Hoy me gustaría hablar del gran espectáculo futbolístico que nos brindaron el Barça y el Madrid en la Supercopa de España durante 179 minutos, pero el entrenador blanco, José Mourinho, está empeñado en ser el protagonista.
Lamentable fue la tangana que protagonizaron los jugadores y técnicos de ambos equipos en el último minuto de la vuelta (3-2). Hubo culpables por los dos bandos, pero lo más grave fue como Mou, a traición y por la espalda, le mete un dedo en el ojo o le tira de la oreja a Tito Vilanova, quien le responde con un manotazo en la cabeza. Peor aún fue cuando, en rueda de prensa, el portugués le llamó «Pito», señaló indirectamente como culpables de todo a los culés y dejó caer que tanto la Supercopa como el Barça, al que acusó de esconder balones y recogepelotas, eran «pequeñitos».
El Madrid y el Barça son los dos mejores equipos del mundo y sus duelos se deciden por pequeños detalles. De ahí a decir que «el Barça es pequeñito» media mucho. Dejando de un lado el aspecto futbolístico, en el que el Barça y Pep le ganan la partida al Madrid y Mou, en mi opinión, el luso sí está haciendo del Madrid un equipo pequeñito por su actitud chulesca. Queriendo o sin querer, siempre provoca. Además, estuvo muy feo que los jugadores madridistas no se quedaran a ver recoger la Supercopa al campeón. ¿Dónde está el señorío del que tanto habla Florentino? Mou solo está consiguiendo que los blancos sean cada vez más odiados y que jugadores sensatos como Casillas afirmen que Cesc se había tirado en la entrada de Marcelo.
Yo también temo lo que dijo Guardiola tras acabar el partido: «Al final, alguien se va a hacer realmente daño». Y Piqué sentenció: «Mourinho está destrozando el fútbol español».