación?
Eso esperamos todos. No me cabe la menor duda de que en este momento trabajan en el informe oficial, siempre han emitido uno tras episodios como este, y este caso es muy grave. Esperemos que no sólo expliquen la situación desde el punto de vista técnico, sino también las decisiones tomadas en cada momento y si existen responsabilidades a depurar.