Capturando la temperie Capturando la temperie

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Archivo de agosto, 2012

La Casa Tierra, la más afortunada del barrio

Mantener nuestra casa habitable en mitad del espacio no es tarea fácil. El barrio donde nos ha tocado vivir, el Sistema Solar, es un barrio peligroso. Cometas, asteroides, rayos cósmicos, chatarra espacial, vientos solares, etc, son los malos del barrio. Barrio que domina el Sol, siempre presente, guardián y juez de lo que por aquí ocurre. El decide cuáles son las casas habitables y cuáles de ellas permanecerán vacías. En algunas, las más cercanas a él, -como Casa Venus o Casa Mercurio– se olvidaron de poner el aire acondicionado y el calor es abrasador. Eso sin contar con que el aire que rodea esas casas es venenoso. Imposible vivir allí. Otras, más alejadas y cercanas a otros barrios, le quedaron demasiado grandes y frías. El camino es largo y nadie, salvo algún satélite loco, visita esas zonas.

Sólo a determinada distancia de la garita del Sol, situada justo en el centro del barrio, se sitúan las casas habitables. La Casa Marte es bastante fría, y desde luego, habitantes como nosotros es complicado que tenga. Pero no ser los únicos habitantes del barrio es algo que nos obsesiona, y curiosos, y la semana que viene llamaremos a la puerta para ver si alguien contesta.

Además, el barrio es atacado de vez en cuando por tormentas, que envían oleadas de energía eléctrica venenosa desde la propia garita del Sol, en forma de llamaradas solares. Esas olas eléctricas mortales afectan a todas las casas y provocan cortocircuitos desastrosos. A todas menos a una…

A nuestra casa. La Casa Tierra está muy bien hecha. Roza la perfección, es una obra maestra, diría yo. Tiene sus aires acondicionados, sus parques y jardines y sus cañerías de agua perfectamente diseñadas. Su aire es limpio, y el entorno maravilloso. Y tiene un escudo protector casi mágico para esas olas venenosas. Se llama magnetosfera (si no has visto el vídeo de la NASA que acompaña a esta entrada te lo recomiendo, si sabes inglés sin problema, y si no, ¿a qué esperas? 😉 )  y desvía el oleaje maligno a otras zonas, nos protege . Y además, para tranquilizarnos, nos deja las relajantes auroras polares, el mayor espectáculo en la mejor tele del barrio, nuestros cielos.

Podríamos decir que el Sol deja que nos desarrollemos, nos ha elegido para ser la Casa mimada del barrio, los frescos del barrio, los más afortunados y felices poseedores de la Casa más bonita.

 

 

Y así debería ser. Pero no lo es.

Los ocupantes de esta casa no somos conscientes de lo que tenemos. La maltratamos. Ensuciamos su aire, sus reservas de agua y sus jardines. No cuidamos como es debido nuestros maravillosos salones, pasillos y alcobas. Estamos haciendo retretes donde debería haber campos con flores. Estamos acabando con las reservas de agua y parece que el termostato se ha roto. Se diría que muchos piensan que hay otras Casas donde ir, pero no. Es la única habitable para una especie como nosotros.

Y nos la estamos cargando. No somos conscientes del daño que le estamos haciendo a sus cimientos, y el espíritu de Gaia, que habita en él, nos mira mal. Y con razón.

¿Vamos a hacer algo? #EsPorElla