Ramón Calderón siempre se ha expresado públicamente su profundo amor hacia el Real Madrid. Pues bien, ahora se le ha presentado una magnífica ocasión para demostrarlo.

Su dimisión como presidente del Real Madrid sería lo mejor que le habría pasado al conjunto blanco en dos años y medio y cerraría una etapa bochornosa llena de escándalos y mentiras que ha fracturado al madridismo, hastiado de que su presidente haga el ridículo intervención tras intervención.

“Pasará a la historia como el peor presidente de la historia del Real Madrid”, me espeta una de las cabezas más visibles de la oposición a Calderón, Eugenio Bravo, presidente de la Plataforma Blanca.

Es muy duro que alguien pueda decir eso de ti, pero a ‘El Trampas’, apodo por el que se le conoce en determinados círculos, le da igual después de haber infiltrado a falsos socios para que le aprueben las cuentas, vender invitaciones como si fuesen entradas, pagarse caprichos con el dinero del club, manipular las elecciones en julio de 2006 y publicitar la construcción de una escuela de fútbol para niños en México que resultó un fraude.

Todo eso habiendo insultado públicamente a sus jugadores, su afición y prometido fichajes que nunca llegaron como Cristiano Ronaldo y Kaká.

Como diría el ex presidente del Gobierno José María Aznar: ¡Váyase señor Calderón!